El docente como sujeto sujetado: las trampas del neoliberalismo
Miguel Ángel Pérez Reynoso*
La semana pasada fui invitado a un Coloquio de avances de trabajos de investigación dentro de un programa de Doctorado en la ciudad de Morelia, Mich., al interior del IMCED (Instituto Michoacano de Ciencias de la Educación), distinción que agradezco. Ahí pude dialogar con colegas a propósito de los avances de 5 trabajos de investigación. A partir del avance y exposición de Lilia Neto Fernández es que surge el siguiente artículo. Todo su contenido es responsabilidad mía.
El neoliberalismo tiene una propuesta educativa perversa y maniquea la cual es instrumentalizada por la OCDE, los gobiernos de los países miembros y se disfraza con distintos nombres: “reforma educativa”, “modelo educativo”, “evaluación del desempeño docente”, etcétera. La fórmula es muy sencilla se trata de intensificar la carga de trabajo nulificando derechos históricos, incluso restando reconocimientos laboral y profesional y a cambio brindar los menores apoyos posibles.
Lo primero que salta a la vista es que el sujeto docente (individual y colectivo) es un sujeto sujetado, cercado o asediado por todos lados. Se trata de nulificarlo, de reducirlo al mínimo en cuanto al prestigio y reconcomiendo profesionales. Para la lógica del mercado los docentes se convierten en un trabajador más, el cual deberá someterse a las nuevas reglas de contratación y regulación laboral. Ya no es un profesionista encargado de educar a los hijos de la patria, ahora es un empleado de segunda con un bajo salario, que deberá maquilar lo que los organismos internacionales dicten.
En la contraparte está la guerra mediática, los menores apoyos, los docentes como apuntaban Remedí y Whitrock, realizan su trabajo en la soledad, la urgencia y la inmediatez. La soledad que será cada vez más sola, la urgencia más demandante y la inmediatez está cargada de una nueva forma de contar y administrar el tiempo, el cronómetro será un perseguidor de los docentes y de su práctica.
Aunado a lo anterior, lo primero que hay que lesionar es la autonomía profesional en el desempeño docente. La evaluación es un dispositivo persecutorio y fiscalizador, que no le ha resultado del todo bien al gobierno mexicano.
Una de las referencias clásicas del concepto de educar está asociada con la tarea de acompañar, el docente encargado de acompañar a los estudiantes a su cargo y de facilitar aprendizajes de diversas formas a los mismos, está solo o sola. Asistimos a una especie de orfandad pedagógica, dicha soledad es más bien un abandono intencionado, como dicen los abogados con premeditación, alevosía y ventaja.
De ahí que el docente sea un sujeto sujetado en mayor o menor medida, cuyos hilos de sujetación están marcados por el control, la persecución, la vigilancia, la regulación a partir de las nuevas reglas de la carrera docente y por los pocos espacios de maniobra profesional. ¿Cómo pueden hacer los docentes para des-sujetarse? Será a través del estudio, de la reflexión, del fomento del pensamiento crítico, de la capacidad para recuperarse como sujeto que (se)educa, en interacción con los otros y con el entorno. Esto da pie a seguir pensando y generando propuestas de acción y de intervención desde los propios docentes.
*Doctor en educación. Profesor–investigador de la Unidad 141 de la UPN. Correo [email protected]