Cómo defender a las IES

 en Carlos Arturo

Carlos Arturo Espadas Interián*

El poder por el poder mismo no significa nada. Adquiere significado a partir de las derivaciones que conlleva. Las derivaciones se dan en pares contradictorios y excluyentes, por ejemplo: libertad de acción-sometimiento, riqueza-pobreza, verdad-mentira, honestidad-deshonestidad, entre otros.
Así, quienes llegan a lugares que implican el uso del poder, con todos los recursos institucionales a su disposición, tienen un compromiso fundamental: mantener el estado de cosas que implica mantener la estructura de sometimiento en favor de grupos que históricamente se han enraizado en el presupuesto público y chupado la sangre del pueblo, pueblo en sus formas diversas: estudiantado, profesorado, comunidades, pueblos originarios…
A muchos estratos y funciones sociales conviene mantener la estructura de sometimiento; por ello, en todos los sectores y clases sociales, profesiones y oficios, grupos religiosos y de organización civil, hay quienes dan mantenimiento a esa estructura, constituyendo con sus acciones, opiniones, descalificaciones y ataques directos o encubiertos a quienes trabajan y actúan por modificar esa estructura.
Las luchas sociales han enseñado que es posible poner freno a los embates de esta forma de vida parasitaria que se alimenta de las ilusiones y esperanzas de quienes aspiran a construir un mundo mejor y justo, en todos los ámbitos, entre ellos el educativo. El precio, en ocasiones es la vida. Recordemos, por ejemplo, a todos los sacerdotes que han sido asesinados cuando han participado directamente en la defensa del pueblo, tal es el caso de muchos Jesuitas y el domingo 20 de octubre de 2024, creo, el reciente caso, del párroco Marcelo Pérez, en San Cristóbal de las Casas, en el estado de Chiapas. Lo anterior sin mencionar a una larga lista de civiles que han tenido el mismo fin al participar como activistas y luchadores sociales.
La defensa en el ámbito educativo se ha materializado en movimientos estudiantiles y magisteriales, principalmente de las IES autónomas; sin embargo, en las formadoras de profesionales de la educación sobresalen las Escuelas Normales Rurales. Es necesario citar los casos del IPN en el 2014. El estudiantado y el profesorado, entre otros, se unen en contra, entre otras cosas, de la modificación del Reglamento del IPN, lográndose la renuncia de la entonces rectora Yoloxóchitl Bustamante Díaz.
Es decir, la comunidad educativa organizada puede detener cualquier embate de sometimiento. También hay que considerar la tradición de lucha de algunas IES, que tienen memoria histórica de resistencia, participación social y lucha, tal es el caso del IPN, UNAM y Escuelas Normales Rurales, entre otras.
Éstas y otras IES son ejemplos de lo que se puede hacer cuando la lucha se toma en serio, y se dejan de buscar posiciones políticas entreguistas o “neutrales”. ¿Qué falta entonces? Decisión, formación, vínculos, capacidad de movilización… En pocas palabras: auto-organización y acción conjunta, real, tangible y abierta a todo el pueblo de México. La lucha no solo es intelectual, hay que actuar.

*Profesor–investigador de la Universidad Pedagógica Nacional Unidad 113 de León, Gto. [email protected]

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