La relación entre el movimiento y el aprendizaje

 en Alma Dzib Goodin

Alma Dzib Goodin*

Mis colegas y yo hemos aprendido que evolutivamente, muchos procesos cognitivos tuvieron que combinarse o desarrollarse al mismo tiempo con el fin de lograr respuestas apropiadas en el medio. Así por ejemplo, Valeria Galván, encuentra que la música y el lenguaje, comparten estructuras a nivel cerebral, lo cual permite un procesamiento de información eficiente al combinarse.
Si bien muchos psicólogos han demostrado la relación entre ambos procesos, la novedad es poder explicar la razón de tal simbiosis neurocognitiva. El hecho es que dependen tanto del desarrollo del oído, como de la vista, para los que eventualmente, fue creado un sistema que permitiera ver los sonidos, a lo que llamamos escritura.
Sin embargo, para que tal sofisticación cognitiva y neuronal fuera posible, Daniel Yelizarov y yo proponemos que tuvo que existir la capacidad del movimiento. Si bien en un principio, no fueron movimientos gruesos, sino intercambios de energía en las proto-células, evolutivamente esto tuvo sentido, por lo que el movimiento pasó de ser un flujo a la capacidad de los primeros ejemplos vivos, capaces no solo de moverse de un lugar a otro, sino de reconocer el espacio donde habitan, hasta encontrar formas eficientes de sobrevivir.
Esos primeros ejemplos vivos son los virus y las bacterias, capaces de adaptarse al medio, del cual heredamos una proteína que si bien tiene diversas funciones fisiológicas, hay una a la que se le debe probablemente nuestra capacidad creativa actual. Dicha proteína se conoce como actina, que es uno de los tres componentes fundamentales del cito esqueleto de las células, y que en particular la actina α se encuentra en las fibras musculares.
Si se observa con cuidado la historia evolutiva, el movimiento permitió a todas las especies reconocer y modificar sus espacios, creando un principio indiscutible: a mayor adaptación, mayor capacidad de pervivir. Eso implica reconocer a los predadores y crear mecanismos que permitan que exista mayor cantidad de nacimientos versus muertes en una especie. Así es como surge el aprendizaje, de la mano de la memoria, creando estrategias de mejoramiento del entorno y permitiendo conservar información importante de una generación a otra.
Cabe mencionar que tanto el proceso de aprendizaje como el de memoria, con distintos niveles de sofisticación genética y neuronal, se extendió por todas las especies, por lo que el homo sapiens, tomó lo mejor de los procesos disponibles y que la naturaleza probó como eficientes, y los llevó al límite. Al respecto, Iriki y Taoka, investigadores japoneses, proponen que el reconocimiento del espacio, que es posible gracias al movimiento, permitió el uso de herramientas. Esto eventualmente, requirió de redes neuronales, con circuitos sensoriales más sofisticados que solo mirar y escuchar para acciones como toma de decisiones, adecuaciones viso-espaciales y auditivas que llevaron a la fineza del control ojo-mano y la búsqueda de objetos a través del sonido.
Con la sofisticación del movimiento, fueron necesarias más redes neuronales, y con mayor cantidad de redes útiles, el sistema se volvió más eficiente, capaz de compartir vías de trabajo. De ahí la relación música-lenguaje, movimiento-aprendizaje y memoria.
Con esto, surge la necesidad de conceptualizar el mundo en medidas, distancias, lo cual marca el surgimiento de las matemáticas, la física y la lógica. Eventualmente, la toma de decisiones volvieron complejo la navegación por el mundo, ante la posibilidad de expansión de territorios.
A mayor sofisticación del sistema nervioso, el beneficio fue una mayor capacidad de adaptación al entorno, a través del cambio del mismo, gracias al uso y diseño de herramientas, proceso que sin duda no habría sido posible sin el aprendizaje del uso y diseño de las mismas. De ahí la importancia de la cultura, pues no es suficiente la capacidad cerebral para crear e innovar, es importante el modelamiento y moldeamiento de las habilidades necesarias para responder al ambiente.
Bajo esta perspectiva, se observa que los niños requieren moverse en los entornos para distinguir espacios, distancias y algunos proponen que problemas comunes como la miopía se deben a que los niños solo ven el ambiente de cerca, lo cual no permite el desarrollo de los músculos oculares. Lo mismo se sospecha en torno a la dificultad para reconocer caras y su relación con nombres, lo cual se sospecha que se debe a una falta de interacción con las personas durante la infancia, o el reconocimiento de pistas geográficas, lo cual se puede explicar que algunas personas se reconozcan imposibilitadas para el reconocimiento de lugares y como llegar a ellos.
Ante esto, no podemos más que suspirar ante las reformas y las políticas educativas, pues el aprendizaje es un proceso producto de la evolución y la interacción con el medio, que responde al entorno más que a planes y programas de estudio. Es un proceso necesario para pervivir sobre la faz de la tierra y no una propuesta electoral.

*Directora del Learning & Neuro-Development Research Center, USA. [email protected]

Comentarios
  • Leoncio Lemus Tirado

    Es grandioso este articulo porque nos permite relacionar el movimiento y el aprendizaje y nos concientiza de la necesidad de dar la importancia a la dualidad como algo complejo que se requiere observar durante nuestro desarrollo como educandos

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