Aguacates, coches, camisetas y mano de obra
Luis Rodolfo Morán Quiroz*
La socióloga Saskia Sassen (nacida el 5 de enero de 1947), académica adscrita a la Universidad de Columbia, propone que existen al menos tres áreas de estudio de la globalización (A Sociology of Globalization, 2007). A saber: la endogenización o localización de las dinámicas globales que derivan en enclaves productivos, formaciones globales articuladas con actores, culturas y proyectos particulares, como sucede en los mercados y redes globales y, finalmente, la desnacionalización de lo que alguna vez fue nacional y que se articula con actores económicos globales. Por su parte, la economista Pietra Rivoli, adscrita a la Universidad de Georgetown, ha analizado los mercados, el poder y la política en el comercio internacional (especialmente en The Travels of a T-Shirt in the Global Economy, 2005). Vienen a colación los análisis de estas académicas para enfatizar que los recientes desplantes autoritarios del 47º presidente de Estados Unidos, concretados en sus órdenes presidenciales emitidas la semana del 20 de enero de 2025, parecen partir de la negación de la interdependencia económica mundial.
Las medidas orientadas a la deportación de personas que inmigraron a Estados Unidos sin documentos y los aranceles que ha blandido el nuevo presidente como amenaza para obligar a distintos gobiernos a aceptar sus órdenes denotan que no ha tomado en cuenta que los gobiernos y empresas de otros países están en posibilidades de negociar e incluso de realizar acciones que neutralicen las órdenes que ha emitido a casi todo el planeta. Este nuevo presidente ha argumentado que Groenlandia, Canadá y Panamá deberían ser gobernados también por él, “por razones de seguridad nacional”, además de señalar que el gobierno mexicano deberá eliminar el tráfico de drogas y de personas al territorio estadounidense, a cambio de no aplicar aranceles. Parte de su estrategia nacionalista propone que los productos que se consumen en Estados Unidos sean procesados por trabajadores estadounidenses, no por inmigrantes recientes, y que las industrias de marcas “americanas” regresen a su territorio, además de reducir el impacto de la expansión económica china. De algún modo, la lección que “el presidente naranja” (que no es de MC, sino del Partido Republicano) desea espetar al mundo y al universo entero es que nada más sus chicarrones truenan, aunque quizá debería hacerse explicar los argumentos de las autoras Sassen y Rivoli para comprender la interrelación del consumo de aguacate el día del Super Bowl del futbol americano. El noventa por ciento de las 140 mil toneladas que se consumen en Estados Unidos en esa fecha son parte de un convenio iniciado en los años noventa con su vecino mexicano y casi todo ese cargamento proviene de Michoacán (How Did Avocados Become the Official Super Bowl Food? | Smithsonian y Super Bowl 2024: Game-time guacamole affected by fewer avocado shipments from Mexico | AP News).
Es sintomático que el presidente 47º no reconozca esta interdependencia económica, mientras que se esfuerza por expulsar a los inmigrantes (especialmente latinoamericanos) que se encargan de la producción agrícola, la construcción y múltiples servicios dentro del territorio estadounidense. Quizá lo más razonable sería, en vez de expulsar a esos trabajadores, importar a los encargados de cultivar y procesar las drogas que se consumen dentro de Estados Unidos, junto con los insumos que también proceden del sur. Las lecciones de economía y política que ese presidente quiere imponer al resto de los habitantes del planeta quizá se convertirán en dolorosas moralejas para él, su partido y los habitantes de ese país cuando comiencen a sentirse los efectos inflacionarios de la exclusión de productos o del encarecimiento de exportarlos desde otros puntos del globo terráqueo.
Algunas moralejas para quienes han votado por determinadas propuestas o promesas de las campañas políticas, sea en el caso reciente de las elecciones en Estados Unidos o en otras elecciones, son, cuando menos, que los políticos no pueden ser tan eficientes como quisieran, además de que realizar las acciones que prometen puede derivar en consecuencias que van en contra de los intereses y el bienestar de los propios votantes. Las medidas proteccionistas que señala Rivoli en los trayectos que recorren los productos de algodón producidos en Estados Unidos son más una excepción que una regla en un contexto de producción global que ha encontrado la manera de racionalizar el uso de materias primas disponibles en determinados lugares y no en otros, además de llevar la mano de obra más accesible desde lugares en que no hay suficientes fuentes de empleo, a los lugares en que existen vacantes para agilizar la producción.
Podemos derivar también posibles medidas preventivas: no sólo que los políticos conozcan acerca del funcionamiento de la economía y de los regímenes jurídicos que limitan su poder, sino que los simples mortales como nosotros podamos echar mano de estrategias para oponernos a sus argumentos con acciones, tanto legales como de movilización. Por lo pronto, la actual coyuntura global y las acciones y reacciones de gobiernos, empresas, jueces, abogados, trabajadores, productores e importadores/exportadores estarán teñidas por una dinámica que alterará rutinas y aprendizajes previos, tanto en lo local como en las interacciones internacionales.
*Doctor en Ciencias Sociales. Profesor del Departamento de Sociología de la Universidad de Guadalajara. [email protected]
Buena reflexión, Dr. Rodolfo! Pareciera que hay personajes que disfrutan más el eco de sus palabras, que el mensaje y las consecuencias que generan al pronunciarlas.