Dictadura organizacional
Carlos Arturo Espadas Interián*
Las figuras que ocupan puestos de poder, que no de autoridad. La autoridad se gana con el respeto que se genera en los equipos de trabajo y sirve para hacer crecer a cada integrante en la dimensión laboral y humana. La autoridad genera líderes; el poder, dictadoras y dictadores.
El poder, en cambio, es la ilusión de tener el control de todo, en el entendido de que su fuerza emana del sometimiento vía estrategias psicológicas, de control social o violentas. Ambas consisten en lograr neutralizar, eliminar y someter a los trabajadores, que no a los equipos de trabajo.
Desde esta lógica no hay equipos de trabajo, únicamente trabajadores a quienes se les indica, reciben instrucciones y realizan encomiendas tal y como les fue solicitado. No importa el equipo. Importa que se conduzcan desde los parámetros de realidad distorsionada de la dictadora o dictador.
Así podemos identificar las dictaduras organizacionales, en acciones como: no se proporciona información más allá de la que cada integrante necesita para operar, es decir, no se permite tener el panorama completo del funcionamiento y operación de la organización.
Los puestos directivos medios lo son únicamente para bajar información y realizar lo que se señale. No se constituyen equipos, solo células operativas que proporcionan las partes del producto para ser ensambladas y presentadas a nombre, claro, de la dictadora o dictador.
El poder destruye, impide la formación o genera estructuras, estrategias y acciones que neutralizan la libertad, creatividad profesional, gestión y vínculos relacionales de actualización. Busca anular el potencial profesional limitándolo a operaciones concretas, desarticuladas y específicas.
Enfrenta rápidamente cualquier rumor como cierto, lo encara de forma agresiva y amenazante. Detecta, distorsiona y neutraliza cualquier germen de organización, libertad de expresión y atrevimiento de enunciar lo que sucede en la organización.
Utiliza abiertamente los mecanismos de control social, sometiendo a las personas, parcelándolas, aislándolas y buscando generar sentimientos de desconfianza para que las personas sean vistas como culpables y se “autocontrolen” después de una serie sucesiva de sometimientos.
Ante cualquier iniciativa creativa, por pequeña que sea, se busca desgastar con procedimientos elásticos, aumento de requisitos, estrategias de neutralización y disfrutar ver cómo los integrantes de las organizaciones se desgastan hasta anularse o, en su caso, renunciar.
Este ejercicio se vive frecuente y lamentablemente en muchos centros escolares de todos los niveles. Es lamentable que se puedan identificar perfiles profesionales que son de campos formativos distintos a la educación que ocupan estos puestos directivos y se vivan como dictadoras o dictadores para someter a toda una comunidad educativa: mandos medios, directivos, personal de apoyo y estudiantes.
La desinformación, la falta de estructuras participativas y la formación de redes de comunicación que tienen la función de espionaje completan el panorama.
Las promesas mesiánicas de discursos vacíos y logros que no serán, así como usar las añoranzas de los actores y detectar sus debilidades, forman parte del juego psicológico de una realidad paralela a la que se desea lograr meter a toda la comunidad educativa.
*Profesor-investigador de la Universidad Pedagógica Nacional, Unidad 113 de León, Gto. cespadas1812@gmail.com