El profesorado y el cuestionamiento de lo cotidiano
Carlos Arturo Espadas Interián*
El sentido común es la normalización de las visiones de mundo en la vida cotidiana, que es donde el ser humano actúa, decide y, por tanto, mantiene o transforma. El sentido común se compone entre otros elementos de conceptos referenciados en la explicación, interpretación y generación de conocimiento cotidiano.
Las escuelas trabajan dentro de los ámbitos del sentido común y, al mismo tiempo, desde el ámbito científico. El reto es recuperar ese sentido para lograr transformarlo por medio de la incorporación de elementos científicos, filosóficos y técnicos que determinen lo recuperable desde los parámetros de referencia incorporados en esos elementos.
Sin embargo, lo que no se incorpore también se recupera como elementos culturales que se rastrean en las tradiciones históricas que le dan forma; se realiza entonces una labor de “minería” para desentrañar las raíces que le dan forma y sentido dentro de un entorno cultural específico.
Esa debería ser la recuperación de los saberes culturales, contextuales o previos, es decir, la tarea del profesorado enmarcada en la construcción, reconstrucción y deconstrucción de las vertientes que se ocultan en el sentido común y conocimiento cotidiano.
Al hacer el ejercicio, se propicia el análisis crítico de la realidad, de una realidad en dos sentidos: el introyectado y que forma parte de cada individuo y, el de referencia social. En ambos casos se ha dado un proceso de normalización y naturalización que constituye un referente de entrada con apariencia de incuestionable.
La tarea del profesorado es cuestionar esa naturalidad que invisibiliza no únicamente intencionalidades políticas, visiones de mundo y propiamente cosmovisiones que direccionan la vida humana con intencionalidades que en no pocas ocasiones escapan al individuo que la asume y actúa en consecuencia.
Para tal efecto, el profesorado tendrá formación teórico-conceptual, epistémica y, sobre todo, política, caso contrario, las reflexiones difícilmente podrán generar espacios para el pensamiento crítico; es decir, al momento de reflexionar sin elementos que permitan realizar cuestionamientos que se remitan a las raíces mismas de las nociones, visiones y cosmovisiones, producirán el efecto contrario: legitimarán en el ámbito escolar el pensamiento común y cotidiano que puede contribuir al apuntalamiento de sometimientos y en el mejor de los casos, la legitimación del pensamiento mágico.
*Profesor–investigador de la Universidad Pedagógica Nacional Unidad 113 de León, Gto. [email protected]