De muros, discriminación y reforma educativa

 en Mario Ramos Carmona

Mario Ramos Carmona*

“Mi táctica es hablarte y escucharte construir
con palabras un puente indestructible”
Mario Benedetti

Los muros históricos de la Gran Muralla China, de las áreas perimetrales de las ciudades europeas de la Edad Media, del Muro de Berlín y los muros del Estado Judío que segregan al pueblo Palestino fueron una protección a las invasiones, una división y control político social de las sociedades, pero en unos casos ha sido la segregación que busca apartar, concentrar en un espacio, controlar los ingresos y salidas de territorio tanto a los que están adentro como a los que están fuera.
El muro de Trump es discriminatorio, más, cuando pretende que los afectado lo paguen, los que no lo necesitan lo costeen. Es un muro que aparta, segrega y divide a dos naciones con grandes relaciones comerciales, culturales, organizacionales y familiares. Dos naciones con problemas complejos, dinámicas y compasión social muy diferentes, pero que han mantenido una relación de respeto y cooperación creciente.
Pero el muro de Trump, pareciera advertir que la relación con México es peligrosa, que deben de cuidarse de los inmigrantes mexicanos y centroamericanos que buscan trabajo en las ciudades americanas, empleos en los sectores rurales, agrícolas y en los locales de comida, donde no hay otra mano de obra más que las de los inmigrantes.
Sin embargo, el muro de Trump, con la justificación de que los indocumentados y migrantes han cometido crímenes contra niños y ciudadanos americanos, mostrando en televisión algunos casos, que habría que documentar, la defenestración del TLC, que en México la población lo había bautizado como tratado de libre entrega, es una oportunidad para recrearnos y buscar estrategias nacionales de desarrollo autónomo.
El proyecto de país que los gobiernos neoliberales desde Miguel de la Madrid hasta Peña Nieto han construido, es un modelo que depende totalmente de la inversión americana y la reforma educativa que está en ciernes también responde a esa idea de nación; una educación para la servidumbre, para diseñar mentalidades coloniales, formar recursos humanos eficientes para las empresas americanas.
Pero este modelo integrador hace eclosión con la política del muro, la segregación, el apartheid social y económico de Trump, la destrucción del TLC, por eso, es hoy la oportunidad de recrearnos, repensar el proyecto de país que queremos. Uno que sea menos vulnerable a las políticas externas, que dependa de sí mismo.
En la UNAM, un grupo de académicos y políticos, entre ellos Rolando Cordera han organizado un seminario de análisis para buscar reflexionar y construir alternativas para esta coyuntura que parece será duradera y apenas comienza. Todas las universidades deberían de estar reflexionando seriamente en escenarios sociales, económicos, políticos para el futuro. Nuestros académicos e investigadores, como los de la UNAM deberían de estar organizando foros, congresos, seminarios, para empezar a construir otro modelo de desarrollo nacional.
En educación, será fundamental la participación de los expertos, investigadores, padres de familia y alumnos en la conformación de una verdadera revolución educativa, que retome los grandes logros de los docentes y escuelas mexicanas y que este articulada esta educación con un proyecto de país, democrático, igualitario, libre, justiciero y que brinde oportunidades para todos.
La actual reforma no responde a los requerimientos actuales, de la coyuntura en la que estamos entrando a partir del quiebre de la etapa de la globalización financiera. Ojalá en el futuro podamos repetir las palabras de Benedetti y construir puentes para no sufrir con los muros.

*Profesor-investigador de la Escuela Normal para Educadoras de Guadalajara (ENEG). [email protected]

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