Características profesorales del siglo XXI

 In Carlos Arturo

Carlos Arturo Espadas Interián*

La función principal del profesorado tiene que ver con la preservación, reconstrucción, generación y mediación de la cultura y civilización. La transmisión, instrumentación y operación de modelos educativos, planes y programas de estudio, en general los diseños curriculares limitan las funciones profesorales.
Al final del siglo XX y principios del XXI, con la incorporación de elementos de referencia que lo fueron sin reconstrucción teórico-conceptual dentro del campo de la educación, surgieron líneas –que no matices–, que sustituyeron tradiciones que daban sentido a la labor del magisterio en México. Una de esas tradiciones se materializa en la denominación: apóstol de la educación.
El magisterio, apóstol de la educación, concretaba los diseños curriculares con las debidas adecuaciones, pero no era lo único; caminaba junto con estudiantes y comunidades donde se encontraba adscrito.
Ese caminar en comunión, a la par, tenía sentido cultural, político, social y humano; se hacía a partir de acciones para mejorar la vida, vida que en ocasiones era injusta y se debe recordar que el ser humano está llamado a ser libre, desde la dimensión religiosa: el libre albedrío; filosófica: libertad; pedagógica: tomar decisiones desde el conocimiento y la toma de consciencia; por mencionar algunos.
Ernesto Sabato menciona en una entrevista realizada en 1977 que “la persona quiere liberarse de las ataduras, revelarse contra la injusticia, no contra la jerarquía, porque la jerarquía se basa en la justicia”.
Así el magisterio debe, como mínimo, orientar e informar al estudiantado para que puedan revelarse contra las injusticias. El problema radica en la renuncia de la jerarquía a la justicia, porque lejos de considerar a la jerarquía como humana –ahora que está de moda usar este concepto, aunque en el fondo una fracción ignore lo que significa– y justa, representa estructuras, acciones y procesos de sometimiento; incluso los orquesta y cobija.
De ahí la indignación de las estructuras cuando el profesorado informa y orienta al estudiantado para que puedan tomar decisiones, cuando esa es una de sus funciones profesorales. La jerarquía distorsiona la labor docente y le llama manipulación, pero son incapaces de preguntarse por qué el estudiantado se moviliza, organiza y levanta la voz aún y a pesar de toda la cultura actual que cuaja en la autoanulación de la lucha, es decir, cómo es posible que actúen cuando todo está diseñado para que la juventud renuncie a su naturaleza.
A lo planteado se suma el concepto de libertad que nos vende la cultura actual, que la distorsiona y la coloca al lado del consumismo y la mal llamada “superación personal”. Esa cultura actual que se ha hermanado con campos del conocimiento humano que de forma antiética se suman para el control y ahí sin duda hay manipulaciones que curiosamente pasan desapercibidas y ese es el riesgo que vive nuestra humanidad el día de hoy, ese es el reto del magisterio mexicano, generar una práctica y saberes pedagógicos propios para construir un mundo mejor y sobre todo justo.

*Profesor–investigador de la Universidad Pedagógica Nacional, Unidad 113 de León, Gto. cespadas1812@gmail.com

Showing 2 comments
  • Mari Catalina González Pérez
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    Incluso se llegó a referir la mística de la profesión. Sin duda no sólo es un reto, sino una responsabilidad y compromiso ético.

    • Carlos Arturo Espadas Interián
      Responder

      Estimada Mtra. Mari Catalina, agradezco infinitamente el tiempo destinado a leer a su servidor, así como su comentario e ideas complementarias. Muchas gracias.

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