Después de la Navidad…
Alma Dzib Goodin*
La Navidad es el único momento del año cuando tomo un leve descanso, suficiente para viajar a visitar a la familia o preparar la cena que hemos de disfrutar. Es ese momento de reflexión que me permite definir proyectos que han de cumplirse durante el año, mismos que incluyen la publicación de artículos y cambios al trabajo que realizamos en el centro.
Hoy reflexiono sobre el tema de la educación y sus alcances. ¿Realmente el Estado puede brindar el conocimiento necesario para lograr el éxito en la vida?
De entrada me parece que no, pues los programas son diseñados bajo una óptica muy particular que suponen la inclusión de aquellos conocimientos mínimos para acceder a cierta habilidad, pero siempre serán genéricos, ya que no pueden darse el lujo de detenerse a ver que metas tiene cada alumno. En tal sentido, parte del supuesto de que todos saben algo (input) y de que todos concluirán dicho proceso con algo (output). Algo que no implica nunca ni ser experto en el tema, ni tomar ese tema y hacerlo mucho mejor, pues los exámenes no evalúan destrezas, sino conocimiento enciclopédico.
En este sentido el output siempre es menor a las posibilidades. Si se enseña por ejemplo estadística inferencial, el output es repetir lo que el maestro ha dicho en clase, incluyendo los posible errores, que estadísticamente suceden en cualquier momento; pero la evaluación jamás va a retar al alumno a mejorar el conocimiento, o aplicarlo en otro contexto. Si el maestro explico la clase con manzanas, el alumno jamás podrá combinar limones con naranjas y betabeles, porque eso implica creatividad.
Del mismo modo, jamás se evalúa el proceso con el cual el alumno llega a la respuesta, y por ende el error siempre estará en la respuesta y no en el proceso. Con esta lógica surgen dos problemas: el primero es que el alumno aprende a dar respuestas y todas deben ser correctas, pues tiene más miedo a equivocarse que a intentar, y por ende se centra en la respuesta y no en el proceso.
El segundo output es que cuando se busca trabajo, se espera tan desesperadamente la aprobación del otro, que no es capaz de comprender el entorno en base a una lógica de procesos. Así que la única posibilidad es adaptarse o intentar nadar para no hundirse.
Si bien existen lugares donde no hace falta mucho para hundirse, la mayoría de los empleos les permitirán nadar, y tener un ingreso, sin importar cuan pobre sea, pues tampoco tiene las herramientas para realizar un vuelo más alto, pues sabe que puede fracasar. ¿Intentar un cambio? ¡Nunca!, pues tiene miedo que su intento sea fallido, y siendo que vivimos en una cultura donde el fracaso es mal visto, vivirá frustrado con sueños que nunca se cumplirán y ante ello, comenzará a reaccionar de manera violenta ante el ambiente.
¿Todo esto es culpa de la educación?, no creo que sea del todo culpa del sistema, pues en primer lugar se ha permitido que solo unos cuántos tomen decisiones que afectan las generaciones por venir. No me refiero solo a los maestros, sino a los padres que ponen su fe en las escuelas, a los alumnos que ponen su fe en los maestros, los investigadores que escriben miles de artículos sin eco alguno en el aprendizaje. Somos un sistema criticando al sistema, pero sin oportunidad de cambiarlo de una vez por todas.
Desde mi humilde punto de vista, todo comienza cuando no comprendemos las implicaciones del aprendizaje, no me refiero dentro del aula, sino en un espectro mucho más amplio. Como especie, como parte de un plan mayor. Como parte de un ecosistema complejo que se debe adaptar a los cambios.
¿Debe la Educación crear a los ciudadanos que los entornos sociales necesitan?, parece que lo primero sería definir que es lo que una cultura necesita. Por ejemplo, hace algunas décadas decidimos que hacían falta doctores, y ahora producimos cientos de doctores desempleados. Dijimos que hacían falta expertos en computadores, y cuando dejaron de encontrar empleo comenzaron a hackear. Quizá en la actualidad necesitamos artistas, deportistas que motiven a los niños a alcanzar metas más altas. Necesitamos héroes como escribí hace algún tiempo.
Tal vez lo que necesitamos sea resignificar nuestro papel en el mundo. Dejar de ir a trabajar solo por que “debo” hacerlo, dejar de dar clases solo porque me pagan por ello. Sería sensacional que un día en lugar de hechos históricos se hablará de sueños, de metas por lograr… y que juntos busquemos la forma de lograrlos.
¿Cuáles son sus sueños para el año que viene?
*Directora del Learning & Neuro-Development Research Center, USA. [email protected]