Modelos de formación docente
Benita Camacho Buenrostro*
Después de décadas de reflexión y análisis sobre el sentido de los procesos educativos escolarizados, está claro que la calidad de un sistema educativo no puede ser mejor que la calidad de sus maestros. En función de ello, cada día cobra mayor relevancia la atención que el Estado debe brindar a la formación de los docentes, particularmente la de quienes están en servicio, ya que las características y las necesidades de los estudiantes de hoy han convertido a las escuelas en espacios complejos, lo que demanda del docente un cambio urgente de paradigma sobre su propio quehacer y sobre el mundo que le rodea.
La complejidad del aula no puede ser abordada con visiones y acciones simples, sino que requiere una constante revisión de la realidad que en ella incide, por ello se hace necesario revisar el modelo formativo que hasta hoy prevalece.
Los procesos de formación continua tienen como finalidad lograr el cambio para la mejora, la transformación y la innovación de las prácticas en el aula, pero para que ello ocurra es indispensable que en dichos procesos los docentes encuentren solución a los problemas reales que a diario enfrentan. Es difícil imaginar que el cambio ocurrirá si se ofrecen a los maestros procesos formativos donde se plantean soluciones generales a necesidades específicas.
Desde hace al menos dos décadas, en nuestro país se ha institucionalizado el modelo de formación llamado de entrenamiento. En este modelo, expertos o asesores pedagógicos diseñan cursos de actualización eligiendo aquellas temáticas que se consideran relevantes de acuerdo con el plan de estudios, el grado y la asignatura a tratar. Son cursos homogéneos que se presentan como un abanico de opciones entre las que el profesor debe elegir en función de lo que considera más cercano a sus necesidades. Desafortunadamente, en estos procesos no es posible atender los problemas que la realidad del aula presenta, ya que si bien en el ejercicio docente existen problemáticas similares, la particularidad de las mismas se la imprimen los elementos del contexto.
En función de lo anterior, es indispensable que vayamos transitando hacia el modelo de formación para la innovación que parte de las necesidades específicas que la realidad escolar plantea a los docentes; para ello, se requiere la implicación y el intercambio de todos los miembros del colectivo escolar en la tarea, porque sólo de esta manera es posible generar la reflexión y el análisis que conduzca a la solución de los problemas, a la mejora de las prácticas y a la satisfacción del trabajo realizado.
*Profesora-investigadora del Sistema Virtual de la Universidad de Guadalajara. [email protected]
Hola Maestra Benita. Tengo un proyecto de investigaciòn acerca de la Formaciòn Docente en Jalisco: “La Formación Docente. De la simulaciòn al Autoengaño”. Me gustaría publicar un extracto y compartirlocon Usted. Un saludo respetuoso.
Gil Ponce