Educarnos para leer el mundo
S. Lizette Ramos de Robles*
Conforme aumentan y se consolidan los procesos de globalización e internacionalización se hacen evidentes otro tipo de fenómenos asociados a la pérdida de identidades locales, de pertenencia y de sentido de lugar. Hoy en día se ha documentado que las nuevas generaciones se caracterizan por el no-lugar, por la desconexión con los lugares que habitan y por el incremento en las conexiones con dispositivos digitales y la individualidad. Si bien es cierto las ventajas que tienen las redes sociales para conectarse con el mundo, a su vez han desconectado a las personas de la localidad habitada. La gente va por el mundo, por la calle, por la vida leyendo en sus dispositivos electrónicos pero sin leer el entorno.
En un mundo que cambia rápidamente es necesario retomar planteamientos que nos permitan desarrollar habilidades para la lectura y comprensión tanto del entorno natural como social que nos rodea. Ya desde 1960 Paulo Freire, proponía la necesidad una verdadera alfabetización y concientización ciudadana, la cual solo puede lograrse a partir de la lectura del mundo y de sus lugares que lo constituyen. Dicha lectura inicia mucho antes que la lectura de las “palabras”. Freire identifica los lugares como los contextos en donde se desarrolla la experiencia humana por tanto, es necesario aprender a leerlos: los “textos” que los estudiantes y profesores deben decodificar son las imágenes de su experiencia situada y concreta en el mundo.
Narrar nuestras historias en el mundo puede constituir una estrategia de alfabetización que permita desarrollar la toma de conciencia, siempre y cuando en ellas se logren identificar sus conexiones con los actos sociales y societales.
Aunado a estos planteamientos y como parte complementaria Dewey reconoce la importancia y trascendencia de las formas de aprendizaje a través de la experiencia, tales como estudios del entorno que conecten directamente con las vidas, la cultura y los intereses de los niños y jóvenes con sus comunidades.
Si como educadores desarrollamos la capacidad de diseñar situaciones de aprendizaje donde se consideren los aspectos geográficos, sociales, culturales y naturales del lugar que se habita estaremos re-conectando a las personas con en planeta, haciendo que valoren su localidad y que co-construyan identidades tanto del lugar como de ellos mismos.
*Profesora-investigadora del CUCBA de la UdeG. [email protected]