El paseo escolar
Luis Rodolfo Morán Quiroz*
En días pasados tuve la oportunidad de formar parte de un grupo de viajeros de la escuela de mi hijo. El grupo estaba conformado por estudiantes, dos profesoras, madres y padres de familia, algunos hermanos y abuelos de los estudiantes. La experiencia, como se esperaba, nos ayudó a aprender acerca del lugar que visitamos, los que pasamos y también acerca de nosotros mismos y de otros detalles que solo se aprenden con la convivencia fuera de las aulas. Aprendí mucho de la manera en que mi hijo se comporta con sus compañeros de escuela y de cómo los estudiantes interactúan entre sí y con los adultos que íbamos en el grupo.
El viaje fue muy distinto de los que era posible realizar en mis épocas de escuela primaria, pues no solo los caminos, sino los medios de transporte y los servicios en el trayecto son muchísimo mejores de lo que eran hacen décadas. Sin embargo, con todo y que los autobuses son mucho mejores de lo que podían ser cuando yo estuve en la escuela, en que cada salida, incluso dentro de la ciudad, implicaba descomposturas, la experiencia me deja entrever algunas áreas de oportunidad.
Al igual que ya había observado cuando salimos varios ciclistas de fin de semana, la preparación en cuanto a primeros auxilios e información deja mucho qué desear. Ni como parte del equipo de la escuela ni como parte de quienes prestan el servicio de transporte o de hospedaje, contamos con profesionales que pudieran saber, a ciencia cierta, qué hacer en caso de caídas, enfermedades, mareos, por decir lo mínimo que puede acontecer. Por una parte, en estas excursiones de tanto aprendizaje no suele haber encargados de la atención a accidentes menores y que quizá sepan qué hacer y a quién llamar y cómo manejar a los afectados mientras llegan los auxilios mayores.
He sabido de congresos de profesionales en que los autobuses cuentan con guías capacitados en geografía e historia (y los choferes, ni duda cabe, saben geografía y manejar un aparato de GPS), que entienden y manejan varios idiomas. En los casos de los paseos escolares no suele haber ese tipo de servicios y en el caso del viaje en el que yo estuve, hubo guías locales que ayudaron a comprender mejor el entorno que recorrimos. Sin embargo, no hubo guías asociados a los servicios de transporte entre la ciudad de origen y la de destino, lo que implicó menos información para los viajeros y algunos puntos en que el chofer perdió la brújula y se desorientó (o se norteó, que no es lo mismo, pero tiene los mismos efectos).
La experiencia de llegar a pequeñas tiendas en el camino me hizo recordar, y lo comenté con uno de los padres de familia, un término que utilizan los alemanes para describir la escasez en la prestación de servicios: Dienstleistungwüste, que literalmente significa “desierto en la prestación de servicios”. No es que las tiendas fueran inútiles, pero sí se vieron en enormes aprietos de logística (y nosotros también, en términos de espacio) para atender un grupo grande de personas que intentaban al mismo tiempo acceder a comestibles o bebestibles por pasillos minúsculos, con sistemas de cobro diseñados para atender un cliente cada 15 minutos y no una multitud en pocos segundos.
El paseo escolar no tiene una tradición importante en México y eso tiene enormes y trágicas implicaciones. Desde los accidentes que se han suscitado con equipos deportivos que representan a escuelas, hasta los más notables como el hecho de que, al no haber una tradición de transporte de estudiantes, estos acuden a prácticas como el secuestro de autobuses para trasladarse a otras ciudades. Caso notable es el de los estudiantes de la Escuela Normal “Isidro Burgos” de Ayotzinapa, Guerrero, que se disponían a viajar a conmemorar el 2 de octubre de 1968, hace casi cuatro años y fueron perseguidos y asesinados. Eso en vez de encontrar los recursos asociados a un sistema que debería fundamentarse en una tradición del viaje escolar que estimule a aprender más allá de lo recitado dentro de las aulas.
*Doctor en Ciencias Sociales. Profesor del Departamento de Sociología del CUCSH de la UdeG. [email protected]
Tu mirada como padre de familia y sociólogo ayuda a la reflexión y prevención para próximos viajes escolares.
Lo dialogaré con los s profesores y las directoras. Saludos