El magisterio: obrero y obrera

 en Carlos Arturo

Carlos Arturo Espadas Interián*

Cuando un profesor o profesora acude al ISSSTE, debe solicitar documento de constancia de tiempo que ha permanecido en las instalaciones para poder justificar que ha salido a ser atendido para preservar su salud. Sin contar que en la mayoría de las escuelas no hay área médica, si no es que en ninguna, por tanto el magisterio ante cualquier situación tiene 3 posibilidades: 1) atenderse con un servicio particular cuyo costo es absorbido por el propio magisterio; 2) aguantarse y esperar sanar milagrosamente, sobre todo si no tiene el recurso y quien o quienes dirigen el centro educativo gestionan la escuela desde la desconfianza, vigilancia y sometimiento; 3) ir al ISSSTE y cumplir todos los requisitos, como el hecho de llegar a las 3:00 hrs para alcanzar cita del día.
Hay fábricas donde tienen servicio médico básico y con ello no se impacta en la producción cuando un personal enferma de algo “leve” o que puede ser tratado de inmediato. El magisterio está peor que el personal de la línea de producción de una fábrica. El asunto es que las atenciones y tratos humanos deberían ser para todos los trabajadores, independientemente de su adscripción, porque el magisterio también es un o una obrera.
Cuando el magisterio tiene que dar tiempo extra, fuera de horario y funciones, que por cierto los marcos normativos son amplios y ambiguos para el magisterio, que está obligado a todo, todo lo que se le solicite o considere cualquier secretaría: operar programas de salud, prevención, trabajo comunitario y demás.
Actividades recurrentes en el magisterio que nadie ve y que se realizan fuera de su horario: revisar, orientar y calificar trabajos; preparar su clase –planeaciones, recursos y materiales didácticos, por ejemplo–; llenar informes y formatos diversos; y no es lo único que hace. ¿Por qué las realiza fuera de horario? Porque en su horario frente a grupo está atendiendo a las infancias, adolescencias y juventudes. No puede dejar de atender para ponerse a hacer otras actividades propias de su práctica docente. Sin embargo, estas actividades no se consideran para los tiempos y movimientos, por usar un concepto de otro campo laboral, dentro de los tiempos del magisterio.
Cuando a un trabajador de cualquier otro sector se le solicita realizar actividades que no se remuneran, puede mencionar sus derechos, porque lo respaldan. El magisterio está desamparado y tiene que realizarlo por amor a su profesión y a sus infancias, adolescencias y juventudes. El magisterio está en desventaja, sin considerar las formas de contratación que en muchas de las veces lo mantienen en la incertidumbre laboral: contratos, honorarios…
Aunado a lo anterior, cuando al magisterio se le solicita trabajar fuera de su horario. No puede aludir a horas extra, porque simplemente esas horas no se registran en ningún lado, mágicamente “desaparecen”, no hay huella alguna y si el magisterio las solicita, se le ve como “interesado” y ahí se evocan las narrativas de vocación, apostolado de la educación y demás.
El magisterio mexicano está castigado y tiene menos derechos que otros trabajadores. Se podría decir que goza de otros “privilegios”, pero se deben analizar, por ejemplo: las vacaciones sirven para disminuir la mortalidad o enfermedades del magisterio, que de otra forma saturarían el sistema de salud pública –infartos, diabetes (porque el magisterio no puede alimentarse saludablemente por su dinámica laboral), parálisis faciales, derrames…– y que en poco tiempo tendríamos que renovar la plantilla docente. ¿De dónde saldrían maestros ante una demanda masiva? Recuérdese qué pasó con las jubilaciones masivas a partir de las políticas persecutorias de cierto sexenio. Las vacaciones también activan la economía en nuestro país, por ejemplo.
Las prestaciones que ofrecen alternativas reales de mejora colocan al magisterio en competencia descarnada con sus iguales. ¿Será que se quiere evitar que se forme un bloque de defensa por medio de la competencia y rivalidad entre cada integrante, para que entre ellos y ellas se neutralicen y las instancias únicamente se sienten a contemplar cómo se destrozan?
El magisterio es una y un obrero más. Se tendrían que hacer algunas preguntas: ¿En qué momento inició el deterioro de los derechos y se agigantaron las obligaciones? ¿Dónde está el sindicato oficial? El magisterio es obrero, pueblo, profesionista e históricamente pieza clave para el mantenimiento de México. ¿Por qué se le trata así? ¿Por qué la desconfianza y la explotación?
Magisterio, no olvides, eres pueblo, obrero y obrera.

*Profesor-investigador de la Universidad Pedagógica Nacional Unidad 113 de León, Gto. [email protected]

Deja un comentario

Escriba su búsqueda y presione ENTER para buscar