Los años de fracaso que van y los que vendrán
Marco Antonio González Villa*
En el año 2010 la OCDE redactó un informe, que dio origen al Modelo Educativo en puerta, en el que se establecía que la mejora en la calidad educativa en México era una prioridad debido a las altas tasas de pobreza, la desigualdad y el incremento en la criminalidad. En el documento la OCDE, en su característico doble discurso, estableció todas las condiciones que podían implementarse para subsanar tales problemáticas, centrándose principalmente en las condiciones laborales de los docentes lo que promovió, con un fundamento poco válido, a la Evaluación Docente estipulada dentro de las cada vez menos convincentes reformas estructurales del presente gobierno. Ni siquiera fue una propuesta o reforma original, solamente se recuperaron, casi de forma literal, las mal enfocadas sugerencias de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico.
Años más tarde, en el 2015, los estados miembros de la ONU se reúnen para establecer los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) para el año 2030, en el que el primer objetivo busca “poner fin a la pobreza” y en su cuarto objetivo, enfocado al rubro de Educación se plantea “Garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad y promover oportunidades de aprendizaje para toda la vida para todos”. De hecho en relación a este último referido, el mexicano Gurría, de nacimiento solamente, señalaba que “Alcanzar una mayor equidad en la educación no es sólo un imperativo de justicia social, sino que también impulsa el crecimiento económico y fomenta la cohesión social”. El documento tiene, al menos de inicio, buenas intenciones, sin embargo no considera características o variables particulares de algunos países, como las del peculiar México que no dispone de políticas o acciones reales, para una mayor equidad.
Hace 7 años ya del documento para mejorar la calidad de la educación de las escuelas mexicanas y estamos a 13 años de poder cumplir los objetivos de la ODS y el panorama que observamos no es nada alentador: se han incrementado los índices de pobreza, aunque se nieguen, así como la criminalidad a lo largo de todo el país. Existe una evidente desigualdad e inequidad tanto en las oportunidades de educación como en la distribución de la riqueza; existe también una creciente presencia de corrupción de las autoridades y de impunidad para los ladrones de cuello blanco. Somos el país perteneciente a la OCDE cuyos trabajadores perciben menos ingresos por actividad, así como también los que más horas a la semana laboran; existen pocos empleos que valgan la pena para alumnos con formación profesional. Tenemos un nivel de inflación por encima de muchos países y una menor inversión en educación y ciencia. Sin embargo, el documento de la OCDE sigue siendo un eje rector en las políticas que se manejan en nuestro país, por lo que es momento de plantearnos si todas estas condiciones que tienen que ver con los aspectos social, legal, laboral, político y económico de verdad y serán solucionadas cuando sean evaluados y seleccionados todos los maestros. Sin embargo, es un hecho que sí corresponde a todos los mexicanos generar las condiciones para que se pueda dar un cambio. Llevamos dos sexenios con fracasos rotundos, lo que augura un fracaso del modelo educativo pensando en quienes lo gestaron. Busquemos entonces soluciones puertas adentro, con una verdadera participación de todos, pero sobre todo con el compromiso de buscar el bien común, considerando la voz y las condiciones de vida de cada uno. O en su defecto esperemos a ver que más se le puede ocurrir a la OCDE para nosotros o que la ONU venga a traer la solución en unos años para remediar las fallas de nuestros gobiernos fracasados. Ya lo veremos en 13 años.
*Maestro en Educación. Profesor de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala. [email protected]
Quisiera ser optimista a la temporalidad estimad, 13 años es muy poco tiempo para sanar lo que se ha derrumbado poco a poco y a la vez es reto esperar que se vuelva a enfocar la educación con perspectiva cívica. Gracias por tan buen artículo, felicidades Maestro Antonio
Definitivamente cada uno de nosotros puede lograr un cambio, siempre y cuando haya probidad en los actos y se asuman responsabilidades. No podemos esperar mucho del gobierno, al menos no algo que en serio beneficie a la población en general, como acciones significativas que den solución a las diversas problemáticas que aquejan al país. No hablo de una postura conformista, porque tampoco se debe consentir el fracaso, en todos los sentidos, de los gobernantes y todo lo que ello implica; pero es poco (o nada) probable lograr algo como país, si sólo mantenemos la mano extendida hacia el gobierno