Las normales rurales, huérfanas de la revolución

 en Manuel Moreno Castañeda

Manuel Moreno Castañeda*

Si, las escuelas normales rurales huérfanas de la difunta Revolución Mexicana y con una madrastra que les robo su herencia y no deja de maltratarlas al menos desde hace tres cuartos de siglo, porque su madre se murió muy joven con apenas dos décadas de edad.
Huérfanas y abandonadas igual que otros hijos como el ejido, la laicidad y gratuidad del artículo tercero constitucional y el salario mínimo, logros de los regímenes que pretendieron hacer realidad las promesas de la que se llamó la primera revolución social del siglo XX.
Trece sexenios que le han ido regateando recursos, posibilidades y esperanzas. Esperanzas que nacieron con el ímpetu y espíritu del México revolucionario que pretendía una nueva sociedad con la justicia, libertad y bienestar, que había motivado la lucha armada y en esa nueva etapa la propuesta era lograrlo mediante la educación, cuyos protagonistas eran las profesoras y profesores formados en las nuevas escuelas normales que se fundaron en el medio rural para su mejor vinculación con los trabajadores del campo, quienes habían tenido una destacada participación en el movimiento.
Sus ideales con respecto a preparar a los docentes con la misión de enseñar a los más pobres a mejorar sus condiciones de existencia, iban ligados al propio progreso profesional de los estudiantes de las normales, que contaban con la seguridad de que al culminar sus estudios lograrían un nombramiento de profesores y con ello ayudar económicamente a sus familias. Sin perder de vista que el gran propósito era luchar por una sociedad sin clases sociales y que para ello habría que aliarse con los obreros y campesinos. Por lo que su función educadora no debía limitarse al trabajo áulico, pues su labor se debía encauzar a la construcción de una nueva sociedad sin clases.
Sin embargo, a partir de los cuarenta, los nuevos regímenes les fueron restringiendo sus alcances para limitarlos al cumplimiento del currículo oficial en el aula. Para empezar, desde el gobierno Ávila Camacho les quitan los planes estudió que las caracterizaban por el medio donde se establecieron y la población que atendían, para imponerles el mismo que cualquier escuela normal, luego se dejó de fundar más normales rurales, se eliminaron algunas de las existentes y se prefirió probar con nuevos modelos como las normales regionales y las experimentales.
A las normales rurales que sobrevivieron se les fueron quitando apoyos y la seguridad de empleo a sus egresados, con lo que dejaron de ser una vía de movilidad social para los estudiantes y sus familias.
El problema por el que pasan estas escuelas es muy grave y complejo, el crimen de los 43 estudiantes desaparecidos, con toda la gravedad que implica, es evidencia de la una situación que rebasa en mucho a las propias normales, es uno más de los síntomas de un sistema enfermo, que aquí lo vemos sólo en el sistema educativo fragmentado y desligado de la problemática social. Éste es precisamente uno de los valores a rescatar y fortalecer del normalismo rural, su raigambre comunitaria y la vinculación con sus actividades económicas y culturales. Para cuyo logró se requirió también de la alianza política.

*Rector del Sistema de Universidad Virtual de la UdeG. [email protected]

Comentarios
  • Manuel Moreno

    Ojalá podamos dialogar sobre este y otros temas educativos.

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