La reforma educativa gatopardista

 en Andrea Ramírez

Andrea Ramírez Barajas*

Parece que la reforma educativa condensa más intereses que propuestas. No es posible que en nombre de la educación y del cambio de la educación se digan tantas atrocidades. La propuesta de reforma educativa de Enrique Peña fue muy clara, directo al magisterio para controlarlo, restarle derechos, regular el ingreso y la permanencia en el servicio docente, pero con Andrés Manuel López Obrador, no es posible que se decrete una reforma que es copia casi fiel de la anterior.
Y en el estado de Jalisco estamos un poco peor de lo que pasa en el escenario nacional, debido a que se está diseñado una propuesta educativa basada en ocurrencias y con un profundo descuido por las instancias que mueven y operan el sistema: los docentes frente a grupo.
Una reforma educativa debe pensar primero en los cambios y ajustes educativos para ofrecer una mejor educación para niños, niñas y jóvenes, y una mejor educación se define como la capacidad de ofrecer el mejor servicio a los que lo necesitan. El presidente López Obrador comete dos errores en esta reforma que se ha acordado:

• Sigue confundiendo su investidura al creer que continúa en campaña al ofrecer todo el tiempo lo que algún día llegará.
• Prefiere pactar con grupos y organismos que no representan mas que una serie de intereses específicos, pero que no son los de toda la población. La reforma educativa de López Obrador reedita en esencia lo que le heredó su antecesor, evaluación docente, control en el otorgamiento de plazas, vigilancia en el trabajo de los maestros, etcétera.

Parece que Aurelio Nuño tenía razón al final del sexenio cuando decía que la “reforma será de gran calado”, no en los términos de la propuesta, ni tampoco a partir de la visión propiamente educativa, pero si de las implicaciones laborales y profesionales en contra del magisterio.
Ahora bien, ¿qué representa el magisterio y su trabajo?, los docentes, los verdaderos maestros y no las agencias, ni las corporaciones que supuestamente los representan, son los sujetos olvidados en esta nueva etapa de reforma. Ellos y ellas se han tornado en sujetos ausentes, invisibilizados; que no hablan y cuando lo hacen no hay quien les escuche del otro lado de la mesa.
La reforma educativa vive en estos momentos la etapa más tensa, lo que se está poniendo en juego es ver cuál es el organismo, la instancia o la agencia que hegemoniza más y de mejor manera el conjunto de posiciones que están en juego.
¿Y en dónde está el debate educativo?, ése no existe, no ha llegado aún. Tal vez, al igual como en el sexenio de Enrique Peña Nieto, posiblemente llegue hasta el final del sexenio y, por desgracia, eso será muy lamentable.

*Doctora en educación y consultora independiente. [email protected]

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