La relación entre el movimiento y el aprendizaje

 en Alma Dzib Goodin

Alma Dzib Goodín*

Mi colega Daniel Yelizarov y yo hemos puesto mucho empeño en comprender la importancia del movimiento sobre el proceso de aprendizaje y hemos publicado ya un par de artículos al respecto, reconociendo el valor evolutivo y genético de ambos procesos.
Daniel ha sido muy enfático en reconocer el cambio que los niños experimentan en la comprensión de la aritmética cuando se les permite balancearse a cierta altura por breves momentos, antes de enfrentarse a sus archi-enemigos los números. Sin embargo, son pocos los estudios que de manera seria y sistemática reconocen la necesidad del movimiento en los procesos cognitivos y explican dicha relación.
Evolutivamente, el movimiento permitió a las especies encontrar de manera eficiente refugio y comida, lo que implicó la necesidad de la memoria espacial y ello eventualmente se relacionó con los procesos de sueño, lo cual llevó al cerebro a consolidar los aprendizajes durante el sueño y, probablemente, de ahí surge el sueño de movimientos rápidos (MOR) por lo cual es tan importante para los niños dormir y cumplir con todas las etapas de sueño.
Aún con todo el conocimiento que hemos acumulado, me aterra enfrentarme con niños en escuelas regulares que presentan retraso en el aprendizaje, cuyos maestros y padres prefieren ignorar, a quienes los supuestos maestros de regularización disfrutan atormentando. No concibo la idea de que les griten a los niños porque no saben algo. Si supieran todo, no les pagarían a gente nefasta para que les enseñe, gente que no entiende que lo que no se aprende hoy, sin duda, siempre y cuando sea relevantes, se aprenderá mañana.
Duele ver a niños con pánico de aprender y con un abandono institucional, porque es mejor desconocerles que dedicarles un poco de tiempo y paciencia.
Hace unos días, después de un poco de frustración porque dos niñas no logran adquirir el proceso de lectura y comprender el algoritmo de las multiplicaciones a pesar de todos mis esfuerzos, y dos años en la educación primaria, decidí tomar una de sus manos y moverla rítmicamente, mientras cantábamos las multiplicaciones, tal vez fue mi forma de decir: “ya no tengo más trucos para enseñarte”, pero casi mágicamente las dos niñas comenzaron no solo a repetir, ¡sino por primera vez a recordar las cifras!
Para corroborar que no era solo un efecto de la memoria de trabajo, como me había sucedido durante las primera semanas, repetía de manera azarosa alguna de las tablas: 5X6; 8X7; 9X6, etcétera, pero las niñas lograron mantenerlo en memoria y el efecto duró para la sesión siguiente…
En la siguiente sesión trabajamos conceptos que a diferencia de las sesiones anteriores, lograron no solo mantener en memoria, sino emplearlos en frases simples, lo cual eliminó mucho la ansiedad que sentían al darse cuenta que no son capaces de adquirir el conocimiento como los demás niños.
Ambas niños son molestadas y aisladas por su falta de pericia y, al parecer, los maestros apoyan dicha actitud, lo cual les ha dejado claro que “no pueden”. ¿Y si solo se requiere un poco de paciencia y una pequeña ayuda de sus amigos?
El mover sus manos les permitió poner atención en algo más que el piso, que es a donde dirigen la mirada usualmente, cuando leen adivinan y mantienen poco tiempo la mirada sobre el texto, pero ocuparse de otra cosa les mantuvo alertas. De ahí la importancia de reconocer que la atención no es solo mirar al frente, pues como especie debemos estar alertas de lo que sucede alrededor. Así fue como evolucionamos y, por ende, la escuela no puede borrar de tajo y con solo una orden, miles de años de adaptación al medio.
No duden que Daniel y yo continuaremos explorando la necesidad del movimiento sobre el proceso de aprendizaje, pero sobre todo, buscando formas para que todas las teorías tengan sentido en niños que tienen todo para aprender, quienes solo necesitan un poco de ritmo, pues no hay alumnos incapaces de aprender, solo se ha de aceptar que cada uno tiene dones distintos y que con el tiempo y paciencia, todo se puede aprender, incluyendo que el movimiento es un factor importante en el aprendizaje.

*Directora del Learning & Neuro-Development Research Center, USA. [email protected]

Comentarios
  • Bravo Martha

    Excelente publicación, gracias

  • Norayda Carrero

    Soy docente, pero también soy madre de un niño de 5 años. Desde el año pasado, cuando mi hijo aún estaba en Preescolar (ya este año pasó a primer grado), y le asignaban una tarea de trazos o de escribir él se mostraba resistente a realizarlas y su completa culminación era difícil de lograr. Al principio le dividía la actividad en momentos, le permitía pausas y, sí, la culminaba, pero aún así no lograba que él se mantuviera motivado al realizarlas. Como docente se que el aprendizaje solo se logra con emoción. Un día quiso correr después de un trazo y lanzarse sobre el sofá, símplemente le provocó y yo decidí que por cada trazo, luego cada dos o tres trazos el correría. Unas veces lo hacía en la sala, en otras ocasiones llevamos la mesita afuera y para hacerlo al aire libre. El correr, la risa, la alegría y el cambio de ambiente, hacía no solo que culminara la actividad, sino que la calidad de lo que hacía mejorara enormemente. Ahora está en primer grado. Las clases comenzaron de forma virtual en el país en el que nos encontramos y no logra avanzar en el momento de la clase sincrónica con la maestra frente al monitor solicitándole que debe permanecer sentado, quieto y en determinada posición. Hoy, no culminó su actividad frente a la maestra pero una vez que cerró la sesión por zoom, le propuse hacer lo que hacíamos antes y resultado fue que las letras, luego las palabras y, finalmente las frases se escribieron a la totalidad con motivación.

Escriba su búsqueda y presione ENTER para buscar