Educación con esperanza. Hacia una Pedagogía de la esperanza

 en Andrea Ramírez

Andrea Ramírez Barajas*

El día de mañana (sábado 1 de diciembre) en este país se dará el cambio de los gobiernos neoliberales que dejan su lugar a un gobierno un tanto populista ligado a la gente. El presidente entrante llega con muchas promesas anunciadas, muchos compromisos y un equipo de colaboradores y de gente cercana que proviene de distintas posiciones de las izquierdas y de grupos democráticos tradicionales. En educación (que es el tema que siempre nos ha interesado) las señales terminaron siendo más confusas que esclarecedoras. Los Foros de consulta sólo fueron el pretexto para simular el diseño de un proyecto serio de desarrollo educativo, para lo que realmente sirvieron fue para medir fuerzas y conocer más de cerca los distintos grupos, expresiones, corrientes y tendencias en las distintas regiones, en los diferentes estados.
Hace algunos años, Paulo Freire nos regaló una más de sus obras clásicas, la Pedagogía de la esperanza, dicho texto sirve para mostrar distintas salidas o las diversas aristas que sirven como alternativa a las y los educadores latinoamericanos.
Hoy en México, la bandera principal en educación deberá estar pensada sobre la base de un manifiesto serio y no triunfalista de Pedagogía de y hacia la esperanza, no sólo (como decían los zapatistas), de un mundo mejor en donde quepan todos los unidos, no sólo de un mundo diferente. Las primeras líneas del libro de Paulo Freire dice lo siguiente:

“Para mí, en cambio, la práctica educativa de opción progresista jamás dejará de ser una aventura de revelación, una experiencia de desocultamiento de la verdad. Es porque siempre he pensado así por lo que a veces se discute si soy o no un educador. Eso fue lo que ocurrió en un encuentro realizado recientemente en la UNESCO, en París, según me contó uno de los que participaron en él, en que representantes latinoamericanos me negaban la condición de educador. Que obviamente no se negaban a sí mismos. Criticaban en mí lo que les parecía mi politización exagerada”.

Importante el texto por dos motivos, a) como una forma sencilla y modesta de hacerle un homenaje a Paulo Freire en estos momentos de cambio e nuestro país y, b) por la urgente o inminente necesidad de construir una propuesta educativa con un sesgo de claridad de sentido liberador, de combinar la práctica educativa con la práctica política.
Fe a la cita de Freire, tomada así, al vuelo retomo tres ideas.

• La primera que puede ser la menos importante que se le refuta a Freire (en un evento magno de la UNESCO celebrado en París) que él no es o no era educador.
• La segunda, el sentido que le da a la de función de práctica educativa como: que una práctica progresista que “jamás dejará de ser una aventura de revelación, una experiencia de desocultamiento de la verdad”.
• Y tercero, los límites de ser educador y la invasión o las fronteras con otros campos de la práctica política o práctica educativa.

Pues bien, el pensar la pedagogía de la esperanza para los años que vienen nos obliga a mirar desde los ojos nuestros ayudados por otros ojos como los de Freire que nos dejó un legado insuperable. La esperanza en educación se liga con la militancia y con la pasión de ir en la búsqueda de las verdaderas verdaderas, con no detenerse en la actuación, en el desocultamiento.
Somos las y los educadores mexicanos quienes tenemos esta oportunidad histórica de hacer avanzar un proyecto de educación verdadera con la verdad y con la esperanza para un mundo mejor, para una patria libre en favor de los pobres y de los desamparados de la historia.

*Doctora en educación y consultora independiente. [email protected]

Comentarios
  • Manolo

    Freire no es populista?

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