Educación y medios de comunicación

 en Rodolfo Morán Quiroz

Luis Rodolfo Morán Quiroz*

 

Hace ya algunos años, el poeta y diplomático Hugo Gutiérrez Vega (1934-2015), en una reunión académica sobre comunicación, señaló que el segundo oficio en antigüedad muy probablemente fue el de reportar quién había recurrido al que tiene la mala fama de ser el más antiguo. En efecto, una de las características que define a la especie humana es el lenguaje, que se ha desarrollado durante miles de años para asegurar la comunicación. Con el paso de los años, distintas tecnologías y apoyos materiales se han diseñado para perpetuar esa comunicación entre los humanos, ya no sólo contemporáneos y presentes en el mismo lugar, sino que también se puede proyectar hacia el futuro de quien comunica, para hacer llegar mensajes a otros lugares y a otros tiempos.

Las tecnologías de las que disponemos al terminar el primer cuarto del siglo XXI superan en alcance a las que apoyaban los esfuerzos comunicativos de la humanidad. Paralelamente a la puntualidad y exactitud de los mensajes de los humanos entre sí, se ha desarrollado también la conciencia de la ambigüedad de estos. Así, además de recibir los mensajes, los humanos hemos aprendido también a dudar: “¿quién dice qué hizo qué, cuándo, cómo, con quién?” probablemente fue la batería de preguntas con la que el receptor del mensaje al que aludió Gutiérrez Vega respondió al mensajero del (también supuesto) segundo oficio más antiguo. Efectivamente, la educación está basada en la posibilidad de comunicar con lenguajes especializados, con imágenes, sonidos, representaciones abstractas, fórmulas que asumen conocimientos previos, ejemplos, repeticiones y explicaciones, mediaciones y otras estrategias para transmitir los conocimientos de una persona a otra y de unas generaciones o especialidades a otras.

En 2022, la película “She Said”, dirigida por Maria Schrader con un guión de Rebecca Lenkiewicz basado en el libro de las reporteras Jodi Kantor y Megan Twohey del New York Times, documentó los casos de abuso del productor cinematográfico Harvey Weinstein (n. 1952) en contra de varias mujeres. Tras haber fundado, junto con su hermano Bob, la exitosa productora Miramax Films, Harvey Weinstein cayó estrepitosamente a causa de su comportamiento inadecuado; básicamente, sus actos de acoso sexual constituyeron la puerta para contratos de algunas actrices en el ámbito hollywoodense. En 2020 fue sentenciado a 23 años de cárcel. Los reportajes de Kantor y Twohey atrajeron la atención de otras personas agredidas y desataron un alud de noticias que comenzaron a identificarse en 2017 por el “hashtag” #MeToo, es decir, la denuncia de que también habían sido objeto de agresión, principal (pero no exclusivamente) por parte de Weinstein. Aunque el lema tuvo su origen años antes, este es un ejemplo de cómo los medios de comunicación sirven para difundir información que puede alertar acerca de determinados comportamientos nocivos para los miembros de nuestras sociedades.

¿Qué tanto se discute y se capacita a los estudiantes de las escuelas de todos los niveles en la utilización de los recursos que ofrecen los medios de comunicación? Aun cuando la escuela es un contexto de constante comunicación y transmisión de información, no siempre los docentes y los estudiantes somos conscientes de los alcances de los mensajes que nos llegan a través de la prensa, la radio, la televisión, la internet; ni siquiera estamos preparados para buscar las otras versiones de historias que nos llegan de parte de amigos, parientes, vecinos, colegas, ya sea en las aceras del barrio, en las aulas y templos, en los espacios públicos o en los pasillos de nuestros planteles educativos.

Los casos escandalosos como el de Weinstein tienen paralelo en otros tiempos y sociedades. Pensemos, por ejemplo, en el caso de Marcial Maciel, de quien las altas autoridades de la iglesia con sede Roma hicieron lo posible por acallar las denuncias por acoso. Las agendas xenofóbicas de meses recientes han convertido en campos de batalla las calles de algunas ciudades del mundo a partir de la divulgación de versiones de noticias que señalan como culpables a determinados grupos que sirven de chivos expiatorios a algunos actores de la política. Los cambios en los protocolos de recolección y divulgación de la información, en la normatividad laboral de los medios de comunicación, no siempre tienen un impacto en la manera en que se da la educación en las aulas. A pesar de que en los ámbitos educativos recurrimos con gran frecuencia a información derivada de los medios de comunicación vigentes.

Una de las cuestiones que se nos plantean a los docentes y a los estudiantes en las escuelas actuales, de todos los niveles, es cómo reaccionar a la información disponible y cómo acceder a información que algunos actores sociales (los políticos, los comerciantes, los productores de determinados objetos) quisieran que no se difundiera. La gran cantidad de información de nuestra época contribuye a que nos distraigamos de situaciones que requerirían más atención de nuestra parte. No todos estamos tan informados como deberíamos en varios temas que nos afectan, pues nuestro rango de atención es bastante limitado, como individuos o como grupos. Pienso en cómo estamos relativamente inermes frente a la información que nos llega por la internet y las llamadas “redes sociales digitales”. En meses recientes se han suscitado casos de agresión (que muchos consideran de defensa) en contra de grupos o individuos, como se muestra en este documental que comienza la narración respecto a cómo una situación de tensión social se agravó aun más por las “fake news” transmitidas por redes sociales digitales, que fueron azuzadas por grupos con agendas xenofóbicas (https://youtu.be/hTYjYj3HSBk?si=qB68Ui6tEIn4t6JK).

La noción de información inadecuada no siempre aparece en nuestro pensamiento cuando recibimos algunas noticias. Asumimos que nuestras fuentes son veraces y no siempre tenemos el colmillo ni el ojo para cuestionar lo que se nos presenta. Habríamos de pensar en cómo estimular que la educación nos sirva para la generación, búsqueda y cuestionamiento de la información u recibimos en los ámbitos escolares y en nuestras vidas cotidianas.

Si la memoria no me falla (duden de mi información, por favor), es en una escena de Hamlet de Shakespeare, en donde dos mensajeros son asesinados por llevar noticias que no fueron del agrado de quien las recibió. Así, la acción de “matar al mensajero”, se aplica en contra de quienes develan la corrupción en vez de investigar a los corruptos. Los recientes diferendos del gobierno mexicano con (otra vez este medio de comunicación) The New York Times, tanto en el sexenio pasado como en el actual tiene muchos de estos tintes de señalar al mensajero en vez de resolver los problemas derivados de la actuación del crimen organizado señalados en los reportajes de ese corporativo estadounidense.

En un diálogo reciente que sostuvimos Rodrigo González y yo con el Dr. Guillermo Orozco, (Mediaciones – 03 de Noviembre 2024 T1 E07 “MEDIACIONES – Alf) en Radio Universidad de Guadalajara nos preguntábamos cómo asegurar que las audiencias tuvieran noción de lo que se les comunica y fueran capaces de preguntar más para aclarar y detallar los mensajes recibidos. El tema de la alfabetización mediática está relacionado también con la manera en que aceptamos o cuestionamos la información que recibimos de diversos actores de nuestras sociedades, mediada por organizaciones y tecnologías. Por ejemplo: (https://www.elfinanciero.com.mx/opinion/fernando-garcia-ramirez/2025/01/06/dejaremos-que-nos-sigan-enganando/?fbclid=IwY2xjawHoqYlleHRuA2FlbQIxMQABHV8rA27Qc-Z64UubIwAA-k7xyVjXVRoS6M_x7T8nf1XhfYtCT0hfAZJnvQ_aem_CVaRNbpBiwIDv6kNl8La0g).

 

*Doctor en Ciencias Sociales. Profesor del Departamento de Sociología de la Universidad de Guadalajara. [email protected]

Comentarios
  • Alicia González Romero
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    Así, es, estimado Rodolfo. Y lo interesante es que los medio de incomunicación saben el tipo de reacciones que esperan de su radioescuchas, televidentes, lectores o Cibernautas.

    • Alicia Glez.
      Responder

      El mensaje debería decir: Y lo interesante es que los medios de incomunicación saben el tipo de reacciones que generan en sus radioescuchas, televidentes, lectores o cibernautas.

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