¡Aguas!
Rubén Zatarain Mendoza*
La cultura de protección del agua y la educación de los usuarios es un proyecto de formación en donde adultos, maestros y maestras, niños, niñas y adolescentes debiéramos estar involucrados.
Un ejemplo de colaboración interinstitucional en este horizonte es la reciente suscripción del convenio de colaboración del 13 de febrero de 2025, entre el (SNTE) Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación a través del Secretario General Alfonso Cepeda Salas y la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA) en presencia de su Director General Efrain Morales López.
Tal convenio es una estrategia donde ambas partes se comprometen a colaborar a favor del uso racional de los recursos hidráulicos.
El líder del SNTE afirmó: “Se trata de que sumemos acciones que impacten positivamente en el cuidado, aprovechamiento y uso de agua; la prevención de la contaminación de los ríos y cuerpos de agua, a través de acciones colectivas, conferencias, foros y talleres”.
En tanto, el director de la CONAGUA subrayó, en el evento realizado en la Ciudad de México: “Desde las escuelas nos van a ayudar a construir el derecho humano al agua para el pueblo de México”.
Hay que decir que este convenio forma parte de la campaña sindical ¡El agua es vida, el agua se agota! ¡Cuidemos el agua!, iniciada el año pasado, con la propuesta de que desde las aulas se contribuya al uso racional de este recurso.
No es difícil sensibilizarnos de la urgencia y necesidad de un trabajo social, político y educativo ampliado para el uso racional de los recursos hídricos que, por su escasez e insuficiencia, son cada vez más valiosos.
En el sector educativo, educar la conciencia ecológica es una tarea en la que estamos empeñados a través de la transversalidad del currículum desde hace más de tres décadas.
Sus resultados en materia de cambio de comportamiento individual y colectivo están en el ámbito de lo esperado.
Los datos y las cifras, más gente, más consumidores y mismas fuentes, los recursos hidráulicos como pingüe negocio, son indicadores visibles en el incremento y naturaleza de la problemática.
Cerrar la llave, vigilar y corregir el goteo continuo se han convertido no sólo en analogías y metáforas del uso de los recursos públicos en la república y en entidades federativas creativas e impunes en materia de corrupción.
Cerrar la llave, vigilar y corregir goteos y fugas son frases imperativas que dan cuenta de la necesidad de la acción colectiva para la conservación de un recurso natural y ocasionalmente manoseado como es el agua.
Es común que haya conflictos entre entidades federativas, municipios y entre particulares por el tema de la disposición y uso del agua.
Educarnos en el uso racional y en la protección del recurso es una necesidad donde traemos rezago; es una necesidad donde se requiere voluntad personal e institucional y acciones coordinadas y sistematizadas.
La avanzada de la privatización de la tierra, de los recursos hídricos, el modelo neoliberal depredador de los recursos naturales acentuado en la inolvidable, por privatizadora etapa Salinista, es otra arista del problema.
Los cachorros neoliberales, amparados en una concepción de enriquecimiento a toda costa, emergen de colores partidistas, de tal manera que podemos encontrar contraejemplos de sustentabilidad y conciencia ecológica frágil en la práctica de gestión de panistas (CDMx, Aguascalientes, Querétaro, Guanajuato y Jalisco) y emecistas (el cartel inmobiliario en Zona Metropolitana de Guadalajara y Zona conurbada de Monterrey, entre otros).
Buenos para autorizar cambios rápidos de uso de suelo, buenos para fraccionar y huachicolear hacia arriba (edificios multiniveles) redes de agua creadas para una demanda poblacional y malos (pésimamente malos) para gestionar soluciones y educar a la sociedad en materia de uso racional del agua.
En la dimensión social, el crecimiento demográfico constante visible en las ciudades y áreas metropolitanas amplía la demanda sobre los servicios de agua potable, sobreexige recursos y pone a prueba la sustentabilidad del desarrollo urbano.
Los marcos institucionales creados para la administración de los servicios son algunas veces superados, y la visión de planeación estratégica de mediano y largo plazo está atravesada por los cambios de administración política; la discontinuidad es la característica.
El agua se provee con insuficiencia, a cuentagotas.
Ahí, en el escenario inmediato del estiaje y los tandeos, el estrés hídrico y el enojo social.
La evidente enfermedad de nuestros ríos y afluentes, lagos y lagunas, los límites de la gobernanza con ausencia de criterios ecológicos y coordenadas de sustentabilidad.
El agua como un recurso caro para algunos estratos sociales. La injusta e inequitativa distribución de los servicios.
La prestación de los servicios gubernamentales del agua a través de una estructura burocrática opaca, de rendición de cuentas consentida entre partidos políticos que justifican débilmente el egreso y el gasto.
La elección de sus direcciones por afinidad y grupo político, que, como en otros sectores, tienen perfiles de competencias y habilidades débiles o inexistentes.
Las obras públicas subterráneas y de atención tardía, emergente y reactiva ante fugas y denuncias ciudadanas en medios radiofónicos.
Los tandeos de algunas colonias y la privación del servicio, el impacto en la higiene y salud colectiva.
El derecho al agua y sus mínimos aceptables en el horizonte de la dignidad humana.
La caja negra y la lógica de mercado en el agua para el consumo humano.
La carestía del litro y el garrafón, muchas veces como campo especulativo de empresas transnacionales.
Y en ese contexto, del agua como bien político donde fluyen algunos ríos de discurso de sensitiva intencionalidad, del agua como mercancía en el ámbito económico, el horizonte de la educación de las niñas, niños y adolescentes en el uso racional del agua.
Dicho sea de paso, las dificultades de las escuelas públicas para acceder a la calidad de los servicios y dotación permanente del servicio de agua y su impacto en la normalidad de actividades escolares.
El agua como objeto de conocimiento en el campo formativo de ciencias, el agua como proyecto integrador donde hay posibilidades de proyectar investigación-acción comunitaria.
El SNTE como coadyuvante oportunista en la formación del magisterio, la ampliación de la cultura en materia de agua como escenario de formación permanente.
La CONAGUA como unidad conservatoria especializada en el tema. Su aporte a la visión estratégica del desarrollo nacional, el conocimiento necesario y su necesario acercamiento a las escuelas para fines de capacitación y actualización.
¡Aguas! A potenciar talento y acción colectiva e institucional para resolver el aquí y ahora, pero también educar a las nuevas generaciones con visión ecológica de futuro, hoy que las generaciones de ayer les heredamos en materia de agua un escenario complicado.
*Doctor en Educación. Profesor normalista de educación básica. [email protected]