De elefantes, de hombres y de otros animales

 en Carlos García

Carlos M. García González*

Recientemente, debido a las cámaras de vigilancia sobre la superficie del planeta, pero también debido a los teléfonos celulares, nos enteramos de diversos ataques de animales salvajes contra personas por todo el planeta. Desde el oso polar más triste del mundo hasta el tigre de bengala que asustaron a los espectadores que solo se tomaban un selfie tras el vidrio protector, pasando por el ataque a imprudentes turistas que enfrentan a carnívoros fuera de sus vehículos protectores, o de elefantes que atacan a humanos sin causa aparente. Puestos sobre la pista de los ataques no provocados de elefantes contra humanos, una indagación reciente señala que estos animales atestiguaron “el asesinato” de sus padres o familiares de la manada cuando eran pequeños. Hablan del trauma ocasionado en su memoria y del temor y odio que les ocasiona la presencia del humano en su territorio. Recuerdo el dicho “memoria de elefante” y hasta ahora lo comprendo.
Pero qué decir de los jóvenes que atestiguan la agresión permanente de la delincuencia organizada y de la desorganizada también sobre sus familiares, amigos y maestros. Las causas de tales agresiones varían: derechos laborales, la diferencia sexual, el ser mujer, o la defensa del patrimonio al salir del cajero automático, o de ser señalado, seguido y asaltado al salir de una sucursal bancaria, gracias a que los cómplices señalan a la víctima desde el interior del banco con sus teléfonos celulares. Conducta no permitida, pero ¿quién le diría a un cliente –que siempre tiene la razón– de que está prohibido usar celular, lente oscuro y cachucha en cualquier banco?
La memoria del elefante nos recuerda lo lejos que estamos de un estado de derecho y lo cerca que nos desPeñamos hacia un estado de derecha. En la película “Saló: los ciento veinte días de Sodoma”, basada en una novela del marqués de Sade, y recreada en el contexto de la invasión alemana en Italia al final de la Segunda Guerra Mundial, el director italiano Pier Paolo Pasolini presenta en una de las primeras escenas el acuerdo para sodomizar a jóvenes durante 120 días realizado entre un duque, un obispo, un magistrado y un presidente con el concierto de señoras representantes de la elite local. Esta película fue la última que realizó Pasolini. Después de su estreno fue encontrado muerto en circunstancias que nunca se aclararon. La ficha fílmica viene al caso por el efecto que está teniendo en la memoria de la generación más joven, la memoria de tanta muerte, desaparición, secuestro, robo. Es decir, lo peor de esta época aún no se ve, pero vendrá cuando los pequeños elefantes crezcan y deseen tomar venganza de los 120 días de Sodoma que se prolonga desde los años noventa a la fecha, ¿cómo será la reacción de esta generación que ronda los veinte años?

*Profesor-investigador del Centro Universitario de Los Lagos de la UdeG. carlosmmanuel@gmail.com

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