“Cualquiera puede ser rector”

 en Rodolfo Morán Quiroz

Luis Rodolfo Morán Quiroz*

 

Durante varios meses conservé en mi espacio universitario una nota periodística que citaba esta frase de Trino Padilla, tras algunos cambios, hace varios sexenios, en la normativa de la Universidad de Guadalajara (UdeG). Vale la pena reflexionar en el desempeño de quienes desempeñan los cargos que llevan ese nombre en las universidades, o de quienes cumplen funciones directivas en general en las instituciones de educación superior. En la Universidad de Guadalajara, algunos rectores de centro ocupan ese puesto desde mayo del 2022, aunque algunos están en ese cargo desde tiempos inmemoriales. El actual rector general de la UdeG dejará el cargo en 2025. En semanas recientes se convocó a la renovación del cargo en la principal universidad del país. Aunque lleva el término “nacional”, no tiene unidades y planteles en todo el país, sino únicamente en una escasa cantidad de entidades federativas. De los 36 centros enlístanos aquí (https://institutokepler.com.mx/conoce-todos-los-campus-de-la-unam-y-las-carreras-que-se-imparten-en-ellos/), casi una veintena de ellos se ubican en Ciudad Universitaria, ubicada en la Ciudad de México. Uno en Xochimilco, otro en Coyoacán y un tercero en Iztapalapa, también en la capital del país. Cuatro más en el Estado de México. Así que en el resto de la nación, fuera de la gran metrópoli junto a la capital del país, se ubican centros en León (Guanajuato), en Cuernavaca y en Temixco (Morelos), dos en Mérida (Yucatán), en Ensenada (Baja California) y uno en Juriquilla (Querétaro). Algo así como en algunos deportes existen ligas “mundiales” que sólo están en el país estadounidense, esta universidad “nacional” tiene poco alcance en el país. De cualquier modo, la noticia del cambio de rector en la UNAM ha tenido resonancia en los ámbitos de la educación superior. El 21 de agosto de 2023 se publicó la convocatoria para que se pronuncien los posibles sucesores, de los cuales llegará uno al puesto en noviembre de este mismo año. En la UNAM, el cargo se ejerce por cuatro años y para ocuparlo se requiere: ser mexicano por nacimiento, tener más de 35 y menos de 70 años, poseer un grado universitario superior al de bachiller, “haberse distinguido en su especialidad, o haber prestado servicios docentes o de investigación en la Universidad, o demostrado (…) interés en los asuntos universitarios”, además de “gozar de estimación general como persona honorable o prudente” (https://elpais.com/mexico/2023-08-21/como-se-elige-al-nuevo-rector-de-la-unam.html).

Ya todo eso no lo cumple “cualquiera”, ni quien quiera serlo podrá llegar así como así.

Hace ya un tiempo se publicó un artículo de Imanol Ordorika (2015) en que se detalla cómo se eligen los rectores en distintas instituciones: (https://www.elsevier.es/es-revista-revista-educacion-superior-216-articulo-eleccion-rector-panorama-internacional-S018527601500103X), Como puede verse, no todas las universidades eligen de la misma manera ni en todas hay los mismos grados de democracia para la elección de quien presiden el Consejo Universitario (que es la verdadera máxima autoridad en muchas de las universidades), y ni siquiera duran en el puesto la misma cantidad de años o tienen las mismas posibilidades de reelección para periodos consecutivos o alternados.

La pregunta que cabe plantearse es si son intercambiables las personas que llegan a ese puesto, como haría suponer el término de “cualquiera” (que no es lo mismo que “quien quiera llegar a ocupar el puesto, lo ocupará porque quiere”). Para comenzar, ya vimos que hay requisitos que marcan las distintas normativas universitarias o de otras instancias de las que dependen las instituciones educativas (por ejemplo, de gobiernos cuyo alcance se extiende al nombramiento del funcionarado de la educación superior). Ya con eso eliminaríamos una gran porción de los posibles aspirantes. Como demuestra Julio Frenk, que es rector/presidente de una Universidad en Estados Unidos, no era necesario que fuera ciudadano de nacimiento de aquel país para ocupar tal cargo. Por otra parte, me interesa enfatizar una diferencia que mi amigo Arturo Santiillanes, consultor para organizaciones en general, plantea entre líder y directivo: no por ocupar un cargo se es líder, ni tampoco se deja de ser líder por no ocupar una posición directiva. Así, para Santillanes un líder asume la responsabilidad de ser el ejemplo, positivo o negativo, para tu equipo de trabajo. Además, un líder se comunica de manera distinta con cada una de las personas con las que colabora: no podemos, afirma, “liderar igual a todos y cada uno de nuestros colaboradores cuando son individuos que tienen necesidades totalmente diferentes y sus lenguajes para comunicar diferentes emociones de igual manera pueden ser distantes”. Me permito resaltar que “el líder no necesita un nombramiento ni una señal o característica especial para iniciar a ser líder puesto que inspirar, apoyar y guiar son actividades que puede iniciar cada uno de nosotros sin la necesidad de un nombramiento oficial”.

Esta distinción entre líder o directivo tiene un paralelo en el razonamiento de Max Weber (1864-1920) cuando plantea las categorías de “profeta” frente a la de “sacerdote”. En pocas palabras, el profeta tiene un don especial (un carisma) que atrae y le permite mostrarse como guía y ejemplo, mientras que el sacerdote se dedica a repetir y seguir el camino. La disyuntiva entre vislumbrar y crear nuevos horizontes o mantener la rutina es algo que suele plantearse a los directivos de distintas organizaciones, entre ellas, las universidades. Innovar no es empresa fácil cuando los humanos estamos acostumbrados a encontrar regularidades en nuestras vidas diarias y nos da por continuar haciendo los trabajos que ya sabemos. O, al menos, las partes de nuestros trabajos que nos gustan y gratifican. Y evitamos realizar las partes a las que les vemos poco sentido. Así que siempre estamos, individual y organizacionalmente, en la disyuntiva de hacer las cosas “como siempre se han hecho” o “poner en práctica alternativas” que podrían implicar un esfuerzo de aprendizaje, o plantear la necesidad de encontrar otros expertos e incluso quitar de la organización a personas que saben algunas cosas para las que ya no se requiere que se apliquen. Pienso, por ejemplo, en que hay organizaciones en que ya no se necesita de una persona que sacude y lave los borradores que se utilizaban para retirar el polvo de gis de los pizarrones.

Ya veremos qué sucede en la universidad (supuestamente) nacional que no alcanza para toda la nación. Por lo pronto, cabe preguntarse si la sucesión que se vendrá en la universidad pública con relativo alcance en todas las regiones del estado de Jalisco en el 2025 se ajustará a prácticas distintas tras la muerte, en abril de 2023 del “factótum” Raúl Padilla López, de quien se contaba en pasillos y sobremesas que evaluaba, aprobaba y “palomeaba” a quiénes ocuparían los puestos de la Universidad de Guadalajara, desde Rector General, Rectores de Centros Universitarios y otra serie de puestos directivos más.

Entre los aspirantes y suspirantes podemos pensar en algunos que, se dice, estaban ya destinados a ocupar puestos en diversos niveles de la universidad pública de Jalisco. De algunos, conocemos sus trayectorias ascendentes, que suelen asociarse con su cercanía en la colaboración con quien también era llamado simplemente “el licenciado”. ¿Habrá dejado el “líder moral” los criterios que aplicaba para la selección de los directivos de la administración central y de los centros universitarios? Aun cuando hay una normatividad universitaria explícita para la elección de esos funcionarios (a veces un poco dis-funcionales educativa pero no políticamente), faltaría ver si habrá criterios relativamente ocultos, pero que se podrían “reconstruir” al darse a conocer quiénes ocuparán los cargos. En su momento habremos de hacer un análisis para identificar el contraste o la similitud con los nombramientos de directivos en las escuelas de formación de docentes en la SEJ, como ya se ha comentado en diversos artículos en esta misma revista, que no necesariamente se ajustaron a las normativas, sino a los criterios políticos y de camarilla del grupo a cargo de las escuelas en el estado.

¿Habrá elección o selección? ¿Se hará una búsqueda, o se recurrirá a un proceso de reclutamiento o será la carrera en la universidad lo que defina quiénes ocuparán los cargos, de rector para abajo y del prefecto para arriba? Habrá que ver qué aportarán o en qué se opondrán los contestatarios y si dominarán los personajes asociados con el “liderazgo” de Raúl Padilla. Como hemos observado, tras su muerte, se expresó un conflicto entre estudiantes paristas y el rector del centro universitario de ciencias sociales y humanidades (CUCSH) en el periodo vacacional de verano de 2023. A estas manifestaciones de desacuerdo se sumaron estudiantes de otros centros universitarios. Habrá que ver si las voces disidentes entre docentes, trabajadores administrativos y de los estudiantes implicarán cambios en la lógica de la sucesión para el 2025.

Por lo pronto, estamos a tiempo para observar la eficiencia de los directivos de los diferentes centros universitarios. En unos meses más, comenzaremos a ver a algunos personajes que se placearán, se darán “baños de pueblo” con docentes, trabajadores o estudiantado e incluso comenzarán a lanzar alguna que otra idea que los haga resaltar respecto a otros “suspirantes” a la rectoría u otros puestos directivos. Vale la pena plantearse si sería posible impugnar los procesos, como se analiza en este documento, referente a otra universidad en el país, la Universidad de Guerrero: (https://tecnologias-educativas.te.gob.mx/RevistaElectoral/content/pdf/a-2010-04-006-465.pdf) ¿Seguirá siendo verdad que en las elecciones de las dirigencias de los partidos políticos y de los sindicatos sí puede intervenir el Estado en la solución de conflictos electorales, mientras que en las universidades públicas no es así? ¿Podrán presentarse quejas ante las instituciones encargadas de vigilar las elecciones para reponer procesos dentro de las universidades? Ese artículo afirma que la autonomía universitaria no implica que las fuentes de financiamiento no puedan fiscalizar en qué se gastan los recursos aportados. El autor de ese texto concluye que (específicamente): “el Tribunal Electoral del Estado puede conocer y resolver a través del juicio electoral ciudadano sobre la elección de rector de la Universidad Autónoma de Guerrero”. Cabe plantear: en la Universidad de Guadalajara, ¿será el nuevo rector una expresión de “continuidad”, como propone el actual presidente de la república? ¿O será un líder que abra nuevas áreas de actividad y de relación laboral en la universidad? ¿Se pretende, como en el caso de la presidencia de la república, la actuación de una casta de “sacerdotes”, o habrá oportunidad de nuevos liderazgos desde un carisma renovador?

 

Otros procesos de elección de autoridades en el mundo:

 

 

Normatividad de la UdeG para la elección de rector general: (https://rectoria.udg.mx/rectoria/facultades-atribuciones).

Comentarios
  • Alicia Gonzalez Romero.

    Interesante reflexión. Hay dos cosas que analizar. Las innovaciones deben ser pausadas. De lo contrario llevarán al caos. Segunda. Una cosa es que cualquier a puede ser rector y otra que quiera ser rector.
    En lo que respecta a los liderazgos, me parece que es que puede haber sin querer serlo. .

  • Eva Guzman Guzman

    buen articulo. Ya tienes el capitulo de la U de G que vamos a publicar?

Escriba su búsqueda y presione ENTER para buscar