Ante el riesgo socio-emocional que ha evidenciado el sismo del 19 de septiembre. ¿Quién se hace cargo?

 en Miguel Ángel Pérez Reynoso

Miguel Ángel Pérez Reynoso*

Hay fechas en la historia de nuestro país que son emblemáticas por su significado histórico o por la fuerza que generan en el parte-aguas que producen en una sociedad que se moviliza. El 19 de septiembre del 2017 no es la excepción.
El sismo del 19 de septiembre del 2017 es un fenómeno atípico que sirve para abrir nuevas heridas en la sociedad para cicatrizar otras viejas y poner en su lugar a los actores y agentes que habían protagonizado un cierto papel en la vida pública.
La sociedad que se organiza desde abajo, sin intermediarios es el mejor elemento de este fenómeno inédito y junto a ello las secuelas que comienzan a evidenciarse. Es prematuro y hasta oportunista aventurar juicios y tratar de entender un fenómeno que aún no concluye, pero en este proceso algo que está ahí y que se mueve son las secuelas en los niños y niñas, en la gente lo que podría llamarse como el trauma postsismo, junto con la serie de secuelas y de síntomas psicosociales que se viven después de los trágicos acontecimientos.
Así como hay traumas de guerra, trauma de pérdida, traumas de cambio de residencia, también hay trauma postsismo, los síntomas son psicológicos, sociales y educativos si, pero ¿y quién se hace cargo de todos ellos?
Una sociedad aquí aun no puede detenerse para contar la dimensión del daño o de la pérdida, para saber cuántos somos ahora y cuántos nos faltan, una sociedad que en un breve instante ha visto cómo cambia su escenografía, su entorno urbano junto a la gente que la habita.
Hasta antes del 19 de septiembre la SEP seguía jugando un papel oportunista, sus personajes seguían aferrados a la imposición de la reforma y el Modelo educativo, hoy este sismo los regresa a una realidad que no les favorece. Las escuelas en su mayoría, no están preparadas para actuar bajo un clima de riesgo en el desastre, los maestros y maestras no hemos sido formados para atenderlos y poder atender a partir del dispositivo pedagógico que se cruza con conocimientos y técnicas psicológicas este tipo de riesgos.
Las heridas sociales son grandes, tardarán en sanar y tardarán aún más debido a la negligencia gubernamental, la sociedad toda se mueve pero no siempre aprende de su movimiento. La memoria histórica no siempre registra cabalmente lo valioso de esta experiencia. Es por esto que ya que llegue el momento se requiere hacer un alto para los recuentos y las acciones, atender lo que se requiera atender, contar a los que viven junto con los que ya no están y no estarán más.
Necesitamos prepararnos de manera diferente ante los riesgos y ahí ni el gobierno, ni los medios de comunicación ayudan, debe ser la misma sociedad que se mueve y que su movimiento llegue hasta los últimos rincones del desastre. Se trata de cicatrizar las heridas y de hacer lo posible por prevenir nuevas rupturas y nuevos derrumbes sociales.

*Doctor en educación. Profesor–investigador de la Unidad 141 de la UPN campus Guadalajara. [email protected]

Comentarios
  • verónica vázquez-escalante

    Dentro del dolor y la tristeza, le aplaudo su artículo porque lleva la esencia del México vivo y del México adolorido.

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