La relación entre memoria y aprendizaje

 In Alma Dzib Goodin

Alma Dzib Goodin*

La idea de que si alguien recuerda con fidelidad un texto o una idea implica que lo ha aprendido bien, es el centro del proceso de aprendizaje a nivel escolar. Los exámenes de opción múltiple, a menos que estén muy bien diseñados (lo cual implica validación de reactivos y análisis estadístico), usualmente brindan claves a los estudiantes para responder pues la información es limitada, lo que permite que el alumno use el proceso de eliminación y con ello, amplia su posibilidad de acertar a la respuesta, aun en casos de que el conocimiento sobre el tema sea limitado.
Cabe mencionar que la ventaja de este tipo de evaluación es meramente administrativa, pues implica una fácil revisión, y no se tiene que lidiar con múltiples formas de comprender la información, si todos responden “A” es suficiente.
El problema es que esa no es la forma es que se aprende. El proceso de aprendizaje requiere flexibilidad, pues implica la adaptación al medio, el cual está en constante cambio. Cuando los alumnos comienzan a acostumbrarse a una forma de aprender, viene un nuevo maestro, un nuevo ciclo escolar, un cambio de escuela, de programa, de compañeros, de estación del año. Los cambios son inevitables, especialmente para un sistema que ha de encargarse de mantener en la memoria solo lo importante, pues el cerebro no puede darse el lujo de guardar información como si fuera nuestro clóset; hace eficiente el proceso prestando atención aquello que es relevante y manteniendo en memoria solo aquello que puede tener utilidad posterior.
Esto es peculiarmente importante cuando se analiza el proceso de aprendizaje, el cual requiere ciertamente de la memoria para consolidar la información, pero aun cuando aún no queda claro como recuerda el cerebro, si se tienen algunas piezas del rompecabezas. Lo primero que ha llamado la atención, es que la memoria está relacionada con el mismo sistema que controla el estrés, el cual es relevante para que un organismo reconozca aquello que puede o no dañarle. Además se sabe que la memoria está íntimamente relacionada con el sueño, particularmente con la etapa de movimiento ocular rápido.
Algunos investigadores han mostrado que el aprendizaje de procesos motores como bailar, patinar o caminar, pero sin duda los procesos más cognitivos tienen interacción con el sueño, pues estudiantes que no duermen bien generalmente no obtienen buenas calificaciones.
El aprendizaje también tiene que ver con la atención, la cual debe ser desarrollada pues no se nace sabiendo lo que es relevante, de ahí la importancia de que el contexto social brinde las claves de atención a los niños, pero se sabe que debe ser un ambiente de confianza, pues estudios realizados en especies no humanas, muestran que la falta de confianza, altera la toma de decisiones. Si bien, estudios desde la psicología han subrayado la importancia de las emociones en el aprendizaje, no han sido muy enfáticos en el tema de la confianza, que es productor de la interacción emocional que se tiene cuando se aprende. Aun cuando alguien pueda ser amable al momento de dar una instrucción, si el educando no tiene la confianza en sí mismo, en el ambiente o en el instructor, va a limitar su repertorio de respuesta o de ejecuciones en una situación, recordemos el papel del estrés en el aprendizaje, lo cual explica esta relación.
En este sentido, la memoria y el aprendizaje son dos caras de un proceso complejo que requiere de otros sistemas que no se han contemplado en los planes de estudio. Partir de la idea que los alumnos acuden con gusto al colegio, bajo la representación de que tantos años de trabajo cognitivo valen la pena, comienza a perder fuerza en la adolescencia, cuando la entrada en juego de las hormonas y el desarrollo cerebral, particularmente de la corteza frontal tienen efecto, esto cambia el panorama, pues el alumno es capaz de tomar decisiones sobre lo que desea o no aprender, de ahí el éxito de los modelos flexibles en educación superior, que no se han probado en México.
Queda claro que evaluar el aprendizaje con un examen de opción múltiple, evita mucha lectura a los maestros, pero agrega un alto nivel de estrés en los estudiantes, con lo cual es difícil saber si el alumno es capaz de manejar la información, o sufre de fobia escolar por ejemplo, o si sabe el contenido aún cuando no sea capaz de reproducir las palabras exactas, o bien tiene el concepto claro, pero no es capaz de decirlo en palabras, pero si en acciones. En este caso vale preguntar qué sería entonces más importante: ¿recordar o saber hacer y saber aplicar la información?

*Directora del Learning & Neuro-Development Research Center, USA. [email protected]

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