Comprender el tiempo
S. Lizette Ramos de Robles*
El tiempo es un concepto que engloba una gran complejidad y que para comprenderlo debemos recurrir a un enfoque transdiciplinario. Históricamente se considera que su origen y descubrimiento procede del terreno de la experiencia y que permitió al ser humano liberarse de la cíclica monotonía de la naturaleza, a la vez que lo ató a otra serie de medidas y de conductas. El hombre pasó de la observación sobre el correr de las sombras, de la arena, del agua y del tiempo mismo, al establecimiento del reloj y con él los segundos, las horas, los días, los meses, los años y así sucesivamente.
A pesar de las mediciones exactas del tiempo, nuestra comprensión del mismo es muy subjetiva dado que está asociada a las vivencias y las actividades de la vida diaria. La dimensión objetiva del tiempo está determinada por el reloj y el calendario; mientras que la subjetiva por nuestras sensaciones y percepciones: esperar, desesperar, hacer tiempo, perder tiempo, alargar el tiempo, darnos tiempo, tomar tiempo, dar tiempo al tiempo. El tiempo también puede tener medias de cantidad subjetivas expresadas en frases como: poco tiempo, mucho tiempo, suficiente tiempo, nada de tiempo, ahorita, al rato, al ratito.
En medio de todas estas connotaciones y situaciones asociadas al tiempo, ¿cómo podemos enseñar qué es el tiempo? La primera teoría sobre el desarrollo del concepto del tiempo asociado al aprendizaje la planteó Piaget a partir de tres estadios: tiempo vivido, tiempo percibido y tiempo concebido, que se han interpretado como tiempo personal, tiempo social y tiempo histórico. No obstante que esta teoría ha sido criticada, sentó las bases para el desarrollo de líneas de investigación relacionadas con el aprendizaje de la cronología desde distintas disciplinas como la historia, la geografía y la biología entre otras.
Para enseñar el concepto de tiempo a niños se recomienda empezar por la identificación de las manifestaciones del tiempo, es decir, propiciar la observación que permite dar cuenta que las cosas cambian (por ejemplo nuestro cuerpo, el entorno…). Asimismo se aconseja trabajar con el tiempo histórico, el cual puede partir de la comprensión del tiempo personal y hacer asociaciones con acontecimientos sociales y que construyen nuestra historia. El uso de las dimensiones del tiempo: pasado, presente y futuro ayuda al estudiante a comprender este proceso evolutivo así como a desarrollar habilidades para clasificar, ordenar, planear e imaginar. La fotografía, las pláticas intergeneracionales, el cine, los viajes, los cuentos, la observación detallada del entorno, entre otras, pueden ser actividades de gran valor para comprender el tiempo.
Tomémonos un tiempo para pensar sobre el tiempo y su enseñanza, quizá esto incluso nos ayude a reflexionar sobre el sentido de nuestra propia existencia.
*Profesora-investigadora del CUCBA de la UdeG. [email protected]