Propósitos y despropósitos
Rubén Zatarain Mendoza*
Hoy es el primer día del año 2025.
La cronología, el arte de medir el tiempo, también mueve emociones, también nos ordena agendas, proyectos y movimientos personales.
El primer día del año,tradicionalmente, se producen frases y palabras de buenos propósitos en prospectiva.
Mucha acción y muchas correcciones implican cumplir propósitos y modificar hábitos que nos definen.
La conciencia de la temporalidad difiere en cada estadio de edad, en cada momento evolutivo físico o emocional.
Hoy se estrenan calendarios, se actualizan agendas y el tiempo, ese sujeto intangible, imaginario, visible solo en sus consecuencias, ese ente de fugacidad pasmosa objetivado a nivel de deidad por los griegos, nos marca como el día y la noche el tic tac de nuestras propias historias.
Mucho de lo que decimos o nos proponemos hacer no depende de voluntarismos personales, aunque está bien enunciarlos y decretar en primera persona.
Frases de sentido común y muy elaboradas fluyen en las relaciones interpersonales, cual abrazos sin calor cargados de débil autenticidad y creíble bonhomía.
Ayer, apenas 2024, los últimos segundos, las uvas de los deseos, los cohetes y juegos pirotécnicos, los abrazos y deseos de prosperidad mutuos, los sentados alrededor de las mesas en la velada adulta, los parados y aplaudidores en las pistas de baile o centros de espectáculos, las sonrisas, los vestidos y los trajes en ese baile que oculta la desnudez de las almas.
El protocolo de espaldas a la solidaridad social en las cenas caras.
Los banquetes en algunas mesas, la frugalidad y el hambre en algunos estómagos. Los bebedores compulsivos, los abstemios que celebraron y enardecieron los sentidos de otra manera.
Los que durmieron temprano porque el nuevo año los espera con labores de parcela y ganado, fábrica, transporte o gasolinera, las guardias y áreas de emergencia en los hospitales y clínicas, en las escuelas; los analistas del comportamiento social y la catarsis colectiva, los “heraldos negros” y cortinas teatrales en que se han convertido los noticieros.
La necesaria evasión consumista para que, como el avestruz con la cabeza en el hoyo, cerrar los ojos a la atroz realidad de las desigualdades y a la atmósfera permanente del miedo, la explotación y la guerra.
El día primero de enero, fin del paréntesis, corte de caja de los que obtuvieron ganancias, luz nueva y golpe de realidad para la clase trabajadora.
El año nuevo es para algunos estreno de otro capital de 365 días; para otros, el eterno retorno nietzscheano, es el absurdo de la eterna repetición de lo mismo, es el rezo, la oración y la gratitud a alguien, a la nada, el canto a sí mismo a repetirse, como lo hace el poema de Walt Whitman.
Para los creyentes es día de visitar templos y dar las gracias; para otros es organizar maletas y movilizarse.
Para quienes disfrutan los días de descanso, es momento de balances, meditaciones y pulimento de voluntades.
Días para redireccionar, reforzar o cambiar estrategias.
Para los niños, niñas y adolescentes, el nuevo año es jugar y, si queda tiempo, cumplir tareas extraescolares y retomar los procesos escolares detenidos por un par de semanas.
Para los maestros y maestras viajeros y hogareños, es tiempo de reflexión, fortalecimiento de lazos familiares, tiempo para la lectura de libros y de realidad, tiempo de ordenar las ideas, sostener el paso de la cuesta a transitar, tiempo de estudiar para quienes participan en los aún vigentes procesos y convocatorias de USICAMM.
La ilusión que mueve, la esperanza de mejora en cada ciclo, la segunda vuelta para la primera generación (escasa en número) de beneficiados de Promoción Horizontal (PH).
Para los gobiernos federal, estatales y municipales empieza la fiesta de captación tributaria; para los ciudadanos, el despertar nada nuevo de sus obligaciones.
El ejercicio democrático vivido el 2 de junio de 2024 que nos persigue. Elígelos y padécelos. Viene ahora el ejercicio de gobierno siempre parado en las arcas hacendarias.
A nivel federal, los mexicanos y mexicanas tienen inquietud sobre el buzón tributario por sus implicaciones de multas.
Hay ruido en la comarca jalisciense por la regulación a motociclistas, por el paquetazo de los refrendos, el emplacamiento y la verificación vehicular a fortiori, contradicha en mentiras y retórica de campaña, herencia de un gobierno que concluyó el 6 de diciembre. 7 años de que la ciudadanía empodera administradores naranjas proclives a los modelos empresariales; el modelito del ciudadano “borrego” al que hay que acariciar virtualmente y trasquilar.
La historia reciente de azules, tricolores y naranjas, prestos al endeudamiento del Estado, pediches a la “Federación” y malos practicantes de la gratitud, rapaces inmobiliarios, corruptos que moran en ciudad judicial y postores discrecionales en la compraventa de bienes públicos como las notarías o plazas laborales en el sector público.
Las otras bellezas que vienen en el séptimo año nuevo bajo su gobernanza de trasnochado federalismo.
Los guindas que jugaron a rojos y pactaron. La mala caricatura de Pedro Páramo para alimentar la sonrisa hienesca de los conservadores que acá hacen su Hacienda.
Los guindas que derrapan principios y dilapidan la confianza de los jaliscienses.
A nivel municipal, quitan el sueño a los ciudadanos los aumentos -en algunos casos en porcentajes caprichosos- en los prediales, licencias y los servicios de agua potable, alcantarillado e infraestructura.
A nado sincronizado y sin misericordia, en enero las oficinas recaudatorias de filas extensas trabajan horas extendidas en la pesca de los contribuyentes.
La paz navideña rota por los operativos de vialidad, la noche de paz y de amor como asunto de los días pasados.
Las palabras de prosperidad que se lleva el viento y que este día significan solvencia para atender obligaciones y deudas; la normalidad para algunos se impone progresivamente.
Los inicios de año son también la odisea personal para muchos para conseguir empleo, una vez que en ese esquema laboral difícil de regular, muchos trabajadores son dados de baja antes de concluir el año.
En el horizonte transnacional, la llegada de Donald Trump por segunda ocasión a la presidencia de los Estados Unidos de América y su agresiva política migratoria de muros y deportaciones. La renegociación del Tratado de Libre Comercio.
Las difíciles condiciones de sobrevivencia para muchos paisanos y paisanas, su vulnerabilidad legal. El impacto que vendrá en la sociedad mexicana.
La emergencia y los esfuerzos diplomáticos de muchos países latinoamericanos para paliar las consecuencias, la crisis humanitaria previsible; el sadismo de la oligarquía que impone condiciones con su obnubilada y demente mirada de poder económico y militar.
Trump y su proyecto educativo estadounidense para 2025, sus amenazas de campaña para reorientar acciones y fortalecer la ideología de dominación del imperio. Trump y el sembrador de caos desde su alta magistratura en el Capitolio, los mexicanos que miran.
Los propósitos individuales como catarsis necesaria, cuyo seguimiento depende de la fortaleza de cada quien.
Los despropósitos gubernamentales que habrá que padecer.
Los propósitos de hombres y mujeres de estudio, trabajo y salud, de mejora de relaciones familiares y convivencia social.
Los despropósitos gubernamentales a observar en las políticas públicas locales donde se improvisa plan y programa mientras se opera la miscelánea fiscal.
Lo que depende del esfuerzo personal, de las relaciones sociales y económicas, lo que depende de la clase política ahora en el gobierno.
El tiempo, el yo y el nosotros, la voluntad, virtudes, valores, orden, disciplina y actitud.
El año 2025 empieza a contar.
*Doctor en Educación. Profesor normalista de educación básica. [email protected]