De muertos, festividades, recuerdos y tradiciones

Jaime Navarro Saras*

A Chata…

Llega el Día de Muertos y para ningún mexicano la fecha pasa desapercibida, en unos casos es por la tradición familiar y la cultura de México, en otros más es gracias al Agente 007 y a lo que Disney ha hecho con este festejo tan nuestro, gracias a que tuvieron que venir de fuera personajes ajenos a nosotros para darle otra dimensión a las cosas.
En las escuelas es común realizar festejos, levantar altares, organizar desfiles, exposiciones y redactar calaveritas para burlarnos de la muerte de manera jocosa, de igual manera, es un día de asueto en el calendario escolar y el cual es utilizado para visitar los panteones y poder rendirle ofrendas a los seres queridos que ya no están con nosotros físicamente.
Es una fecha de todo colorido, sobresalen el rosa, el morado, el naranja, el negro y el fuego de las veladoras, además del aroma del copal y los diferentes alimentos ofrecidos a las ánimas que regresan a convivir con sus seres queridos que todavía respiran y disfrutar de cada bocadillo que compartían cuando aún eran parte de la vida.
A pesar de tanta comercialización del Día de Muertos, al final de día sabemos que es un festejo nuestro y de cual podemos presumir a propios y extraños porque no hay otro que se le asemeje en el mundo, además cada año es mayor la cantidad de personas que se involucran para la realización de los festejos, tanto en lo púbico como en lo privado.
Hubo un tiempo que el Día de Muertos competía con el Halloween, principalmente en las escuelas que no eran de gobierno, así como en las poblaciones fronterizas y en las familias de altos ingresos, esa batalla la terminó ganando la tradición mexicana desde hace por lo menos 10 años, aunque todavía suelen aparecerse en algunas escuelas los festejos estadounidenses y, qué decir de la cantidad de niños que visitan las casas disfrazados de brujas, magos o personajes de las películas americanas a pedir dulces la noche de 31 de octubre en alusión al Halloween, cuyo significado es “la víspera de todos los Santos”, cuyo festejo de éstos es el 1º de noviembre, un día antes del Día de Muertos.
Cada mexicano lo vive a su manera, a algunos les basta una veladora prendida a un lado de su ser querido, otros más le adicionan flores, y unos más lo realizan en grande, con altares propios de cualquier concurso y se quedan a velar toda la noche o parte de ella tal como se realiza en estados como Michoacán.
Sigamos pues, festejando y promoviendo este tipo de festividades, ya que al hacerlo ayuda para que nuestra cultura e idiosincrasia no muera y se quede en el olvido, mucho menos nuestros muertos que siguen en nuestros recuerdos por siempre.

*Editor de la Revista Educ@rnos. [email protected]