De muchas consultas, pocas decisiones y cero acciones
Andrea Ramírez Barajas*
El día de ayer (27 de febrero) en el Senado de la República se llevó a cabo la última etapa de consulta sobre el curso de acción que tendrá la nueva propuesta de Reforma Educativa del gobierno de AMLO. Dicho evento, de nuevo fue una pasarela que da lugar a las diversas voces y propuestas de investigadores, instituciones públicas. Organismos de la sociedad civil y sindicatos (ahí estuvo el SNTE por supuesto) con el oportunismo que lo ha caracterizo desde hace muchos años.
Esta última fase de la consulta ratifica el ejerció que el gobierno federal ha venido haciendo desde hace algunos meses, consulta a muchos, convoca a quien quiera participar, pero decide poco o no decide y, menos aún actúa en consecuencia. Ahí estuvieron los nuevos personajes del gobierno actual, el de educación superior, media superior, básica y formación docente, etcétera.
A diferencia de lo que pasaba en sexenios anteriores, en donde los técnicos al servicio del sistema sustituían a los ciudadanos y a los interesados en los temas de educación y diseñaban a su modo la propuesta de política educativa sexenal. El actual gobierno federal se ha ido hasta el otro extremo, muchas voces, muchos ciudadanos, muchas propuestas pero muy pocos acuerdos y cero acciones en función de lo que se pretende hacer.
El gobierno federal está inaugurando la política de la fanfarronería simple, es decir, sobre los asuntos nodales de la política pública hacer consultas a modo y supuestamente opera en función de la mayoría simple de dicha consulta. Me parece que en política las cosas no se hacen así o no debieran hacerse así, la consulta es un ejercicio muy importante porque permite pulsar el sentir y hacer un recuento de los puntos de vista provenientes de la ciudadanía, pero hasta ahí, la esfera de gobierno es otra cosa, es el espacio en donde se combinan las decisiones con las acciones de cara a lo que se necesita, se requiere, se demanda y a lo que los ciudadanos esperan en consecuencia.
Me parece que en educación comenzamos a entrar en la etapa de la saturación de las voces (muchas voces y muchas propuestas), en torno a un mismo asunto pero muy pocas decisiones relacionadas a lo que se necesita. Esto, a qué le va a llevar al gobierno federal, a decidir en función, no de lo que la gente dijo sino en función de sus puntos y sus áreas de mayor interés.
En educación hay prioridades y dichas prioridades deben atenderse consecuentemente, cómo, con el diseño y puesta en circulación de políticas públicas que sean congruentes con la agenda de gobierno.
Los temas centrales de la consulta han sido entre otros: financiamiento, formación docente, atención educativa a grupos vulnerables, autonomía de las instituciones, democracia sindical y, sobre todo, suspender la evaluación punitiva, tener claridad en la propuesta de reformas educativa etcétera. La agenda de nuevo ha sido acotada y vista desde un formato descaradamente centralista, en los estados, en cambio, se pretende emprender una lógica diferente. El gobierno de Enrique Alfaro, por ejemplo, imita pero trata de desmarcarse y poner su toque personal a la reforma educativa federal refundada de Jalisco, en el ámbito federal se pretende la cuarta reforma de la educación, o la reforma educativa de la cuarta transformación (estoy siendo sarcástica por repuesto).
¿Qué uso se le dará a los resultados de la consulta?, el tiempo pasa y un sexenio sólo tiene seis años, menos el tiempo que se pierde en grillas, en negociaciones, en afinar técnicamente los documentos sectoriales en turno, en negociar con los grupos para que apoyen la iniciativa con esto ya se fueron dos años, quedan cuatro, ¿qué se va a hacer en sólo cuatro años de un sexenio que es el verdadero margen que se tiene para desplegar un proyecto estratégico gubernamental? Lo peor que puede hacer es seguir consultando sin hacer nada más que eso.
*Doctora en educación y consultora independiente. [email protected]