De amor, amistad y afectividad en la adolescencia
Rubén Zatarain Mendoza*
La dimensión afectiva emocional emerge y hace su fiesta en el periodo de la adolescencia.
Las formas de ser y estar en el mundo cambian en esta etapa, cambian las formas relacionales, cambia el autoconcepto.
La adolescencia es una etapa en donde los intereses afectivos y emocionales irrumpen con particular intensidad.
Los centros escolares a donde concurren lo evidencian de variadas formas.
Basta una mirada a los convivios que en razón del valor de la amistad y de los indescriptibles sentimientos alrededor de la noción integradora llamada amor, acontecen en los espacios educativos de la escuela secundaria y en las escuelas de bachillerato.
Los días alrededor del 14 de febrero son propicios para la expresión poética, la comunicación, la interacción oral y escrita entre los géneros; son propicios para festejar a San Valentín con flores, chocolates, cartas, tarjetas y regalos de distintos costos y de mensajes e intencionalidades diversas.
Días propicios para reflexionar sobre corazones inertes y palpitantes imaginariamente.
Corazones rojos de papel de distintos tamaños y decoraciones en representación de las distintas prácticas del amor de sus distintos autores; de las distintas manifestaciones del sentir en materia de amistad con presencias y aislamientos.
La adolescencia, una noción joven en el debate de ideas psicopedagógicas atribuible al psicólogo norteamericano Granville Stanley Hall (1846-1924): “La adolescencia es un nuevo nacimiento, ya que con ella nacen rasgos humanos más completos y más altos”.
La urgente comprensión de sus emociones, la urgente necesidad de su educación integral en el marco del eje articulador de la vida saludable que contempla la educación sexual, nutricional e inteligencia emocional.
La transición de la infancia a la preadolescencia y a la adolescencia misma se caracteriza entre otros aspectos por la maduración de caracteres sexuales y por la intensificación de los intereses y acercamientos amorosos, hormona es comportamiento social y comportamiento entre iguales es hormona.
Cupido, Psique, Eros, San Valentín, Romeo y Julieta entre otros personajes míticos o literarios se reciclan y juegan una lucha troyana simbólica en los cuerpos y pensamientos del ser adolescente.
La práctica y el enriquecimiento de las formas relacionales y de la amistad intragénero es también una cualidad de este estadio de edad, ayer, hoy y mañana la amistad y el amor serán vehículos y pretexto para aporrear los teclados de las pantallas de los teléfonos móviles y activar redes sociales como whatsapp o telegram, entre otras.
La escuela y la post pandemia, la escuela y la línea de trabajo de lo socioemocional, los días nuevos, las historias personales que moldean sentimientos.
La afectividad en emergencia y la intensificación de la vida social y emocional debieran ser vehículos pedagógicos por aprovechar en los objetivos de formación en la dimensión cognitiva.
La dimensión socioemocional también debe ser objeto de educación en un marco amplio de formación de las potencialidades del ser humano, aunque la formación continua del magisterio sea asistemática e intermitente en este objeto de estudio y se haga poco para fortalecer la transformación de la práctica docente en este tema.
Extender la mirada sobre las adolescencias y sus formas de convivencia en los entornos escolares reta la comprensión y reta nuestros instrumentos de formación psicológica.
Muchos elementos del fracaso escolar o del rezago escolar en cada una de las biografías, tiene que ver con el autoconcepto, con la autoestima, y muchos acercamientos explicativos tienen que ver con el capital afectivo que se trae desde el hogar, desde la infancia.
Muchos elementos de la formación de la propia valoración del educando y de seguridad personal para establecer relaciones de amistad o románticas tienen que ver con el nivel de habilidades sociales construidas en sus propias biografías.
El mundo escolar, sus rituales y el simbolismo antropológico del grupo y las individualidades demandan más capacidad de adaptación a los adolescentes de personalidad introvertida, a quienes se les dificulta establecer relaciones sociales sanas.
Las múltiples redes sociales por identificar en el salón de clases, en el patio cívico, en las canchas deportivas, los ritmos y los momentos relacionales fuera de la escuela, las historias emocionales que las más de las veces desconocemos e interpretamos mal.
Los adolescentes hacedores de amor, la construcción de su valía como seres humanos en perspectiva.
Los adolescentes, maestros y maestras en el arte de hacer amistad, en el arte de educarse mutuamente.
La violencia controlada entre amigos como demostración de afecto, los juegos de manos, los pleitos y la violencia de sus odios, la competencia inicial entre iguales por la pareja, por los amores platónicos.
El portaobjetos de realidad, la elocuencia de la selección social, las estrategias diferenciadas entre géneros para pelear, para demostrar amistad, la descolonización clasista para emanciparse de las formas mercantilizadas y cosificadas del arte de amar.
La relación humana entre adolescentes no está exenta de pleitos, no está exenta de grupos de pertenencia de integración y exclusión.
Los pleitos entre niñas, niños y adolescentes, reales, físicos, virtuales, los retos de la disciplina, los retos en las redes sociales, la emergencia pedagógica y la formación del respeto y del diálogo como medio pacífico de resolución de desencuentros.
La necesidad de hacer intervención didáctica oportuna y sistematizada para la apropiación y práctica de las habilidades sociales, alimentar la cultura pedagógica y para discutir y atender la educabilidad de las emociones y afectos.
Como afirma Louise Janet Kaplan en su libro Adolescencia: el adiós a la infancia (1984) “La adolescencia representa una conmoción emocional interna, una lucha entre el deseo humano eterno a aferrarse al pasado y el igualmente poderoso deseo de seguir adelante con el futuro”.
El auténtico reto de formar para la convivencia armónica y edificante. Enseñar a hablar emociones, enseñar a escuchar y percibir las emociones del otro.
Los adolescentes y el reto de formarse en entornos que complican la construcción del desarrollo armónico e integral, en entornos sociales donde el amor dicho dista del amor practicado; la adolescencia como oasis donde aún tiene rasgos de autenticidad las expresiones de amistad.
Los iguales, ese espejo donde se construye identidad propia y de grupo, sentido de pertenencia, emulación y competencia.
Las biografías afectivas y emocionales, el desafío de diseñar la formación continua de los maestros y las maestras, la formación del ambiente y del clima escolar para promover una formación afectiva y emocionalmente equilibrada.
*Doctor en educación. Profesor normalista de educación básica. [email protected]
Agradecer la donación de su palabra De. Rubén con relación al desarrollo de lo afectos en la edad adolescente. Recupero una frase de Humberto Maturana: “La emoción que constituye la coexistencia social es el amor. Esto es, el dominio de aquellas acciones que constituyen al otro como un legítimo otro en coexistencia con uno y nosotros.
Los seres humanos nos hacemos seres sociales desde muy temprana edad en la coexistencia social en familia”.
El sentido de pertenencia tan necesario en el desarrollo de los afectos de las y los adolescentes como escenario de la construcción de su propia identidad y autoestima.
El sentido de pertenencia tan necesario en el desarrollo de los afectos de las y los adolescentes como escenario de la construcción de su propia identidad y autoestima.