Contra la didáctica digital irreflexiva
Rubén Zatarain Mendoza*
En un fin de ciclo escolar normal, los meses de junio y julio son meses de calendarización de exámenes profesionales para la obtención del título profesional en las distintas licenciaturas que tienen como proceso formativo las habilidades para la docencia necesarias al magisterio de los niveles de educación básica.
Por la naturaleza de la contingencia las instituciones formadoras de maestros también tendrán que re-crear sus procesos de titulación, tendrán que generar mecanismos para desahogar los procesos de conclusión de los nuevos licenciados.
No hubo mucho tiempo de retroalimentar espacios curriculares, contenidos y metodologías para complementar la formación de los nuevos maestros y maestras con formación excedente en materia de salud, prevención y sobre todo con herramientas y habilidades digitales que serán imprescindibles en la siempre frágil institución escolar, amenazada por la pandemia actual del SARS-COV 2.
Es tiempo de cosecha, –valga la analogía– de nuevos maestros y nuevas maestras.
El ejercicio profesional del magisterio se integra por partes muy finas que rebasan las mallas curriculares establecidas. El común de docentes al ingresar al servicio hablan del shock de la práctica, de la distancia entre lo aprendido en aulas normalistas y del educando real, del grupo escolar con su conjunto de variables en juego, con su conjunto de expectativas diferenciadas.
Es cierto, hay necesidad de estudiar las ciencias humanas trascendentales del campo educativo como la Psicología, Filosofía, Administración, Historia, Antropología, Sociología, por mencionar algunas.
Hay necesidad también de revisar cuestiones prácticas como planeación o el dominio del marco normativo del proyecto educativo mexicano, estrategias de enseñanza e instrumentos de evaluación, hay necesidad de estudiar didácticas especializadas como matemáticas, lectoescritura, ciencia, artes y valores.
Se impone también formar habilidades de investigación para formar sujetos hacedores de conocimiento y superar el estadio prolongado del paradigma reproduccionista creador de consenso social alrededor de un proyecto de variables fines educativos.
La formación docente debe ser rica en didáctica de habilidades blandas, de pensamiento y sociales, como trabajar en equipo y en diálogos profesionales físicos y virtuales.
Tal vez la coyuntura pandémica que vivimos es una oportunidad para retroalimentar la propuesta formativa tan esperada en las instituciones formadoras de docentes y fortalecer competencias digitales básicas. Sobre este habrá que decir que la escasa evidencia empírica de evaluación institucional de equipos, conectividad y uso cultural y pedagógico en aulas y bibliotecas ilustra que hay mucho por avanzar en competencias como:
• Pensamiento científico y crítico.
• Comprensión social y cultural.
• Encuentro y filtrado de información.
• Colaboración efectiva.
• Habilidades tecnológicas y evaluación.
• Creatividad e innovación.
• Comunicación pedagógica efectiva.
• E-seguridad.
La paradoja es que ya no existe el escenario de la escuela para la que fueron formados con prácticas profesionales, ciencia pedagógica y metodologías didácticas ad hoc a la Nueva Escuela Mexicana.
La generación de nuevos profesionales de la educación tendrá que improvisar racionalmente, tendrá que, de manera autodidacta complementar su formación para ser los educadores eficaces y comprometidos que demandarán las nuevas generaciones después de la pandemia.
Contra los riesgos de deshumanización que entrañan los poderosos medios digitales, una alternativa será la recuperación del maestro tradicional acompañante del proceso de aprendizaje.
No el magister dixit como presunción de aprendizaje, no el texto libresco como vehículo de acceso único a las aguas calmas del conocimiento, no el memorismo como recurso de zumba neuronal.
La recuperación del maestro tradicional en estos días de colonización digital va en el sentido de valorar su presencia, su mano hacedora de andamios para que el sujeto que aprende suba; la voz amable y el diseño de la estrategia para cada demanda de sus educandos, la recuperación del gis y del trazo en la pizarra que marca los ritmos de la explicación mínima y pausada cultivadora de atención.
La docencia contemporánea no debe ser vasalla de los medios tecnológicos a pesar del incisivo interés de los tomadores de decisiones por adorar el nuevo becerro de oro, por instaurar el nuevo software mareador a manera de canto de sirenas émulo falaz del buen maestro.
Si bien la tecnología educativa del último medio siglo ha cambiado el escenario del aula y siempre habrá una mirada empresarial o gubernamental con fines económicos para acercar los medios a la enseñanza, la experiencia dice que la sobretecnologizacion de la interacción didáctica no es recomendable.
Lo advertía de manera muy clara B. F. Skinner, pionero de la enseñanza programada, panacea modernizadora de nuevo cuño a la que se le rindió culto de muchas maneras y por varias generaciones de educadores: “El problema real no es si las máquinas piensan, sino si lo hacen los hombres”.
El nuevo maestro; si bien es ya una generación de nativos digitales no debe caer en la tentación tecnocrática de la enseñanza; esto es, en un conductismo simplificador y en una relación comunicativa emisor-receptor negadora de la estructura cognitiva de quien aprende.
El uso de medios digitales puede ser más eficaz para capturar con su colorido y sonoridad, pero puede conducirnos por senderos cerrados o laberintos sin salida. Contra la cosificación y el soliloquio de las pantallas, la apuesta es del lado de la socialización, del lado de las relaciones humanas necesarias a la construcción de nuestra hominidad en el nuevo contexto.
Ante el dilema de la escuela en la coyuntura de riesgo actual, los educadores debemos renovarnos y hacer uso del filos pedagógico lentamente adquirido para defender la noción de escuela, esperanza de ilustración, y no la escuela de Pedagogía ficción estilo Walden dos o del mundo feliz transhumanista.
Ante el dilema de las máquinas o el profesor, a favor de la docencia de calidad que forme usuarios críticos y reflexivos de los recursos tecnológicos sin perder los valores importantes y las habilidades sociales necesarias de las demandas crecientes de la sociedad mexicana.
Ante el riesgo de cosificación a través de la didáctica digital irreflexiva, la apuesta por un educador informado, analítico, sujeto de aprendizaje y sujeto de enseñanza del lado de quien aprende.
A favor del humanismo que no pierda de vista que el centro del proceso educativo y el sentido de la institución escolar es el alumno.
*Doctor en educación. Profesor normalista de educación básica. [email protected]
Muy buen artículo mi estimado Ruben
Felicidades Maestro Ruben muy bueno su artículo y totalmente de acuerdo con usted
Saludos
Verónica Ávila
Directora
Benemérita y Centenaria Escuela Normal de Jalisco
Mi estimado Rubén: claro me queda tus conceptos (bien vertidos) en los tiempos que vive el normalismo sin embargo se ponen vigentes los pensamientos de viejos educadores que solían expresar aquello que decía el maestro se termina de formar en el banquillo y aquellos maestros que fue al revés IFCM y hoy se hace imprescindible que la autoridad educativa complemente la formación docente con estrategias de complemento con los futuros educadores de este país
Excelente reflexión, estoy convencido de la enseñanza presencial donde el alumno aprende del maestro y el maestro aprende del alumno para retomar o redireccionar los objetivos..