Cierre de semestre
Carlos Arturo Espadas Interián*
En estos días realizamos el cierre del semestre con entrega de productos finales y, en algunos casos, su exposición. Dentro de los elementos expuestos, las conclusiones llevaron a los estudiantes a considerar, entre otros, aquellos relacionados con la infraestructura y equipamiento en correlación con el impacto formativo y descubrieron la verdad que el Sistema Educativo Nacional (SEN), en voces oficiales de sus Secretarías, pretende ocultar: la calidad educativa o excelencia —como le dicen desde el sexenio pasado en un fallido intento de recuperación histórica— es cuestionable.
También correlacionaron directamente, sin necesidad de estadísticas, las ausencias de estudiantes con sus logros académicos. Estudiantes con asistencia accidentada que impide llevar ritmo y familiarizarse con actividades escolares; descubrieron que, generalmente, esos niños se encuentran atrasados –con respecto al resto del grupo– en su desarrollo académico, con todo lo que implica, entre ellos los procesos de socialización, integración grupal y demás.
Otro elemento descubierto es la persistencia de estudiantes en distintos grados académicos, que no pueden traducir grafías ni generarlas libremente –deben copiarlas, más bien dibujarlas– pues desconocen su significado.
Se puede decir que no es la generalidad de las escuelas, pero lo preocupante radica en la frecuencia de estas, por llamarles de alguna manera, incidencias, que quienes estamos involucrados en el campo de la educación sabemos y conocemos a la perfección.
Si lo mencionado preocupa, añadir las estructuras de las Secretarías destinadas a amedrentar, amenazar y someter al profesorado en lugar de brindar las condiciones –en sentido amplio– para realizar la docencia y funciones escolares diversas. Estas instancias generalmente se desconocen hasta el momento en que se presentan situaciones críticas donde el profesorado generalmente queda en estado de indefensión.
Encontraron profesores puntuales, preocupados por sus estudiantes, que cobijan a sus niños, apoyan y buscan maneras de trabajar; estudiantes dedicados, participativos, entusiastas; directivos honestos y demás.
Se podría seguir haciendo mención de diversas situaciones, tanto positivas como negativas, que engrosarían la lista; sin embargo, creo que todos en nuestro país sabemos lo que pasa en las escuelas y por ello es necesario mencionar nuevamente –como lo he realizado en otros artículos de opinión– que existe personal de esas mismas Secretarías: profesores, estudiantes y directivos en las escuelas que día a día se esfuerzan por realizar lo mejor posible su tarea en condiciones adversas, cuyo sacrificio y entrega pasan desapercibidos.
Como es sabido, se premia la complicidad, silencio, sumisión… en una frase, se premia la pérdida de sentido y razón. Nada nuevo, sin duda, pero necesario decirlo para que la sociedad sepa que debe trabajar a la par de las escuelas y el magisterio, porque de otra forma, sin las familias, es difícil pensar en un pueblo letrado y culto; un pueblo que ejerza la ciudadanía y la democracia.
*Profesor–investigador de la Universidad Pedagógica Nacional, Unidad 113 de León, Gto. cespadas1812@gmail.com