Disrupción temporal en el Servicio Social

 en Carlos Arturo

Carlos Arturo Espadas Interián*

Realizar el Servicio Social implica retribuir a la sociedad a partir de la formación profesional adquirida, un valor agregado que implica la formación de una conciencia de colaboración, retribución y hermanamiento de los practicantes con la sociedad.
Se realiza por medio de programas concretos y genera la posibilidad de sensibilizar a los futuros profesionistas a partir del encuentro directo, sin mediación alguna de interpretación, pero sí mediados por un proyecto, programa o acción concreta que ofrece una serie de posibilidades que limitan o potencian el hecho de permitir ciertas aproximaciones, contactos e interpretaciones del practicante para con la sociedad.
Desde esta perspectiva, algunas veces, las instituciones se convierten en meras administradoras y proveedoras de practicantes que se incorporan en programas de otras instituciones o entidades a partir de diseños específicos que responden a las misiones y visiones ajenas a las universidades y en otras veces compartidas.
Para tales casos, es necesario que las universidades diseñen sus propios programas de servicio social a partir de las lógicas: responsabilidad social y misión de la universidad. Esta última se encuentra ligada directamente a la vinculación con el entorno para propiciar un desarrollo sostenible que permita sobre todo a las comunidades construir un proyecto propio para direccionar hacia donde quieren llevar a las comunidades.
Muchos son los recursos que se necesitan y entre ellos se encuentra el humano; sin embargo, a la par del recurso humano, capital humano o como se le quiera definir, tenemos uno fundamental: el tiempo, el tiempo representa la posibilidad de compenetrase con la comunidad, entender sus ritmos, lógicas y problemáticas, alcanzar a percibir sus estructuras, cosmovisiones y en general significa integrarse con ella para caminar a la par con la mira a una modificación existencial que no genere choque o ruptura, sino un cambio gradual que se acota con el acompañamiento desde la pertenencia a la comunidad con la cual se trabaja.
Desde esta perspectiva, la integración del prestador a la comunidad es una necesidad y requisito ineludible para tres actores: la comunidad, el estudiante y la Institución de Educación Superior (IES) en cuestión. Para cubrir una estrategia de tal naturaleza, se requieren recursos económicos y sobre todo, generar programas que no sean de cobertura vacacional o temporal, pues estas lógicas de trabajo, aunque con los años producen integración con las comunidades, emiten el mensaje de lo externo, de lo extraño, de lo fuera de lo “nuestro” y habla de los que vienen y se van.
Se puede hablar de una ruptura de la continuidad temporal que conlleva ruptura de integración, de flujo continuo con la comunidad. Sin duda alguna este es un reto considerable que implica la problemática de lograr conciliar los tiempos académicos, los propios del proyecto de vida de los prestadores y los tiempos-recursos de las IES.

*Profesor–investigador de la Universidad Pedagógica Nacional Unidad 113 de León, Gto. [email protected]

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