Educación como aspiración

 en Carlos Arturo

Carlos Arturo Espadas Interián*

Los anhelos que mueven a los seres humanos no siempre corresponden a elementos buenos, aunque siempre se pretenda, desde lo individual, buscar lo bueno, tal y como se planteaba en la Grecia clásica, sin embargo, hay un deber ser que concreta la aspiración colectiva y que también en ese deber ser, debería ser apropiado por cada integrante de esa sociedad.
Las instituciones educativas, con sus marcos normativos y prescripciones diversas como el currículum y modelos educativos, estarían en correspondencia con esas aspiraciones colectivas para concretarlas en la formación de los seres humanos que socialmente le son encomendados.
Sin embargo, las instituciones no existen en abstracto, se concretan en acciones realizadas por seres humanos que buscan, trabajan, deciden y accionan a partir de sus referentes construidos en función de parámetros diversos que no necesariamente se encuentran en congruencia con los sociales y culturales.
Al final, dentro de lo cultural y social, tienen cabida visiones de mundo que enriquecen el matiz entre contraposiciones que incluso se anulan entre sí. Por principio, caminar con seguridad absoluta pudiera llevar al ser humano a lugares grandiosos o, todo lo contrario. El absoluto desde la existencia humana, al momento de actuar, es tan arriesgado como la duda.
Por ello, también siguiendo a los griegos, el equilibrio genera la posibilidad de la riqueza de la existencia humana y de todo lo que existe. El bien y el mal en equilibrio, se dice fácil, sin embargo, para que exista ese equilibrio, es necesaria la existencia de acciones variadas que pudieran ser interpretadas de formas diversas.
Existe un elemento de referencia que es el parámetro histórico de referencia que implica la posibilidad de visualizar las trayectorias de las acciones y de la existencia misma de seres humanos y civilizaciones, esta última con todo lo que implica a nivel cultural, social y por supuesto: educativo.
Hacia dónde dirigir lo educativo. Resulta un cuestionamiento fácil de esgrimir, pero difícil de responder. En ese crisol de contradicciones dentro de las instituciones educativas, en todos sus niveles –inclúyase aquí también el componente humano, por sobre todos los otros– tomar decisiones de dirección, implica en ocasiones no coincidir con las aspiraciones sociales y culturales.
Por un lado, se encuentra esa dimensión aspiracional, que corresponde a los ideales forjados en un momento histórico específico y. por el otro, los individuales que también han sido constituidos a partir de lo colectivo pero pasado previamente por un tamiz experiencial que resulta en articulaciones muy individuales.
Estas articulaciones individuales tendrán más o menos peso, dependiendo del poder fáctico –y que no siempre se corresponde con el organigrama– de los distintos individuos que conforman a las instituciones educativas y desde ahí los matices que en conjunto de las tensiones derivadas de las interacciones entre los individuos con o sin poder resultan.
Por ello, lo aspiracional social, cultural y civilizatorio, muchas veces se trastoca y las instituciones educativas caminan por lugares no previstos.

*Profesor–investigador de la Universidad Pedagógica Nacional Unidad 113 de León, Gto. [email protected]

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