Herederos
Luis Rodolfo Morán Quiroz*
Quienes no tienen ni en qué caerse muertos, suelen dejar a sus parientes, amigos y colegas, al menos algunos recuerdos, algunas ideas, quizá algunas deudas por saldar. Hay personas que, en cambio, heredan objetos de bajo o de alto valor, porciones mínimas o considerables del planeta, ideas, enseñanzas, tradiciones o proyectos a seguir o luchas por continuar a favor o en contra de otras visiones del mundo y de filiaciones, disciplinas y escuelas de pensamiento.
Observamos cómo esos herederos y esas herederas son nombrados por quienes les dejan su legado, aunque también hay quienes se arrogan la función sin el consentimiento de quien deja un legado. Algunos herederos reciben la bendición y otros reciben la maldición (¿de ahí la expresión de herencia maldita?) de tareas por continuar o propiedades por defender y valorar para trascender en el tiempo.
De tal modo, las dinastías gobernantes, las generaciones de políticos y de terratenientes, las “escuelas” de pensamiento formadas por numerosas o novedosas generaciones de académicos, las generaciones de creadores y las generaciones de educadores se identifican a sí mismas o son vistas por otros grupos como herederas de riquezas materiales y simbólicas que se esforzarán en conservar y acrecentar. En la literatura hay algunos relatos trágicos o dramáticos en donde se reflejan las pasiones suscitadas por el afán de hacerse de algunas herencias. Uno de los temas más recurrentes es el de la herencia al trono, que ha dado lugar a narraciones de luchas, decapitaciones, envenenamientos, prisas, matrimonios, engaños y seducciones. En algunos, como en el caso de una versión de la historia de la fundación de la ciudad de Stuttgart, se narra que el príncipe heredero asumió el esfuerzo de criar caballos en esa región, para no tener que esperar a heredar el trono de parte de su padre. El final de esa historia propone la moraleja de que es mejor no adelantar vísperas, pues el rey se enteró de la crianza de los caballos destinados a ser montados por quienes atacarían su reino para apoderarse del trono y mejor le cortó por lo sano la vida al hijo ambicioso.
La historia señala que eso de matar al rey para quedarse con el trono no es muy sensato, pues hay intentos fallidos aunque es muy probable que quien se embarque en la empresa tenga la certeza de que su atentado será exitoso. De tal modo, en la historia es posible encontrar cientos de casos de intentos fallidos para hacerse de lo que no les correspondía (nunca o todavía) en heredad. Al menos en la enciclopedia en línea Wikipedia hay una enorme cantidad de casos de magnicidios: (https://es.wikipedia.org/wiki/Magnicidio), existen decenas de páginas de regicidas (https://es.wikipedia.org/wiki/Categor%C3%ADa:Regicidas); unas cuantas páginas de regicidios frustrados (https://es.wikipedia.org/wiki/Categor%C3%ADa:Regicidas_frustrados), de asesinatos de presidentes, primeros ministros y, notablemente monarcas asesinados: (https://es.wikipedia.org/wiki/Categor%C3%ADa:Monarcas_asesinados) o derrocados por un golpe de Estado: (https://es.wikipedia.org/wiki/Categor%C3%ADa:Gobernantes_que_fueron_derrocados_por_un_golpe_de_Estado).
Por otra parte, tampoco es muy sensato matar (o renunciar) al trono para quedarse con el aristócrata. Lo que no significa que no haya casos, como dieron testimonio Meghan Marple y la señora Simpson con el tío tatarabuelo (aquel que abdicó dejando el camino libre para que la abuela de los duques de Sussex se convirtiera en Isabel II 1926-2022 https://www.lasexta.com/noticias/internacional/hijos-nietos-isabel-consortes-quien-quien-familia-real-britanica_2022091563232b6fc8897200016cfb05.html). Aunque es muy raro que alguien deje a sus herederos un reinado que alcanzaba 54 naciones, como doña Chabela, de cualquier manera habrá quien se apreste a recibir o reclamar algunas herencias y a autodenominarse seguidores de alguna tradición de propiedad, política o de pensamiento. Por ejemplo, un chisme reciente en nuestro país señala que un tal Andy será heredero de la heredera, idea que tiene muy contentos a los monarquistas “de izquierda”, aunque muy preocupados a los “ricos de alcurnia” de la derecha. Ya se verá si en verdad se trata de herederos y continuadores de alguna línea de actuación o de pensar.
Hay quienes quieren desmarcarse de determinadas herencias y alejarse de las famas y propiedades adquiridas por sus familias o mentores. De modo que se convierten en “reacción” en contra de algunos hábitos, leyes, imposiciones de sus antecesores. “A mí que no me metan” con esos parientes o con esas tradiciones, parecen declarar. Aunque no siempre logran escabullirse de los señalamientos de que, aunque intenten borrar o disimular, la herencia se les nota. Tal es el caso de personajes que hacen lo posible por decir que sus riquezas son producto de sus propios esfuerzos, aunque bien sabemos, como es posible rastrear en las biografías de Elon Musk, de Donald Trump o de familias como los Kennedy, los Rotschild u otras aristocracias, que sus riquezas vienen de antes y no necesariamente a partir de actividades muy filantrópicas ni muy orientadas al amor al prójimo.
Así como hay herederos en los gobiernos de los países, o de algunas empresas, o de grandes extensiones de tierras, también hay quienes se apropian de instituciones públicas y hacen uso patrimonialista de ellas. Digamos algunas empresas petroleras, hospitalarias o educativas que son apropiadas por algunas familias y sus camarillas de políticos, que luego encuentran herederos “legítimos” para seguir lucrando con ellas. En algunos casos, los costos de los gobiernos y las empresas van para los pueblos a los que se declara (no sin una enorme dosis de ironía y burla) los “verdaderos propietarios”, mientras las ganancias van a dar a los administradores y sus herederos. En la historia hemos visto cómo los liderazgos de las iglesias, los bancos, los partidos, las instituciones públicas y privadas se transmiten a los herederos, junto con el patrimonio que conlleva la organización que se lega a la siguiente generación.
De modo que no sorprenden las herencias aplicadas en términos de las instituciones educativas. Por mencionarlo brevemente: la recientemente electa maestra Karla Planter (primera rectora de la Universidad de Guadalajara) es también una de las primeras personas en ocupar ese cargo sin haber sido líder estudiantil, una tradición que duró varias décadas. Por otra parte (¿por qué no nos sorprende?), José Trinidad Padilla López asumió (heredó, remarco) la presidencia de la Feria Internacional del Libro, FIL, tras la muerte de su antecesor, que, ¡Oh casualidad!, era su hermano mayor y fundador de la FIL. También en este caso hay quienes celebraron el “sorprendente” nombramiento: ¿quién lo habría sospechado? Y hay quienes no se sorprenden, dado que la actual generación de funcionarios sigue ligada con los legados del fallecido Raúl Padilla López (1954-2023; se dice que muerto por suicidio asistido, es decir “suicidado por mano ajena”, al igual que en el caso de Carlos Jorge Briseño Torres, 1959-2009, años antes).
En sucesiones menos trágicas, es frecuente que se hable de “herederos” de una tradición que reciben menos legados materiales y que han de conformarse con algunos cargos, unos cuantos millones de libros albergados en una biblioteca, o simplemente con una estafeta que han de llevar, a su paso y ritmo, a nuevas alturas y lejanías. De tal modo, hay generaciones de universitarios que siguen enseñanzas y tradiciones asociadas a determinadas disciplinas y oficios. Entre ellas, se pueden señalar tradiciones pedagógicas que reflejan perspectivas teóricas y prácticas en la educación. En algunas hay discontinuidades a partir de que algún heredero señala cómo la tradición que heredó “hace agua” con alguna de las “soluciones” que aplicó para resolver determinadas interrogantes teóricas o problemas prácticos. Hay herederos que tuvieron las cosas fáciles y herederos que lucharon desde sus inicios en condiciones difíciles y que fueron críticos de tradiciones que luego hubieron de asumir, dado su conocimiento de los secretos y vericuetos de los legados que otros ya instalados en la rutina consideraban bastante pizpiretos. Ha habido casos en que los herederos insisten en el retorno a los orígenes o al espíritu fundador del que se habían alejado las generaciones que les entregan la tarea. Así, por ejemplo, se puede ver que algunas rupturas, como la practicada en la escuela sueca, de proponer mayor uso de tecnologías, no acabó por revertirse hacia tecnologías más tradicionales. Dando así la razón a quienes nunca tuvieron siquiera acceso a tecnologías que se creyeron avanzadas, pero que resultaron cohetes cebados en términos de sus estimulación del desarrollo cognoscitivo de los jóvenes estudiantes.
Hay quienes han intentado acabar con tradiciones o con personas que las encarnan. Existen varios casos notables en que el deseado cambio de rumbo no se ha concretado, como se ve en los múltiples intentos de asesinato (siete) de la reina Victoria (https://www.bbc.com/mundo/vert-fut-65658042) o en los muy sonados 638 intentos de asesinato de Fidel Castro: (https://www.elperiodico.com/es/internacional/20161126/fidel-castro-record-guinness-intentos-asesinato-5653838). Tales cifras reflejan el descontento de algunas personas y grupos con determinadas tradiciones, que quizá estén ansiosas por heredar el poder o por alterar el flujo de los acontecimientos. Hay quien se plantea qué habría pasado si las cosas no hubieran sido como fueron (https://www.unav.edu/opinion/-/contents/23/05/2024/magnicidios-en-la-historia-intentos-y-consumaciones/content/CnBM7sduyZOb/104342439) y algunos historiadores han propuesto “vías alternativas”. ¿Qué habría pasado si Kamala Harris y los demócratas hubieran ganado las elecciones presidenciales de Estados Unidos en 2024?, por señalar alguna de esas posibles vías de reflexión o de ficción. Así, por ejemplo, muchas tradiciones actuales habrían sido de otro modo si, un 28 de junio de 1914, en Sarajevo, no hubiera sido asesinado el archiduque Francisco Fernando. Así, hay quien afirma: “no habría habido necesidad de que los gobernantes de Viena amenazaran a Serbia, ni de que Rusia acudiera en defensa de Serbia, ni de que Alemania respaldara a Austria, ni de que Francia y Gran Bretaña honraran sus tratados con Rusia para iniciar las hostilidades. En esta historia contrafactual, la guerra no hubiera tenido lugar”. Pero tampoco se habrían dado muchos de los desarrollos materiales y científicos asociados con las actividades beligerantes de la humanidad. Por ejemplo: los tests psicológicos para asignar a cada persona en el puesto de combate ideal.
Cuando reflexionamos en torno a las generaciones de educadores y de perspectivas teóricas de la pedagogía y el aprendizaje, podríamos citar una tradición: el funcionalismo que llegó a cuestionar los planteamientos estructuralistas (https://psicologiaymente.com/psicologia/teoria-funcionalista-john-dewey) sustituyendo las preguntas de cómo está constituida la mente frente a las de cómo funciona el pensamiento.
Suele pensarse que los herederos reciben un legado que conlleva tratarlo como se le había tratado tradicionalmente, aunque, la pregunta de a quién heredar y qué hará con lo que recibe suele ser pertinente. No todo heredero hará lo mismo. Cuando reflexionamos en la noción de “pensamiento recibido” cabe plantearse cómo podría ser la realidad material, educativa, política si fueran otros quienes heredaran. En su texto Wicked problems in design thinking: (https://web.mit.edu/jrankin/www/engin_as_lib_art/Design_thinking.pdf) Richard Buchanan plantea diez ideas de Horts Ritter respecto a los “problemas malditos”:
Las diez propiedades que Rittel identificó para definir los problemas malditos por primera vez en 1972:
1) Los problemas malditos no tienen una formulación definitiva, pero cada formulación de un problema maldito corresponde a la formulación de una solución.
2) Los problemas malditos no tienen reglas de detención (es decir, no se puede prever el encadenamiento de acciones que llevará a su finalización).
3) Las soluciones a los problemas malditos no son verdaderas o falsas, sino buenas o malas.
4) Para resolver los problemas malditos no existe una lista de soluciones esperables.
5) Para cada problema maldito siempre hay más de una explicación posible, que dependen de la Weltanschauung (cosmovisión o perspectiva intelectual) del diseñador.
6) Cada problema maldito es el síntoma de otro problema “más complejo”.
7) En los problemas malditos no hay formulaciones ni soluciones que puedan probarse de manera contundente.
8) La solución de un problema maldito supone operaciones efectuadas una “sola vez” y no hay margen para aprender del ensayo y error.
9) Cada problema maldito es único.
10) Quien resuelva un problema maldito no tiene margen para equivocarse, debe ser responsable de sus acciones.
(Cito de la versión en español de LOS PROBLEMAS MALDITOS DEL PENSAMIENTO DE DISEÑO*– por RICHARD BUCHANAN. (Traducción: Marta Almeida y Paola Marino) disponible en internet. Por otra parte, recordemos que el término “wicked” (título de una película de moda del relato The Wizard of Oz, de 1940), también podría traducirse por “perverso”. De tal modo que los problemas complejos a veces resultan perversos y hasta parecería que se plantean con “malas intenciones”. Tal es el caso de las secuencias de dinastías y tradiciones que plantean soluciones radicales o reformistas a las sucesiones de problemas y a los problemas de la sucesión. ¿En qué medida, los herederos podrían plantear vías de acción complejas, perversas o malditas?
Finalmente, cabe señalar que las herencias se reciben en condiciones particulares de contextos temporales y culturales específicos. Así, por ejemplo, los herederos de esclavos muy probablemente no recibirían en nuestros días y en el hemisferio occidental, junto con los esclavos, un reconocimiento legal y social similar al que recibirían en contextos históricos en que la esclavitud era vista como práctica adecuada. De tal modo, quienes heredan determinadas tradiciones pedagógicas quizá están recibiendo legados desprestigiados a los que han de reformular para aplicarlos a las condiciones del mundo actual. Pienso, por ejemplo, que ya no es tan fácil concebir una sociedad y unas instituciones educativas en donde no exista el apoyo de sistemas de transporte o de comunicación que no estaban disponibles hace unas cuantas décadas. Respecto a este tema, Medina Uribe y otros (2019): Las teorías de aprendizaje y su evolución adecuada a la necesidad de la conectividad. Revista Lex de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad Alas Peruanas. LEX N° 23 – AÑO XVII – 2019 – I/ISSN 2313-1861, plantean que la evolución de las teorías educativas se da también en un contexto en donde existen nuevas necesidades y recursos de aprendizaje, por lo que plantean la necesidad de modificar y adecuar la enseñanza-aprendizaje a las exigencias de la conectividad, lo que da lugar a nociones teóricas y prácticas que no se podían heredar en las condiciones en que esa conectividad no se concebía siquiera.
*Doctor en Ciencias Sociales. Profesor del Departamento de Sociología de la Universidad de Guadalajara. [email protected]