Primero lo más viejo

 en Luis Rodolfo Morán

Luis Rodolfo Morán Quiroz*

Y rara vez llegamos al momento actual, en lo que a conocimientos científicos o acontecimientos históricos se refiere. Parecería que, en muchas ocasiones y cursos, reflexionamos como tenderos: se trata de sacar primero la “mercancía” con la fecha de caducidad más próxima. Por eso, en muchos de nuestros cursos, comenzamos por los “clásicos” y, al final de su formación profesional, los aspirantes a profesionistas rara vez saben qué está pasando en la escena contemporánea. Así, al día siguiente de su jolgorio de graduación, muchos pasantes exclaman “¡es que no sé cómo y dónde ejerceré la profesión!”. Y es ahí el rechinar de dientes, dirían otros clásicos como mis abuelos.
Por dotar a los estudiantes de todos los antecedentes nos olvidamos de introducir en los cursos las prácticas y las informaciones más actuales. Aunque algunas veces el pecado es el inverso: nadie sabe cómo se llegó a esa práctica, el chiste es que así se hace aquí (en esta profesión) desde tiempos inmemoriales. En los cursos introductorios suele llegarse más o menos al siglo XIX, de la misma manera en que en la primaria solo estudiábamos, cuando mucho, hasta la Revolución Mexicana, que ya es gran cosa del siglo XX. En los cursos intermedios se avanza como a mediados del siglo pasado, para que en los cursos avanzados se traten temas que, cuando muy cercanos, son de principios del XXI.
Y rara vez, en los cursos básicos o profesionales, los estudiantes llegan al uso de las herramientas de punta. Eso queda, por lo general, fuera del ámbito de las escuelas. En parte porque la actualización de nosotros como docentes no alcanza hasta lo más avanzado en este año que transcurre, en parte porque algunas de las prácticas están asociadas con tecnologías que todavía no han llegado a nuestros planteles o en las que no hemos sido capacitados adecuadamente.
Con esa perspectiva de primero “vender” lo que tiene más tiempo en la estantería, no solo nuestros estudiantes, sino nosotros como docentes y la profesión misma, sufrimos los estragos de unas prácticas que suelen conservar y perpetuar tradiciones (que son apreciadas como valiosas) pero que no siempre llegan a plantearse lo que sucede en las aplicaciones de punta de nuestras áreas disciplinares. Si bien es cierto que es importante conocer cómo se inventó nuestra profesión o se descubrieron procedimientos que pueden ser más eficientes para resolver los problemas de nuestra área de especialidad, son escasos los cursos en los que, dentro de las aulas, se tratan los temas de avanzada.
Un conocido lo expresaba de este modo: “toda la vida me la pasé comiendo aguacates viejos, precisamente porque en el huerto de mi familia se producía tal cantidad de aguacates que había que consumir primero los más maduros. Y rara vez me tocó comer los que estaban en su mejor punto”. En cierta forma, por estimular el aprendizaje de los fundamentos de nuestras historias disciplinares (o cívicas, como en la escuela primaria), es raro que se promueva la investigación, en los estudiantes, de qué es lo que está sucediendo en este mismo momento en las calles, en la disciplina, en la manera de solucionar problemas en nuestra área de especialidad. En todo caso, quizá podría comenzar el curso por plantear cuál es la situación actual para luego retroceder en el análisis de cómo fue que se gestaron los procedimientos más avanzados o las condiciones de nuestra actual coyuntura.

*Doctor en Ciencias Sociales. Profesor del Departamento de Sociología del CUCSH de la UdeG. [email protected]

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