El estrés: una peligrosa omisión

Marco Antonio González Villa*

Hace algunos años empezó a ser tomado en cuenta. Casi nunca presenta síntomas, al menos no visibles, pero es sabido que poco a poco va minando la salud de las personas. Experimentarlo por periodos breves de tiempo es normal y puede ayudar a responder de una manera adecuada ante diferentes situaciones. Sin embargo, cuando está presente por un lapso de tiempo mayor, se tiene una sensación de angustia y una permanente tensión que se vuelven factores que generan un desgaste y cansancio físico y mental en las personas. Es la raíz de diferentes enfermedades.
El estrés es uno de los principales males que más se ha hecho presente en el siglo XXI, sobre todo porque hay en la actualidad diferentes situaciones que pueden provocar su aparición. De hecho, estamos teniendo a generaciones de niños y adolescentes que sufren de estrés ya sea porque sus padres se lo transmiten o bien por sus propias condiciones de vida. Entre algunas de las situaciones que pueden generar estrés tenemos las siguientes:

– La falta de dinero. Algo común en las familias de muchos de nuestros alumnos.
– La pérdida de un familiar. Lo cual puede ser por muerte o por abandono; es un aspecto a considerar porque muchos estudiantes viven en hogares desintegrados o uniparentales.
– La falta de empleo o la posibilidad de perderlo. Situación que viven muchos de sus padres de manera continua.
– Un futuro incierto. No existen garantías ni condiciones que les aseguren terminar una carrera u obtener un trabajo bien remunerado.

De los diferentes tipos que existen del estrés, es el conocido como estrés postraumático uno de los que más impacto negativo tiene en las personas. Aparece después de tener una experiencia impactante, de mucha angustia, traumática obviamente, por lo que puede provocar que el sujeto quede totalmente paralizado por días e incluso meses, sufriendo diferentes ataques de ansiedad, de pánico, de miedo, lo que vuelve su vida difícil de llevar de manera normal.
Sabiendo las implicaciones que tiene en la salud de las personas, diferentes Universidades, Institutos y Centros de formación y apoyo psicológico brindamos atención de manera gratuita a las personas damnificadas o afectadas emocionalmente por los sismos del mes de septiembre. Sin embargo, solamente se pudo atender a un porcentaje de la población, por lo que aún son muchas las personas que no han recibido ningún tipo de atención o apoyo psicológico y pueden estar sufriendo los estragos de este peligroso tipo de estrés, aunado al que ya sufrían por las razones expuestas previamente.
Hay una evidente minimización de los efectos del estrés en los alumnos de parte de muchos directivos y autoridades educativas, quienes mostraron desesperación y premura por reabrir las escuelas, pero no se han implementado, en muchas de ellas, programas de apoyo psicológico para trabajar con sus temores, con la angustia, con las significaciones o con las pérdidas que presentaron los diferentes miembros de la comunidad escolar.
La recuperación y reconstrucción de las casas es sumamente importante, pero también se requiere recobrar la estabilidad emocional y la salud integral de todos aquellos cuyas vidas sufrieron una ruptura en su equilibrio personal. No hacerlo podría traer consigo, en el mediano o largo plazo, serias afectaciones físicas o psicológicas por lo que las consecuencias negativas de los sismos seguirían extendiéndose. Estamos, nuevamente, ante la posibilidad de generar medidas preventivas; no hacerlo podría ser una peligrosa omisión. Sigamos apoyando.

*Maestro en Educación. Profesor de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala. [email protected]