Forasteros
Luis Rodolfo Morán Quiroz*
Para muchos de nosotros, la experiencia de entrar en contacto con estudiantes de fuera de nuestro entorno ha sido estimulante de la curiosidad y de los afectos. En las historias familiares de mucha gente encontramos también que los elementos de las parejas que fundaron familias desde generaciones atrás se conocieron en las aulas, los pasillos, las bibliotecas y las áreas de descanso de las escuelas. Es muy frecuente que esas parejas se formen entre estudiantes que en algún momento se organizaron para enfrentar juntos la logística para resolver tareas, presentaciones, traslados, viviendas, alimentación. En el caso de nuestro país, encontramos a miles de estudiantes que se trasladaron (o nos trasladamos) a otras ciudades por algunos años de nuestra formación.
Históricamente, la educación ha sido una importante motivación para salir de los lugares de origen. En mi familia, mi padre se trasladó de Lagos de Moreno a Guadalajara para estudiar la preparatoria y luego la carrera. En ambas escuelas se encontró con estudiantes provenientes de muchos otros lugares del país. Décadas después, los hijos y los nietos mantenemos amistad y afectos con algunos de esos que llegaron muy jóvenes a estudiar en el occidente. La amistad de mi padre con una estudiante proveniente de Ciudad Juárez derivó en que él se convirtiera en cuñado de esa compañera y amiga y en la posibilidad de que, generaciones más adelante, los hijos de esos estudiantes emparentaran (o al menos estuviéramos en “riesgo” de emparejarnos).
Muchos de los estudiantes que provienen de otros lugares acaban por quedarse en la ciudad de sus estudios (como sucedió no sólo con mis progenitores, sino como ha sucedido con un sinnúmero de estudiantes en la historia, a lo largo y ancho del país y del planeta). Algunos regresan a sus lugares de origen y se convierten en los primeros en ejercer determinadas profesiones o continúan la tradición de haber salido para realizar alguna especialidad que se demanda en la región de la que son oriundos. Ciertamente, estudiar fuera no es miel sobre hojuelas. Implica que la familia a la que pertenecen esos estudiantes realice una serie de decisiones: cómo enviarles dinero, conseguir vivienda, cómo aprenderán los usos, los idiomas (o lenguajes regionales) y leyes de los lugares de estudio. Algunas familias se trasladan completas cuando llega el momento en que los miembros jóvenes ingresen a determinados niveles. Otras, mandan a alguien a acompañar y cuidar que quien estudia no se olvide de sus raíces y sus creencias. En muchos casos, empero, los estudiantes llegan solos, lo que aumenta la probabilidad de que entren en contacto con un mundo que antes les era relativamente ajeno.
Llegados de otros rumbos o países, los forasteros suelen formar redes de solidaridad, pero también suelen excluir de su asociación a otros con los que no encuentran mucha afinidad, o a quienes no entienden por sus especialidades o sus idiomas o sus costumbres o sus hábitos culinarios o sus inclinaciones religiosas, afectivas o políticas. En múltiples instancias, los estudiantes forasteros son discriminados y no son admitidos en determinadas instituciones o círculos sociales. Hay quienes expresan miedo y quienes deciden no tener contacto por algún prejuicio religioso o cultural. En algunos casos, los recién llegados son estigmatizados por su música, sus rituales, sus empleos o sus horarios.
Los forasteros realizan aportaciones a los lugares de llegada al menos al presentar el reto doble de cómo los “locales” pueden ser solidarios y cómo los recién llegados pueden aplicar el dicho del “lugar que fueres, haz lo que vieres”. En algunos casos, como ha estudiado Víctor Zúñiga (https://udgtv.com/podcast/guadalajara/fronteras/fronteras—ep-11-temp-5—educacion-de-hijos-de-migrantes/260297), los estudiantes no son exactamente forasteros, sino personas cuyas familias han regresado a un lugar del que salieron años antes y en donde ahora su descendencia continuará sus estudios y su vida laboral.
En días recientes nos hemos enterado de la aplicación draconiana de las “políticas” trumpianas de deportación desde Los Ángeles, California y de las protestas y enfrentamientos entre fuerzas federales y grupos de migrantes. Tristemente, en Estados Unidos parece haberse dejado en el olvido que buena parte de la población llegó de otras latitudes. El mismo presidente 47 de EUA es descendiente de inmigrantes (https://www.threads.com/@amay.a100/post/DKiYK5rNscN?xmt=AQF0k4JnvUBRbiqB3qg0_v2B7TbHahIUrljRyDOHu7dGXA), como le recordó un funcionario alemán en la principal oficina de la Casa Blanca. Las políticas de exclusión de los forasteros-extranjeros en Estados Unidos hacen lo posible por criminalizar a quienes llegan de fuera y por negar las aportaciones (que son mucho más que lo negativo que se les achaca) de los inmigrantes. Por ejemplo, Harvard ha contribuido a elevar la cantidad de especialistas en medicina, pero también es importante señalar que ha atraído a muchos profesionales, con lo cual la proporción de médicos extranjeros en EUA ha significado una importante aportación a su sociedad (https://youtu.be/OqH4T55nUCU?si=9emDBURjaj6h19a8).
Hay quien afirma, como hace Raúl Delgado, que la aportación de profesionistas mexicanos en EUA es considerable e implica un costo para México como país en que se han formado, mientras los beneficios se reflejan en otras sociedades (https://www.fondodeculturaeconomica.com/Ficha/9786071677686/F). Es importante reconocer que los estudiantes extranjeros en Estados Unidos o en otros países desarrollados suelen ser absorbidos por su mercado de trabajo y, en muchos casos, no regresan a beneficiar a sus ciudades o países de origen, sino que permanecen en donde hay mejores oportunidades. Por otra parte, es sabido que las universidades europeas y estadounidenses tradicionalmente han estado abiertas a recibir docentes y estudiantes de otros países, pues son aportaciones actuales y potenciales a su propio desarrollo institucional y como sociedad en un sentido más amplio (https://www.npr.org/2025/06/07/nx-s1-5423535/international-students-college-data-breakdown#:~:text=The%20Trump%20administration%20has%20focused,2025%20data%20from%20the%20school).
Además de las actuales redadas de inmigrantes en el segundo periodo presidencial del llamado “hombre naranja”, ha sido notoria su confrontación con las universidades a las que tilda de “antisemitas” por haber sido escenario de manifestaciones en contra del genocidio en la franja de Gaza. Una de las más notables instituciones ha sido una de gran fama y escaso número de estudiantes (menos de diez mil), es decir, la Universidad de Harvard. La confrontación ha derivado en el intento de Trump de suspender los trámites de visas de estudiantes, además de retirar muchas de las ya autorizadas previamente. Una juez revirtió recientemente esa orden presidencial (https://cnnespanol.cnn.com/2025/06/06/eeuu/jueza-suspende-trump-visas-internacionales-harvard-trax).
Desde los primeros días de junio de 2025 se han agravado los discursos y ataques xenofóbicos de Trump, tanto dentro como fuera de las instituciones educativas (https://cnnespanol.cnn.com/2025/06/06/eeuu/autoridades-migratorias-operativos-los-angeles-ap y https://cnnespanol.cnn.com/eeuu/live-news/protestas-los-angeles-trump-guardia-nacional-en-vivo-orix). Durante esos enfrentamientos se ha señalado que esos mismos mexicanos “deportables” muy probablemente ayudaron a apagar los incendios recientes en California. Mientras las autoridades del estado de California demandan penalmente al gobierno federal por los desmanes a que su intervención ha dado lugar, las autoridades educativas prometen asegurar las inminentes graduaciones de los estudiantes en Los Ángeles ante las redadas y protestas, lo que incluye reforzar no sólo las escuelas, sino los trayectos y las celebraciones para que no se conviertan en blanco de la intervención de las fuerzas convocadas por el gobierno federal. No obstante, los medios han denunciado al menos un caso de un estudiante ecuatoriano que fue deportado antes de su graduación (https://x.com/cristinaburneos/status/1932242846628671560).
Cabe resaltar que la migración de menores, como comenta Soledad Álvarez Velasco, académica ecuatoriana en una entrevista a la que respondió desde Chicago (https://udgtv.com/noticias/fronteras—ep-05-temp-6—migracion-de-menores—domingo-04-de-mayo-del-2025/268671) tiene muchas implicaciones más, que no se agotan tan sólo en la necesidad de acceso a las instituciones educativas. Los forasteros llegan con sus culturas (y llegamos alguna vez cuando salimos a estudiar fuera de nuestro pueblo) y suelen asociarse con lo que Renée de la Torre llama “religiosidades nómadas” en su libro sobre creencias y prácticas heterodoxas en Guadalajara (Ciesas, 2012): los forasteros, pero también puede decirse que las personas que consideramos “locales”, afirma De la Torre, “los sujetos de la religiosidad contemporánea (…) son itinerantes en sus procesos de identificación con las corrientes religiosas”, aunque, me atrevo a añadir, a los humanos nos da por conservar muchos de los usos de nuestras culturas íntimas y regionales, pero también nos da por adoptar nuevas costumbres. Las que podemos aprender de quienes llegan a nuestro espacio, o las que aprendemos por trasladarnos a otros espacios. Como afirma mi colega Enrique Martínez Curiel, la “ciudadanía cultural” trasciende las definiciones que hacen los estados de quiénes son ciudadanos de determinado país. La gente lleva la religión de sus padres y las culturas de sus orígenes a sus destinos. A veces eso asusta a los “nativos” que ya profesan otra religión que fue trasplantada hace siglos o décadas; así algunos cristianos expresan su temor a religiones más recientes, como el islam, originado en el año 610 en la contabilidad cristiana, cuando Mahoma recibió revelaciones divinas.
Los forasteros en otras tierras o marcos institucionales plantean retos que no siempre serán bien recibidos si los locales no están dispuestos a aceptar la gran diversidad de opciones de vida e identidades que enriquecen a nuestra especie.
*Doctor en Ciencias Sociales. Profesor del Departamento de Sociología de la Universidad de Guadalajara. rmoranq@gmail.com
Humanos; sempiternos trashumantes.
Excelente artículo acerca de las historias de los estudiantes, maestros y familias dentro de la historia.
Interesante descripción de los motivos, por los cuales las personas cambian de residencia.