Educar para el amor
Yolanda Feria Cuevas*
En este tiempo en el que las noticias, las películas, los programas de televisión y hasta los de radio, presentan contenidos mayormente violentos y desalentadores, es importante que como educadores y co-formadores de ciudadanos fomentemos el amor como un sentimiento de afecto y empatía por el otro.
Constantemente estamos expuestos a un lenguaje violento a través de descalificaciones, juicios negativos, desvalorizaciones y desprecio por lo ajeno y lo diferente, es por eso que, aunque pareciera que se va contracorriente, es fundamental fomentar el lenguaje del amor que respeta, entiende, escucha, comparte, genera empatía y promueve afectos.
¿Cuál es la importancia de educar para el amor? Ésta no sólo radica en que se generen ambientes de armonía y crecimiento, sino en potenciar el desarrollo de individuos seguros e independientes que reconozcan la necesidad de trabajar en equipo. Esto podría parecer una contradicción, sin embargo, cuando uno se reconoce como parte de una comunidad o de un sistema, es más sencillo promover la participación en aras de la obtención del éxito conjunto.
Pero ¿por dónde comenzar? Comencemos conociéndonos y aceptándonos. Conozcamos nuestro cuerpo con sus imperfecciones y valorando sus capacidades, de esta forma podremos ser incluyentes con las personas con capacidades diferentes. Conozcamos nuestra historia, deduzcamos cuál es nuestra manera de aprender y eduquémonos en escuchar, así sabremos respetar lo diferente y lo diverso. Identifiquemos, reconozcamos y aceptemos nuestros sentimientos, aprendamos a manifestarlos y manejarlos, esto nos permitirá comprender a los demás e identificarnos como semejantes, como cercanos, y así podremos crear vínculos afectivos con los otros y con nuestro entorno.
Tomemos conciencia de que somos parte de un todo, no permitamos que nos domine la idea absurda de que el ser humano tiene todo bajo control. Si bien la ciencia y la tecnología han permitido modificar y manejar desde nuestro ambiente hasta la genética, no olvidemos que somos una pequeñísima parte de un todo inmenso.
Enseñemos y aprendamos a respetar, a amar y, seguramente, esto contribuirá a mejorar el bienestar individual y social de nuestros estudiantes y su entorno.
*Profesora-investigadora del Cucba de la UdeG. [email protected]