La escuela debe irrumpir liderando

 en José Manuel Bautista

José Manuel Bautista Vallejo*

No es el camino, hay quien no para de decirlo, en este momento como voz en el desierto. Ni los que se dedican a la política, los gestores profesionales de la cosa pública, de todos los partidos, aquí no hay excepciones a la luz de lo que proponen y hacen, ni padres ni madres, ni empresas dedicadas al sector educativo, nadie aún se da por aludido.
¿Cómo afrontamos el reto tecnológico, demográfico y generacional y, consecuencia de ello, los desafíos alimenticios, ambientales y educacionales? No podemos afirmar con entera ingenuidad que la escuela de hoy nos prepara para este futuro que, desde hoy, es ambiguo, incierto, desconocido.
¿Podemos imaginar empleos que aún no existen? Si algo puede hacerse al respecto, ¿cómo afrontarlo? ¿A qué esperamos? ¿Cómo atender este desafío con la escuela de hoy? ¿Vamos por el camino correcto? La unión entre los sistemas de información externos al ser humano y el conocimiento humano se hará realidad, en ese momento ¿habrá que girar bruscamente para responder a las nuevas demandas laborales y ciudadanas? En la intuición de que esto empieza a ser ya una realidad, la respuesta que se da es aún pobre o nula. La situación que empezamos a atisbar es de brecha inmensa, creciente y devastadora para el futuro. No se trata de buscar responsables, pero ¿por qué universidades y escuelas no irrumpen de verdad para hacer frente a la situación? ¿Acaso no tienen la obligación de hacerlo?
Hasta aquí sería el “modo urgencia”, si bien cabe la posibilidad de afirmar, dentro del “modo todo está bien”:

-Basta ya de nostalgias del porvenir, el ritmo que llevamos es el correcto y no tenemos más que seguir por este camino, en la certeza de que no vamos tan mal, a pesar de que hay generaciones que se pierden por el camino y de que la innovación y la resolución de los problemas no es la adecuada para todos. Siempre fue así y no hay por qué cambiar ahora, el futuro no pertenece a todo el mundo.
Es posible que, mientras nos aclaramos, lo único que ayude al ser humano a generar confianza y cuidado por sí mismo sean, exclusivamente, los valores, aquello que queda cuando la persona humana queda “desnuda” ante la realidad, solitaria junto a su destino, aislada pero llevada de la mano de aquello que la hace tener futuro, determine la fecundidad íntima de su ser. Por eso urge restituir el sentido de la persona responsable, y del poder desmesurado que conserva cuando tiene fe en sí.

*Doctor en Psicopedagogía. Profesor-investigador de la Universidad de Huelva. [email protected]

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