Conocer el significado y el significante es esencial
Verónica Vázquez Escalante*
Las ideas no nacen de la nada, se gestan gradualmente por las razones innumerables que aquí se puedan mencionar, aunque en realidad una se deslinda de otra. Coloquialmente podríamos decir que es “una cadenita” porque a través de la observación, innovación, querer emprender y sin perder el entusiasmo se alcanzan metas impensables.
Todo tiene como inicio una idea, lo cual es una representación mental de algo material o imaginario y así entonces, se puede entender que entra en juego el pensamiento abstracto. Tal trabajo es maravillosamente aceptado por la mente, pero cuando se quiere entender, difícilmente se alcanza tal conexión con uno mismo, luego entonces, hay otro binomio que es mente-cerebro.
Quienes tenemos la enorme fortuna de estar insertados en un campo laboral, educativo y comprendemos la monumental responsabilidad de cuidar y responder por el cargo que hemos aceptado, sabemos que trabajar esa parte no es sencilla, sin embargo es preciso saber que hay una carencia del reconocimiento de la diferencia entre dos conceptos como son el significado y el significante.
La experiencia nos muestra tristemente que estos conceptos no siempre están clarificados en los responsables de la educación, de la comunicación y aún en autoridades gubernamentales pero tiene una sencilla solución, leer para entender que existe un código de letras que se convierten en palabras que permita comprender el objeto del que se habla y/o del que se escribe. Claro, cuando se sabe de qué se habla porque entra en juego el conocimiento de lo abstracto.
Ahora bien, la vida tiene varias bondades y entre éstas, es que nos permite entender lo que alguna vez nadie nos explicó, permite aprender bien lo que sólo razonamos superficialmente pero si nos aferramos a no querer comprender pues es que no hay necesidad de saber, entonces se queda uno con su propia noción y resulta que nunca sabes, que no sabes.
Es relativamente sencillo vislumbrar que los alumnos de preescolar, primaria, secundaria, algunos de prepa y la minoría en licenciaturas aún no acierten la diferencia de tener claridad en el manejo del significado y el significante, sin embargo, los docentes tenemos la responsabilidad de llevarlos al punto de traspasar esa línea, lo que les indicará qué leen y qué entienden. Enseñarlos a escudriñar las lecturas y por consecuencia arrojaran escritos exitosos (según su nivel escolar).
¡Ah! Pero olvidaba algo, tal vez la persona que preside, modera o es facilitador/a de aprendizajes, en las sesiones correspondientes no tiene conceptos claros para clasificar la operación centrada en el objetivo a alcanzar de su meta o clase. Hay que recordar la frase célebre (John Cotton Dana, 1856-1929): “Quien se atreve a enseñar, nunca debe dejar de aprender”.
*Doctora en Ciencias de la Educación. Profesora de la Universidad Pedagógica Nacional, Unidad 145 Zapopan. [email protected]
Qué profundo y engañoso es el pozo de la ignorancia, que permite al ignorante vivir ajeno a las cosas que le son desconocidas, tal vez estás influyan en su vida…y son ignoradas. En contrasentido tenemos la responsabilidad del conocimiento que lleva a quien lo posee a involucrarse bajo el conocimiento mismo a favor del ignorante.
Espero explicarme, la Biblia habla de un juicio mayor para aquel que presume de tener el conocimiento.
Gracias Doctora Julieta por el comentario, en realidad usted da pie aquí, a una plática amplia y profunda porque efectivamente, la ignorancia no es el no saber, sino creer que se sabe.
Un saludo afectuoso