La percepción y la falsa autonomía
Marco Antonio González Villa*
Sensación y percepción son dos de los procesos psicológicos más importantes con los que cuenta todo ser humano. La primera implica la captación de estímulos a través de los sentidos, la segunda la interpretación de dicho estímulos y aquí se torna interesante la situación porque entran en juego la historia, el aprendizaje, los valores, las expectativas, la cultura, la familia, los gustos, los intereses, las metas, la escolaridad, el género, la preferencia sexual, la raza, el nivel económico, el cargo laboral, el estatus, el rol social, entre muchos otros factores psicosociales que pueden permear e influir en dicha percepción. Es parte de lo que nos confiere una identidad y nos permite tener la idea de la diferencia entre las personas, por eso percibimos y significamos diferente todo lo que nos rodea, ya sea el tiempo, el espacio, los sabores, los objetos, las personas, etcétera.
Sin embargo, es lamentable que no todas las personas tienen la capacidad de reflexionar sobre sí de manera continua y entender que muchas de las percepciones que poseemos realmente no son nuestras; se vive una falsa ilusión de autonomía del pensamiento. Vivimos en un tiempo en el que los medios de comunicación e internet han trabajado para el mejor postor y llenan de propaganda tendenciosa sus espacios con la firme de idea de convencer e instaurar en las personas percepciones específicas en torno a una acción o persona. Son muchas las páginas de internet en la que se promociona a programas oficiales o a candidatos, al igual en que se ensalzan las virtudes de cierto contendiente a la presidencia o gubernatura y se critica en diferentes noticieros a otros que no son compatibles con los intereses de los grupos en el poder.
Pero además de desacreditar o encumbrar a alguien, se logra un objetivo a largo plazo: que las futuras generaciones introyecten las significaciones que los medios construyen. Ya que las escuelas deben mantener, en lo aparente, una postura laica y apolítica, la apuesta tiene que venir a través de medios que están cada vez más al alcance de niños y adolescentes, por lo que con un pensamiento crítico en ciernes y con una evidente dependencia y afición por las tecnologías, de las redes sociales principalmente, tenderán a apropiarse de una idea que se les transmite y que no pasa por el filtro del razonamiento. Así patrocinadores y dueños de los medios ganan, aprovechándose de la falta de regulación y las lagunas legales que existen en cuanto a la información que pueden presentar.
Nuevamente la solución es la escuela: es el espacio en el que se desarrolla el pensamiento crítico, la autonomía y el análisis continuo, para que cada persona pueda identificar la raíz y el origen de sus creencias e ideologías. Formar generaciones libres de pensamiento y libres para decidir es por tanto el principal objetivo educativo, no lo que dicen los medios tendenciosos. Lástima, o curioso, que no sea un eje del modelo educativo ¿no?
*Maestro en Educación. Profesor de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala. [email protected]