Evaluar desde el aula
Carlos Arturo Espadas Interián*
La tendencia de evaluar a los sistemas y subsistemas educativos nacionales se complementan con las evaluaciones que realiza cada uno de los profesores al interior de sus aulas, que es el lugar donde cobran forma todos los contenidos y se operan todos los programas académicos y complementarios.
El aula se convierte en el espacio idóneo donde se generan estrategias de fortalecimiento a las políticas públicas o, en su caso, donde se niegan. Las aulas son los lugares concretos -al igual que la escuela- donde se percibe el impacto real de los programas que operan las políticas educativas nacionales, en donde se avalan, operan o niegan los marcos normativos que regulan los procesos académicos y formativos.
Cada profesor (con sus estudiantes) determina un estilo propio de educación matizado y acotado por contenidos y propuestas educativas vertidas en los modelos educativos, filosofía educativa y planteamientos en ocasiones no tan explícitos como lo es el sustrato ideológico que soporta y articula cada una de las propuestas y acciones.
De esta forma, el sistema educativo nacional, realmente se ve compuesto de una articulación de sistemas, subsistemas, escuelas y profesores que accionan, y en ese accionar posibilitan su realización o la impiden.
De esta forma, cada estudiante al realizar sus deberes escolares, cada profesor al planear, ejecutar sus comisiones, formarse y demás, se convierte en una pieza de un engranaje muy fino que se reconstruye diariamente.
Lo singular se convierte entonces en lo más importante de un sistema educativo y las estrategias, metodologías e instrumentos para la validación de los conocimientos, actitudes, habilidades y destrezas adquiridas o desarrolladas, construyen una lógica complementaria del accionar en la reproducción o modificación no sólo de los modelos educativos, sino también de las formas de vida, del actuar en el mundo y con otros.
Así, las lógicas de construcción que le dan forma a los procesos de validación –exámenes–, configuran también estructuras relacionales que se proyectan en las formas de construir el conocimiento, de socializar e incluso de percibir el mundo y las estructuras institucionales.
De esta forma, la evaluación se convierte, en su ejecución, en uno de los procesos o etapas de la educación, donde entra en juego no sólo aspectos institucionales, sino también de la vida cotidiana que impacta y es impactada por la configuración social de un momento histórico específico.
*Profesor–investigador de la Unidad 111 UPN/Guanajuato. [email protected]