La familia como soporte
Verónica Vázquez Escalante*
Ver, observar y visualizar son tres acciones distintas. Visualizar requiere de atención y concentración porque es un elemento abstracto, es decir, se intenta hacer visible lo que aún no se percibe a simple vista. Una acepción podrían ser las imagen que representan e ilustran ideas que se entienden, que no se ven como tal, por ejemplo, los números se representan y se ven por un símbolo, pero en realidad no hay números.
La familia empieza a ser visualizada. Se distingue de una forma u otra, finalmente trata de vínculos afectivos y en un altísimo porcentaje consanguíneos para así, otorgar el mote de familia. Desde una perspectiva objetiva se entiende un aspecto y otro (ambas caras de la moneda). Sin embargo, hay elementos que son exactamente iguales desde cualquier punto de vista y es el factor educación que procede de las familias.
En este escrito, la delimito (a la educación) a la forma de aprender, de recibir información y actuar de acuerdo a los lineamientos establecidos por las familias (respectivamente) porque son componentes que nos acompañan siempre, todos los días, a todas horas en el lugar en el que estamos, es decir, el comportamiento, el actuar, al hablar y expresarse. El sujeto manifiesta lo que le rodea; como consecuencia no se puede ignorar el ambiente familiar inherente, ni se puede dejar de ver la influencia del entorno exterior o anular la labor educativa. No menciono si es buena o mala, meramente es una labor educativa.
La sociedad actual es consecuencia de lo que ha sido la familia por cientos de años y ahora, la familia contemporánea queda en un oasis ante una sociedad que paulatinamente se deshumaniza y se despersonaliza. Entonces, si ya se identifica la tendencia, se puede revitalizar la célula básica de la sociedad y tomar las riendas de la exigencia, la comprensión, confianza, respeto y amistad, aunque el plazo sea largo –lo dictamina la voluntad–. Las escuelas, la ética y el privilegio de querer, desear y añorar crecer en educación, en humanismo y recuperar la confianza en otras personas, brinda el valor del compromiso de vida para que la familia como soporte, tome la fuerza correspondiente sin devaluar la importancia de todos los responsables e involucrados en el campo de la educación.
La familia también tiene que ser reconocida como tal, no olvidar que los seres humanos dependemos de este vínculo durante mucho tiempo. A nivel mundial, la responsabilidad civil por daños hechos por menores de edad, recae en los padres. Si la familia se mantiene integrada y cultiva valores humanos, hay altas probabilidades de triunfo en la vida. Visualicemos con éxito a nuestro país, a la sociedad y a nuestra familia.
*Doctora en Ciencias de la Educación. Profesora de la Universidad Pedagógica Nacional, Unidad 145 Zapopan. [email protected]