El significado de la educación Normal

 en Rubén Zatarain

Rubén Zatarain Mendoza*

Como uno de los logros de impacto social de la revolución mexicana está el fortalecimiento de la formación de docentes como responsabilidad del Estado. El Artículo Tercero Constitucional del 5 de febrero de 1917 era explícito al reservar la formación de maestros como fin del Estado mexicano.
La arquitectura de la nación posrevolucionaria requería de un magisterio comprometido en la educación del pueblo como eje central de su desarrollo.
Si bien la educación Normal fue una construcción del siglo XIX, coincidente en nuestro país con el largo periodo gubernamental de Porfirio Díaz, la escuela Normal del siglo XX fue hija de las necesidades sociales y de la atingencia de algunos visionarios posrevolucionarios.
El siglo XX es un corte de tiempo largo desde la fundación de la Secretaría de Educación Pública; en ese tiempo histórico se pueden encontrar un gran número de proyectos institucionales normalistas en su etapa fundacional.
La formación de maestros y maestras se constituye de manera sinérgica a los grandes desafíos del crecimiento demográfico y desarrollo de las demandas sociales, económicas y laborales.
También en espacio natural de lucha ideológica (v.gr. laicismo, educación socialista, movimiento estudiantil de 1968, la escuela Normal neoliberal).
El crecimiento de la cobertura de los niveles educativos iniciales justifica la construcción de escuelas, y éstas de maestros y maestras que atiendan la creciente demanda social de servicios educativos.
Sobre los servicios de educación primaria que fueron durante algunas décadas prioridad estatal, se sobreviene el crecimiento de niveles educativos como secundaria y preescolar, sumándose otros servicios complementarios de la educación básica.
El hacer y pensar educativo se diseña diferente desde la formación inicial.
Progreso y educación en el siglo XIX no siempre fueron líneas paralelas. Es sabido el fuerte retraso en materia educativa y analfabetismo que prevalece en el arranque del siglo XX.
El desarrollo del valor de la escuela, su institucionalización y aceptación en las mentalidades colectivas.
Como expectativa en las masas obreras, campesinas y comunidades indígenas, fue un proceso lento que a nuestros días sigue en proceso.
Las formas como ahora concebimos la infancia y adolescencia gracias a las aportaciones teóricas interdisciplinarias eran impensables en el normalismo fundacional decimonónico.
El siglo XX sorprende a México con altos índices de analfabetismo y con una problemática social y económica que llevaría al alzamiento armado del 20 de noviembre de 1910.
Los maestros y maestras en la revolución mexicana, la revolución mexicana y la configuración profesional e ideológica del magisterio de hoy, los siglos XX-XXI, el tinte de normalismo rehén que ahora tenemos.
Dentro de la rica gama de las historias institucionales y el cruce de variables de contexto en las escuelas Normales rurales, urbanas, estatales, federales, regionales; de mujeres, de hombres; de primaria, secundaria, preescolar; especialidades, educación física, entre otras, hay múltiples lecturas sobre el sentido de formación inicial del magisterio, sobre la fortaleza de su calidad, sobre su misión y contribución al desafío de educar desde las primeras letras.
Dentro de las historias institucionales destaca la primera escuela Normal en la Ciudad de México, la Benemérita Escuela Nacional de Maestros “Lauro Aguirre”, que el 7 de febrero pasado celebró los cien años de su primera clase en su nuevo edificio, diseño arquitectónico de Mario Pani y en donde se encuentran obras artísticas de mucho valor, como la del jalisciense José Clemente Orozco y sus aportaciones del mural “La educación del pueblo mexicano” y la magnífica “Alegoría nacional” en el auditorio curvo al aire libre.
Dicho sea en nota al margen, José Clemente Orozco cursó algunos años de su educación primaria en la escuela primaria anexa experimental de la referida Escuela Nacional de Maestros, hoy Benemérita (BENM).
El liderazgo y el modelo que representó la BENM para inspirar otros proyectos fundacionales en la república mexicana, el perfil identitario de su frondoso ahuehuete cercano a la dirección de la escuela, el Club de las Campanas, la Arenga de sus estudiantes y egresados: ¡Lux, Pax, Vis!
¡Luz en el alma, paz en el corazón y fuerza en la voluntad!
Los miles de estudiantes normalistas con bolsas al hombro que situaron su punto de llegada en la Estación Metro Normal. En su cobertura llegó a tener 20 grupos matutinos y 20 grupos vespertinos en cada grado, en cada generación de egreso.
Las mentalidades compartidas, la muestra de historia social y de geografía nacional que es cada corazón, alma y voluntad normalista. El proceso de aprender Pedagogía y Didáctica, sus hambres y guitarras al hombro, y muchas veces sus materiales didácticos bajo el brazo para sus prácticas profesionales en las primarias anexas.
El programa conmemorativo de los cien años del primer día de clases (1925) en el edificio dañado parcialmente por el terremoto de 1985, la institución aquella inaugurada por el mismo General Porfirio Díaz (1887), la guardia alrededor del ahuehuete, la placa conmemorativa y la voz en pecho del himno nacional de los maestros y maestras viejos, los maestros y maestras jóvenes, los estudiantes ahora en tránsito.
Enhorabuena por los 138 años de existencia de la BENM y por los cien años de formar docentes en el seno de su actual edificio.
Enhorabuena por la concepción constructiva nacional del auténtico normalismo.
La mirada y el juicio de los egresados de las instituciones de educación Normal es en general de agradecimiento, de valoración por la oportunidad de formación y compromiso con la misión social de la profesión del magisterio.
De aquellos profesores, la adquisición de la mayoría de edad en la entonces etapa fundacional del oficio de ser maestro, sucedía en las aulas de la educación Normal.
De jóvenes estudiantes a jóvenes maestros y maestras, con la mochila cargada de ideales y conocimientos definidos en cada etapa y momento histórico.
Muchas generaciones juntas en la conmemoración de los 100 años de la Escuela Nacional de Maestros y Maestras.
Sacar el grano de sus historias de vida para reconstruir el ethos profesional, sus viajes y aportaciones a la construcción del proyecto nacional de educación primaria.
La historia de las ideas pedagógicas está en evolución en 100 años; las prácticas aún tienen mucho por mejorar.
La Escuela Nacional de Maestros con idearios como el de Ignacio Manuel Altamirano, promotor de su fundación que data del 24 de febrero de 1887, o el de su primer director en el nuevo edificio construido en 1924, el maestro Lauro Aguirre; o pedagogías como las de Enrique Conrado Rébsamen, Enrique Laubscher Berr, Gregorio Torres Quintero y Rafael Ramírez, entre otros, que tomaron como referentes los formadores de docentes en su rol de transmisores y que configuran la primera cimentación de ideas y prácticas que ha enriquecido su visión curricular.
Ahí hay un poco de evidencia en sus mapas curriculares y sus propias reformas de la educación Normal.
Ahí está la necesidad de conocer las múltiples historias institucionales para ampliar el significado de la profesionalidad ampliada del magisterio.
Al cierre de esta colaboración y en el preámbulo de un aniversario más del normalismo rural en Jalisco, la información en redes y prensa de la inédita irrupción de la policía estatal en las instalaciones de la Escuela Normal Rural “Miguel Hidalgo” ya es tema de análisis desde al menos dos enfoques.
¡Luz en el alma, paz en el corazón y fuerza en la voluntad!

*Doctor en Educación. Profesor normalista de educación básica. [email protected]

Comentarios
  • Griselda Gómez
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    Mi solidaridad para con los normalistas de Atequiza, sus ideales, sus luchas y su contribución al proyecto de nación desde su compromiso social.
    El auténtico normalismo que con postura ética despliega alma, corazón y voluntad para con nuestro pueblo con sentido ético.

  • Gloria Lizaola
    Responder

    Dr. Zataraín, siempre es un gozo leer las líneas de su autoría, hablar de la BENM, abraza mi alma, es un suspiro de juventud que atinadamente se desarrolló en su lecho, donde nos formaron grandes educadores del entonces CONALTE, con espíritu de bondad y cultura del hombre insigne, Lauro Aguirre, que nos recibía cada mañana en la puerta de ingreso. He de mencionar que la época de los 70, bañada de recuerdos de impotencia y resistencia estudiantil del 68, vivencias del halconazo, que perduraba en nuestros jardines, el espíritu de lucha social y entrega profesional del hombre Tamaulipeco, que contagiaba firmeza y entrega profesional, nuestro director Mtro Napoleón Villanueva Cruz, época de cambió y educadores de corazón bueno e ideales firmes. Efectivamente el ahuehuete sigue siendo insignia que da sombra a los bustos de Rafael Ramírez e Ignacio Manuel Altamirano mismos que destellan energía de entrega y ejemplo a seguir en la educación de la nación. Donde el himno se entona con intensidad, afirma la vocación docente y vives pleno de alegría en cada rincón donde hay que desempeñar nuestra labor educativa
    Gracias por tan importante reseña de lo nuestro. Abrazos

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