Deudas

 en Rubén Zatarain

Rubén Zatarain Mendoza*

Parte de los procesos formativos que se intencionan en educación básica en materia de formación cívica y ética tienen que ver con el desarrollo de habilidades sociales y con la preparación para la convivencia ciudadana.
Por ejemplo, en el nivel de educación secundaria, en la reforma educativa implementada con los resolutivos de Chetumal en 1974 en materia de planes y programas se integraron las disciplinas en el área de Ciencias Sociales.
Dos décadas de vigencia de la propuesta y con los tanteos del proceso de formación de profesores típico de la fase de implementación se atribuyó a la ausencia de un espacio curricular de formación cívica el tipo de jóvenes y sociedad mexicana que estaba por transitar a un nuevo milenio.
“Desde que se quitó el Civismo en las escuelas las cosas no andan bien” repetían voces en campañas políticas y en los medios.
El dedo flamígero fácil, el juicio hipócrita a la escuela pública, simplismo neoliberal para distraer intenciones reales; un sindicato de maestros con la mirada puesta en las ambiciones políticas de sus dirigencias, los albores de un modelo educativo que anunciaba la reinstalación del Civismo en educación básica como alternativa para mejorar la vida social.
Las cosas que permanecen igual o un poquito peor en materia de convivencia.
El problema de la formación del ciudadano para que integre valores en su comportamiento social y tome acertadas decisiones políticas no es tan fácil como incorporar una asignatura a una malla curricular.
La formación histórica, la formación cívica y la formación ética son necesarias y en las aulas mediadas por los libros de texto gratuitos y mediadas por un discurso del profesor simbólico y abstracto se forman o deforman las nociones importantes para el ejercicio de una ciudadanía objeto de deseo de intenciones políticas.
Hemos afirmado en otras colaboraciones que el ejercicio de la ciudadanía no se detiene en el cumplimiento de las responsabilidades electorales, no se detiene tampoco con los rudimentos que la institución escolar forma en materia de la dinámica social y política de nuestro país.
El moderno ciudadano ha de ser un lector incansable sobre la realidad nacional, sobre la realidad de la entidad federativa que habita, para que no se le arrincone como objeto de empeño en empréstitos de dudosa intencionalidad.
El ciudadano no puede reprobar la asignatura de elegir a sus gobernantes porque el costo es alto. No les basta la recaudación, ellos firman préstamos a nombre de todos.
El lento camino a la democratización de la sociedad ha sido costoso, ha sido frustrante. Gobernantes que toman sana distancia de las mayorías que les han creado.
Gobernados cuyo voto una vez contabilizado pasan a la invisibilidad, a la abstracción estadística.
Mareado por campañas electorales de coyuntura, de candidatos patrocinados por intereses superiores a los del pueblo mismo, el pueblo no puede caer siempre en el garlito de los poseedores del poder económico y de grupos universitarios familiares, que como cáncer corroen el presupuesto destinado a fines educativos y como cáncer multicolor consumen la savia de la esperanza, de la vitalidad social y política.
No es ético adquirir deuda en condiciones de emergencia.
No es bueno endeudarse y perder libertad en un falaz argumento de resolver contingencias presentes.
No hay derecho generacional.
La confianza del pueblo a su gobernante está en riesgo cuando éste prefiere el resplandor del oro a la obligación de servirle a los que menos tienen.
Los analistas nacionales y locales coinciden que no es conveniente hipotecar el futuro en las condiciones de emergencia como la que actualmente se viven. No debieran ser las cosas de la manera como recientemente han ocurrido.
Antes de adquirir deuda los poderes ejecutivo y legislativo tenían agenda por cumplir con el pueblo que se atrevió al cambio con las siglas partidistas con las que compitieron en la contienda de 2018.
El hartazgo tricolor y blanquiazul hizo virar la decisión hacia otra oferta política. Hoy la sensación colectiva es que fue un error. El cambio no ha redituado ni respondido a la expectativa y necesidad social.
El Movimiento Ciudadano, partido sin tradición estatal que despertó la esperanza, cae en el ocaso demasiado pronto con decisiones como las votadas en la parte alta de una pandemia que consume toda la energía.
La deuda adquirida toma con la guardia baja a la ciudadanía. Está concentrada en la satisfacción de las necesidades básicas, en la sobrevivencia.
No es momento para hipotecar más su mañana.
No es momento para hipotecar en visiones egoístas y cortoplacistas el proyecto de vida de las generaciones venideras.
El desarrollo social y económico de Jalisco no parte de la ilusa disposición de más recursos económicos. La gobernanza parte en primer instancia del oficio e inteligencia, de la irreductible misión social.
La oportunidad histórica es única y los retos son grandes.
Todos esperamos que el cambio anunciara el advenimiento de una forma de gobernar diferente y se tomara sana distancia de los tiempos coloniales de la Nueva Galicia, del territorio aquel donde se derrotó al ejército insurgente de Hidalgo, del Jalisco aquel donde se estuvo a punto de asesinar a Benito Juárez, del estado donde nació Victoriano Huerta y donde ha tenido cuna cálida el sinarquismo y la derecha más retrógrada y centavera, la entidad federativa de los personajes blanquiazules y tricolores aun con cuentas por rendir.
La real deuda histórica del gobierno con su pueblo persiste.
La agenda es larga y antes que la brecha entre gobierno y gobernados sea insalvable, hay que trabajar temas como autosuficiencia financiera y con energía generar acciones para:

• Disminución de la pobreza y aumento de la calidad de vida y del índice de desarrollo humano.
• Construcción de un sistema de salud no mercantil ni corrupto, garante del derecho humano a la salud, que haga sinergia con el entorno nacional y basado siempre en el progreso científico y no en la mirada cortoplacista de orden político.
• Evaluación de las políticas públicas en materia de salud. Respuesta de gobierno a temas como el Covid-19, dengue, entre otras.
• Mejora de la seguridad y respeto al estado de derecho. Operatividad de un sistema de justicia a favor de la gente. Sistema penitenciario garante de la vida y de los derechos humanos. Poder judicial ético.
• Educación de calidad, sin falsas pretensiones de modelaje preescolar y sin alardes de tecno boys colonizados de plataformas, televisiones y otras rarezas sin puentes pedagógicos.
• El tema ecológico. La estructura y eficacia de las instancias gubernamentales y temas como el agua, el tratamiento de la basura, el bosque de la primavera, el lago de Chapala, el saneamiento del Río Santiago, el desvío de aguas para fines particulares.
• Transparencia del gasto público. El federalismo en materia hacendaria, las cuentas municipales, rendición de cuentas y costo-beneficio de la administración pública.
• Conclusión de obra pública como la línea 3 del tren ligero; licitaciones y construcción de carreteras y mantenimiento de la infraestructura.
• Promoción a la cultura, becas a creadores e incremento de la infraestructura para estos fines.
• Fortalecimiento a la democracia, asignación y distribución de partidas a instituciones políticas como los partidos, burocracia electoral, revocación de mandato, derechos humanos, gasto en propaganda gubernamental, etcétera.

La práctica de gobierno es también una escuela de valores para las nuevas generaciones, es también oportunidad para pagar o abonar a las deudas históricas.
Antes que el colapso axiológico y el desencanto total invada el imaginario colectivo e imposibilite la gobernabilidad, tendría que pensarse en un cambio de estrategia y en corregir el camino.

*Doctor en educación. Profesor normalista de educación básica. [email protected]

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