Tenemos junta: ¿otra vez?
Luis Rodolfo Morán Quiroz*
Es frecuente que a las burocracias se les acuse de “juntitis”. Dícese de la afección que los lleva a convocar a juntas y a realizarlas con más frecuencia que entusiasmo. Y además suele suceder que se prolonguen por discusiones acerca de lo que se dijo que se había dicho; o si fue de otra manera o qué fue antes y qué después; y si lo dicho fue una respuesta a una provocación; o si la reacción fue de otra persona para decir lo que todavía no se había dicho hasta el minuto “P” o “Q” del tiempo de la sesión.
En el contexto escolar es frecuente que se realicen reuniones de docentes y funcionarios para decidir algunas acciones a seguir, evaluar las actividades de periodos previos o proponer algunos cambios o ajustes a lo que se ha hecho dentro y fuera de las aulas para que los procesos pedagógicos y administrativos sigan su camino. Muchas de esas reuniones se realizan para afinar detalles de lo que se hará o corregir algunas fallas en lo que se hizo. Hay algunas que únicamente son para comunicar decisiones de las autoridades superiores y lo que los operativos deberemos hacer para que los proyectos que vienen desde arriba se concreten.
Hay algunas juntas que se prolongan más allá del salón de reuniones y, con las nuevas tecnologías, siguen una discusión que se inició cara a cara y que luego se complementa con mensajes de texto en celulares o correos electrónicos. Al igual que las reuniones que se convocan con la intención de decidir en interacciones directas y cara a cara algunos de los detalles de la vida escolar, los intercambios que se realizan por otros medios, impresos o electrónicos, suelen prolongarse más allá de la paciencia o la conformidad de muchos. Hay algunos acuerdos del grupo que a veces no convencen a todos y las sesiones se prolongan en negociaciones acerca de lo que se puede y debe hacer. Hay algunas sesiones que no necesariamente deben realizarse por el intercambio cara a cara, dado que ya se han hecho acuerdos por medios escritos, pero que deben hacerse de cualquier manera para formalizar que se tomaron los acuerdos estando presentes los que debían estar.
Por otra parte, las reuniones de profesores a veces se complican si estos tienen horarios discordantes, si tienen obligaciones en otras aulas o en otros espacios o si, en vez de tener ánimos de afinar detalles, tienen notables diferencias de opinión y de perspectiva en cuanto a los asuntos a tratar. Algunos se ajustarán dóciles a las instrucciones de los administradores; algunos otros podrán cuestionarlas explícitamente y pedir aclaraciones y ajustes; otros más podrán oponerse a ellas y expresarlo en las juntas. Hay juntas que a veces se realizan porque las acciones que se esperaban y que se habían acordado no necesariamente se han interpretado y realizado de manera uniforme y fluida.
El caso es que para realizar juntas en el ámbito escolar no sólo se requiere de un espacio y de un tiempo adecuados y bien delimitados, sino de agendas claras, órdenes del día y asuntos bien estructurados, sino también de capacidades de argumentación, de comprensión de las perspectivas ajenas y de una capacidad de exposición y de redacción (para el caso de que se levanten actas de las sesiones) que permitan asegurar que todos los participante tengan claro qué es lo que se acordó hacer, cuándo, por qué y cómo. ¿Qué tan fluidas y tan oportunas son las juntas en tu ambiente escolar?
*Doctor en Ciencias Sociales. Profesor del Departamento de Sociología del CUCSH de la UdeG. [email protected]
Que rebueno que ya me jubilé
El problema de las juntas es que nunca tienen un objetivo claro, ni proponen metas. Yo tuve reuniones por meses bajo la misma idea, y la gente solo habla por hablar, pues no tiene un objetivo claro. En el mundo real, se plantean metas claras y tiempos específicos pues el tiempo es importante. Si eso se hiciera en educación, todo sería mucho más productivo.
La otra son esas reuniones caras fuera de los recintos educativos. ¿para que me llevan a un hotel caro? mi cerebro funciona igual en la oficina que bajo costosos presupuestos que de nada ayudan a las instancias educativas.