Avances o simulación en la ruta de mejora
Benita Camacho Buenrostro*
El viernes 27 de febrero, como el viernes último de cada mes durante el ciclo escolar, los docentes de educación básica debieron asistir a la reunión de trabajo colegiado o reunión de Consejo Técnico. Este fin de semana tuve la oportunidad de dialogar sobre ello con una joven y comprometida profesora que atiende semanalmente a 290 adolescentes, en grupos de primero, segundo y tercer grado, en dos escuelas secundarias del sector público. Según me describió en la charla, cuando estas reuniones iniciaron en el ciclo escolar 2013-2014, entre sus compañeros, ella había sido una de las más entusiastas promotoras de las mismas, desde la primera sesión en que participó se generaron grandes expectativas. Por primera vez contarían con un espacio y un tiempo dedicado a hablar de lo que ha llamado “cosas importantes”; así, intuía que había llegado el momento de compartir con sus compañeros sus inquietudes acerca de los procesos de aprendizaje del estudiantado, sobre las ausencias y posterior deserción de los alumnos, igualmente del ausentismo docente y el consecuente desequilibrio de la jornada laboral y la pérdida de tiempo de los estudiantes, además del papel de los padres de familia en el proceso educativo de sus hijos y en la organización escolar, sobre las necesidades materiales, equipamiento y espacios propios para el trabajo, sobre el sentido de los festivales escolares, el sistema de evaluación, la disciplina y el reglamento escolar, los recursos económicos y la cooperativa escolar, entre otros. Si bien las primeras sesiones prometían bastante, ya que se estableció el acuerdo de elaborar de manera conjunta una ruta de mejora y se pusieron sobre la mesa las prioridades de la escuela secundaria, a partir del tercer mes las cosas tomaron un rumbo distinto, ya que la coordinadora académica, responsable de conducir los trabajos, olvidando el sentido original de estas reuniones e ignorando el contexto específico de la realidad que se pretende superar, se erigió en portavoz de las consignas de la administración. Desde entonces y hasta hoy, el trabajo colegiado se ciñe rígidamente a las acciones propuestas en las guías orientadoras, que más que ser tal cosa son ahora una camisa de fuerza de la que es casi imposible liberarse. Así, la jornada de trabajo colegiado se ha convertido en una agobiante sesión de revisión y elaboración de formatos, presentación de datos estadísticos que pretenden la rendición de cuentas de hechos que no han ocurrido y logros que no son tales. De continuar así, habremos perdido nuevamente la oportunidad de construir una verdadera ruta de mejora.
*Profesora-investigadora del Sistema de Universidad Virtual de la Universidad de Guadalajara. [email protected]
Coincido con usted lamentablemente se le ha quitado importancia a lo que realmente debemos trabajar en CTE, por el llenado de papeles y estadísticas, se avanzó en materia pero hubo regresiones al momento de que esta empieza a tornarse obsoleta pues ya no se habla de soluciones si no de compromisos mensuales que algunos docentes ni llegan a cumplir
Lo ideal sería lo que comentó esa joven maestra, pero no es así, lo que resulta al final una perdida de tiempo y de oportunidad para mejorar. Recuerdo los primeros años de mi trabajo laboral frente a grupo, cuando eran verdaderos cursos. El Inspector(a) era el encargado de llevar maestros o gente especializada para dar los temas-cursos “a sus maestros”. Es lamentable la oportunidad que se esta dejando pasar…
En verdad que es lamentable el hecho de que se haya desperdiciado un espacio que por tanto tiempo estuvimos solicitando los maestros. Como siempre la enorme burocracia atrapa cualquier iniciativa de mejora.Tal vez hubiera un avance mayor si cada escuela tuviera autonomía para decidir en verdad cómo llegar a la mejora de sus centros. Nadie como ellos conocen la realidad que impera en las escuelas en “sus escuelas”. Pero como siempre por desgracia se sigue imponiendo a los profesores visiones ajenas que sólo sirven para “lograr propósitos estadísticos”. La educación y precisando más bien los profesores podrían dibujar “su realidad” y no ceñirla al escenario deseable por aquellos que sólo desde un espacio ajeno y muchas veces desconociendo porque ni siquiera son profesores se dedican a elaborar “LAS GUÍAS DE TRABAJO” Buena publicación, ojalá sirva para que a “alguien” “le cayera el veinte”¡¡¡¡ Y LE PREGUNTEN A LOS PROFESORES¡¡¡¡¡ Qué es en realidad lo que se necesita para LA MEJORA.
En cada revisión con Supervisor y visores de la Sedu(sep Coahuila) quedo como villano al remarcar lo mismo que comenta el artículo y los comentarios: Autonomía en la escuela es una utopía mientras nos sigan obligando a seguir un guión que raya en lo administrativo.
Como proyecto es un buen inicio, pero saturar de teoría ineficiente el estudiante no lo ve propio y no se apropia del mismo, el investigar en una biblioteca inexistente en aulas, son alas cortadas que no dejan volar al polluelo, y recae en el docente buscar alternativa de la escuela privada dejando aun lado el libro de texto, que triste que nuestros flamantes pesadores pedagógicos cierren sus ojos al pensamiento positivista de llevar a México a la vanguardia tecnológica y no a la saturación con materiales vanos a estudiantes con una visión distorsionada del dinero fácil en los programas de taravisión sin valores.
llegado el examen preguntas que no vienen en la curricular y “el docente no tiene capacidades de enseñanza”, “los alumnos con deficiencia intelectual” que triste forma de evaluar que para que docente y alumnos sean vistos internacionalmente como deficientes. esos falsos parámetros son una traición a la patria. por que en sus manos esta la induccion al futuro del México que queremos.