Tecnocracia frente a política: aires de reforma en educación
Enric Prats*
En estas páginas se ha venido hablando a menudo de reformas educativas y también del empuje de las evaluaciones externas. Uno de los ejemplos que unen los dos fenómenos es el programa PISA de la OCDE, no exento de críticas desde el mundo académico.
La obsesión por unos determinados resultados, que supuestamente medirían el nivel de calidad de la educación, oculta la verdadera razón que explica la existencia actual de los sistemas de educación básica. Centrando la atención en tres de las capacidades que se trabajan en la escuela (lectura, cálculo y conocimientos científicos), este tipo de pruebas esconden un gran cúmulo de destrezas, habilidades y conocimientos de todo tipo que también son motivo de aprendizaje escolar. Pensemos en los ámbitos artísticos y deportivos; en los temas de orden social y político; en el desarrollo de una conciencia cívica y ciudadana, o simplemente en la capacidad comunicativa, en su sentido amplio, que va más allá de la lectura y despierta los sentidos hacia horizontes nuevos que nos ofrece, por ejemplo, la literatura. Pero, además, la escuela tiene otras funciones, como la de abrir ventanas y ofrecer oportunidades a los que menos tienen, un objetivo que se extiende a las familias y entornos de niños y niñas, que ven enriquecidas sus vidas de manera notable, en términos de seguridad, salud, crecimiento y maduración personal.
El insistente interés por una medida muestra, además, las flaquezas del sistema empleado para evaluar. Reduciendo todo lo que hace la escuela a una puntuación se está banalizando y reduciendo el alcance de lo real de lo que llega realmente a conseguir la educación escolar.
Por supuesto, su uso jerarquizador y clasificador, tan apreciado por periodistas y esperado por políticos, es la prueba fehaciente del motivo último de este tipo de herramientas. Indefectiblemente, todo ello nos obliga a pensar una contraofensiva pedagógica para explicar, con otro tipo de indicadores y criterios, los éxitos de la escuela, que son muchos. Como dice Pablo Gentili, hace falta más política y menos tecnocracia en la educación.
*Profesor de Pedagogía Internacional, Universidad de Barcelona. [email protected]