Control de la investigación

 en Carlos Arturo

Carlos Arturo Espadas Interián*

Los procesos formativos para la investigación no se dan en el vacío. Por ser acciones de posicionamiento político, económico, ideológico y social, entre otros, requieren, además del desarrollo de habilidades intelectuales, gestoras, técnicas y educativas, un componente fundamental: formar parte de los circuitos de generación y producción del conocimiento.
Estos circuitos están dominados por grupos de poder enquistados en las Instituciones de Educación Superior (IES), instituciones consolidadas para el financiamiento y promoción de la investigación, así como en figuras independientes que han tejido redes a partir de redes históricas de apoyo y que tampoco están solos.
Investigar, publicar, impartir conferencias y demás actividades derivadas de la primera únicamente se pueden realizar –con valor curricular, económico y político–, dentro de estos circuitos. Todo lo que se realice fuera de ellos no es más que investigaciones “caseras”, publicaciones apócrifas o, en el mejor de los casos, intentos por posicionarse en el ecosistema académico.
En estos circuitos compiten las fuerzas de poder de los campos disciplinares en las figuras de sus perfiles profesionales y posicionamientos en los ecosistemas económicos, políticos, militares, mercadológicos, culturales y demás.
En las IES pueden haber, en el mejor de los casos, programas de formación de investigadores, pero estos programas pierden efectividad cuando se encuentran con las estructuras viciadas y que controlan los “mercados intelectuales”.
No importan los laboratorios de análisis de datos cuantitativos y cualitativos –software con licencias y equipos–, programas como semilleros de investigadores, co-investigación, revistas universitarias –si no están posicionadas y cumplen con los requisitos–, exigir investigaciones y demás.
Se requiere absurdamente alinearse a eventos académicamente “reconocidos”, por ejemplo, en nuestro país el COMIE –que por cierto deja mucho que desear–, apegarse a los “cánones” de investigación como el famoso citado APA, que por cierto es de un campo del conocimiento humano específico y que resulta ser un buen negocio por la venta de sus actualizaciones en formato de manuales.
La solución: empujar masivamente, desde cada IES, de forma independiente, primero y, de forma colectiva después, mecanismos, eventos, instrumentos y citados –porque hasta en eso hemos perdido autonomía– que abran espacios libres y gratuitos, donde no existan beneficios económicos y cuyo motor sea el intelecto, la academia y el crecimiento de la civilización humana.
Considerando siempre que hay elementos que no pueden parcelarse, como los paradigmas, criterios de verdad, metodologías y sustentos epistémicos, entre otros, y que esos, como dijera Kuhn, cambiarán a partir de las revoluciones científicas, y que, por cierto, la ciencia desde hace décadas está en crisis.

*Profesor-investigador de la Universidad Pedagógica Nacional, Unidad 113 de León, Gto. [email protected]

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