¿En dónde colocamos el debate educativo actual?

 en Miguel Ángel Pérez Reynoso

Miguel Ángel Pérez Reynoso*

La sociedad mexicana en estos momentos se encuentra en movimiento, entre las pérdidas incalculables, la indignación por corrupción y otras negligencias y la cultura solidaria que nos mueve. En el calendario cívico alternativo hay fechas emblemáticas, por ejemplo el 2 de octubre de 1968, el 26 de septiembre de 2014 y ahora el 19 de septiembre con dos versiones distintas 1985 y 2017, dichas fechas sirven como parteaguas en donde hay un antes, un después y casi todas ellas están asociadas a hechos trágicos, a confrontaciones y tensiones sociales por un lado, junto a la emergencia social que le da cobijo, identidad y razón de ser, por el otro.
Hoy vivimos bajo el cobijo de una etapa atípica de desarrollo social: el reciente sismo en la Ciudad de México ha cimbrado mucho más que casas y edificios, ha movido a buena parte de nuestra realidad social, la corrupción e ineficiencia gubernamental que por un lado contrasta, con la movilización organizada de buena parte de la sociedad civil, que sin intermediarios sale a las calles una vez más para hacer sentir su voz y su presencia en la ayuda solidaria a favor de los iguales.
Ante este clima, el debate educativo debe ordenarse bajo una nueva agenda pública que nos ocupa y no nos distraiga. El debate que antes estuvo copado por la oleada mediática de la SEP y el gobierno en torno a la imposición con todas sus letras de la Reforma Educativa y del Modelo Educativo, hoy el sismo ha servido para desdibujar la imposición mediática en la que descansa la propuesta sexenal en educación.
Sin embrago, el debate tampoco puede consumirse en los términos de discutir o analizar asuntos de coyuntura, la sociedad al lado de las universidades junto a docentes y padres de familia debemos de ir más allá y pensar en un escenario para todos los mexicanos que compartimos este territorio en términos de presente–futuro.
El debate educativo del presente tiene su origen en las diversas y complejas asimetrías bajo las cuales nos movemos todos los días, compartimos la misma ciudad, el mismo territorio incluso la misma universidad pero muchas veces con visiones diferentes.
No se trata de comenzar a pensar igual de aquí para delante, se trata de comenzar a pensar en torno a un proyecto nuevo, caracterizado por sus rasgos de: incluyente, plural, que sume las propuestas que se gesten y que respete a los y las personas que piensen o actúen diferente. De cierta manera la propuesta gubernamental se excedió de hegemonista, le apostaron todas las canicas a imponer un modelo único y el sismo del pasado 19 de septiembre les derrumbo su hechura y la hizo añicos.
Las escuelas dañadas son una muestra simbólica de la vulnerabilidad del sistema y de que todo cae por su propio peso, hasta las reformas educativas mal estructuradas.
El debate del presente debe ser capaz de mirar el pasado críticamente, pero dirigirse al futuro que ya vivimos, un futuro de contrastes y terribles vulnerabilidades.
México vuelve a ser otro desde el 19 de septiembre del presente año, este otro México nuevo deberá ocuparnos de tiempo completo y para ser congruentes con los antiguos aztecas, debemos pensar en el rostro y el corazón que debemos moldear para los nuevos mexicanos.
La generación postsismo es otra, es una generación más crítica, cuya lenguaje es de la acción solidaria y comprometida, es una generación a la que le estorban todos los gobiernos y sus burocracias. Esta generación ya llegó educada pero requiere educarse y, bajo esta dialéctica, es a partir de la cual que debemos trazar esta nueva agenda que propongo de la educación pública en nuestro país, para los niños, niñas y jóvenes de estos nuevos años del tercer milenio.

*Doctor en educación. Profesor–investigador de la Unidad 141 de la UPN campus Guadalajara. [email protected]

Comentarios
  • Maria Anaya

    Hola doctor Miguel. Buen punto de análisis, mi opinión al respecto es que para que surjan esas nuevas generaciones producto de un sistema educativo incluyente, con una visión como la que describe, se debe volver la vista a las Normales. Dejar de lado estas instituciones como cotos de poder político. No se puede esperar cambios sin mover desde la raíz las estructuras caducas. Saludos

  • MANOLO

    Hay pequeños foros y grupos diseminados en los cuales brota tan rápido como desaparece algo parecido a un debate educativo…. para denatir se requieren contrincanes, opositores… y no veo a nadie con ganas de hacerlo ¿Será por aquel estigma del teatro Degollado que en su frostispicio se inscribe “QUE JAMÁS LLEGUE EL RUMOR DE LA DISCORDIA”?

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